Rogelio, al lado de los pobres de la tierra

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Rogelio, al lado de los pobres de la tierra
Fecha de publicación: 
13 Febrero 2015
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“Es necesario mantener a los hombres
en el conocimiento de la tierra
y en el de la perdurabilidad
y trascendencia de la vida”.
José Martí
(La América, Nueva York, mayo de 1884)

Hombre de bien. Guajiro legítimo, franco y extraordinariamente campechano, es Rogelio Fundora Ybarra (La Habana, 1972), cuya existencia, fiel y apegada a la tierra que lo vio nacer en los campos de Madruga, se ha encumbrado en dos vertientes tan disímiles como líricamente interrelacionadas con su vida: el cultivo de la tierra en la Finca La Esperanza,  y su labor como pintor y ceramista, ejercicio al que se ha dedicado durante los últimos años y en el que son sorprendentes los premios y reconocimientos que ya ha alcanzado, amén de medio centenar de muestras personales en diferentes galerías de la capital, en su provincia Mayabeque y en otras regiones del país.

En homenaje al Héroe Nacional, en su aniversario 162 y en el sagrado memorial que perpetúa su memoria —sitio de remembranzas de la Patria y de la Revolución que aquí también reverencia su existencia—, el célebre Guajiro que Pinta, inspirado en los disímiles pensamientos de aquel gran cubano, expone una serie de sus trabajos iconográficos. Peculiarísimo y singular arte que de original manera se mueve entre la academia aprehendida entre los libros, catálogos y otros textos agenciados por él, además de sus personales y a veces silenciosas observaciones  sobre el quehacer de grandes maestros de la plástica, amén de las inevitables huellas del arte naif, que emanan de su audaz formación autodidacta.

De tales experiencias, tradicionalmente ajenas a la condición existencial de un guajiro, surge la hacendosa producción plástica de Rogelio, concebida en las entrañas del verde campo insular, muy cerca del surco y del arado, de la guataca y del machete, en su provechosa finca, lugar que también eligió para construir su modestísimo estudio donde se realiza como creador para así dar riendas sueltas a emociones y sentimientos que trascienden desde su exorbitante vocación por la lírica pictórica y el disfrute de quien ama la tierra y se sirve de ella para su subsistencia y la de los demás. Suerte de culto que, en última instancia, exalta la brillante afirmación de José Martí, cuando en Nueva York escribió que “…los campesinos (…) son la mejor masa nacional, y la más sana y jugosa, porque recibe de cerca y de lleno los efluvios y la amable correspondencia de la tierra, en cuyo trato viven”.

El cultivo de la tierra y la creación plástica, son dos pasiones de este pintor y ceramista que en tales faenas, como dijo el Maestro siente el “supremo bien de sentirse generoso” y que “por maravillosa compensación de la naturaleza (…) crece (…) y se repliega en sí…”.

En cada una de las piezas que conforman esta exposición titulada Con los pobres de la tierra…, —retomando en su concepción estética el conocido poema martiano—, Rogelio recrea diferentes versos o frases del Apóstol, identificados con los eternos e imprescindibles vínculos con la Madre Tierra, a partir de las  reflexiones de aquel gran visionario de su tiempo y del  futuro de su Patria, quien abrió caminos de verdades, y luchó por su pueblo en contra del dominio español, y sufrió y criticó el horror de la esclavitud y la injusta pobreza en que vivían la mayoría de los cubanos, sobre todo en los campos. Sus sentencias las avistamos hoy casi con la misma claridad de entonces, de ahí estos reflexivos discursos, en los que este artífice expone ideas, sentimientos y emociones que brotan desde lo más hondo de su ser.

El Guajiro que pinta se ha propuesto, a veces mediante narraciones concebidas desde una proyección eminentemente conceptual, evocar la sensibilidad y hondura del pensamiento martiano,  recogido en múltiples poemas, cartas, ensayos, artículos, comentarios, diarios, y muchas otras obras, como su única novela titulada Amistad funesta, las obra de teatro Abdala, Adúltera y Amor con amor se paga se paga; además de sus numerosos cuentos especialmente dedicados a los niños y jóvenes, así como folletos y otros escritos de este hombre universal sobre su época y significativos personajes de su tiempo.

Rogelio, quien disfruta —como expresó Martí— de “la saludable arrogancia del que trabaja directamente en la naturaleza, el vigor del cuerpo que resulta del contacto con las fuerzas de la tierra, y la fortuna honesta y segura que produce su cultivo”, es un agricultor-pintor nacido entre las bondades de la vida rural. Él, como el autor intelectual del asalto al Cuartel Moncada, también apuesta por la bondad de sus semejantes, quienes tienen mucho que ofrecer a la Patria.

Bien sabe este creador que “la naturaleza no tiene celos, como los hombres. No tiene odios, ni miedo como los hombres. No cierra el paso a nadie, porque no teme de nadie”, tal dijo Martí, cuya ética revitaliza a través de sus dibujos, pinturas y cerámicas, mediante la cual nos insta a ser  mejores personas y desear, de alguna manera, echar nuestra suerte al lado de los pobres de la tierra.

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