Cuba: El persistente asedio del reggaetón rodante

Cuba: El persistente asedio del reggaetón rodante
Fecha de publicación: 
11 Enero 2012
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Apenas levantaba el Alba y aquella atronadora algarabía hacía trozos la magia de cualquier amanecer sereno. Eran las 6 y 15 de la mañana y casi sin darme cuenta estaba siendo lanzado a esa cruda realidad que me aguarda a cada mañana. Esta vez no me hizo falta salir a la calle a enfrentar el asfixiante olor a cigarro del primer transeúnte que a mi lado pasara, o acoplarme a las carreras y apretones matutinos que regularmente nos depara el transporte público. En esta ocasión la historia sería bien diferente, pues aún recostado en mi cama, una estridente onda de reggaetón que brotaba desde un auto detenido en los bajos de mi apartamento, logró sacudirme los tímpanos y traspolarme de mis límites racionales en busca de una respuesta que jamás llegaría. Para colmos, lo más frustrante del sobresalto fue presenciar cómo a causa de los altos decibeles que salían de aquella música, el responsable en cuestión ni se dio por enterado de que a solo un par de metros en posición vertical, mi esposa y yo le suplicábamos desde la ventana que bajara el aturdidor volumen de su radio.

 

Así fue el comienzo de un día que nunca imaginé como el mejor de los cultos a la tortura musical. Me refiero específicamente a la sobresaturación de un género (el reggaetón) que por mucho que pueda gustar a un determinado público, sobrepasa ya la tolerancia colectiva transgrediendo constantemente el espacio personal de quienes han resuelto por decisión propia, no consumir las letras y pobres acordes de este producto.

 

Con un amanecer como este sabía que la jornada iba a ser muy larga, así que mientras me proponía salir hacia mi centro laboral, traté de mantenerme lo más alejado posible de las multitudes, evitar roces con extraños y sobre todo, subir a un transporte que aunque me tomara algo más de tiempo para llegar a mi destino, al menos me propiciara alguna tranquilidad y confort durante el viaje.

 

Comprendí que la misión que me imponía era indiscutiblemente titánica, pero al menos por esta vez las reglas me las pondría yo mismo. Llegó el primer ómnibus y además del molote tumultuario que corrió a su encuentro, un meloso y gastado estribillo de Álvaro Torres que retumbaba las ventanillas de aquel viejo artefacto ruso me predispuso a subirme en primera instancia. «Mejor espero la otra», me dije susurrando mientras trataba de darme ánimo. La segunda y tercera oportunidad fueron más de lo mismo; un revolico de gente al acecho que parecía no tener fin. Pero el reggaetón no tardaría en imponer su fuero, así que mientras el tiempo avanzaba, un bicitaxi  aparcado justo a la vera de la parada se propuso «animar la mañana» haciendo resonar en su moderno aparato de música todo un compendio de «lo que más vale y brilla» del reggaetón contemporáneo cubano. Al tercer cuarto de hora y con ingentes indicios de un fuerte dolor de cabeza, supe que finalmente había llegado mi momento. Asientos vacíos para la ocasión, aparente tranquilidad y un viaje casi directo hacia mi punto de anclaje parecía ser lo más afín a la oportunidad que estaba esperando. No lo pensé dos veces y acomodándome en uno de los asientos traseros, comencé mi travesía.

 

Pero como un viejo dicho reza que «la felicidad en casa del pobre dura poco», no demoró mucho en aparecer de la nada un grupo de estudiantes preuniversitarios cuyo entusiasmo juvenil no les permitía darse cuenta entre cantos y bailes improvisados, la molestia e irritación que entre los allí presentes su falta de educación estaba causando. ¿El problema de fondo? Un celular a todo volumen con una selección del más obsceno reggaetón cubano.

 

Pensé que nada más podría superar mi mal momento, pero estaba muy lejos de imaginar que para completar la mañana, una competencia entre celulares últimos modelos caldearía más el ambiente. El hecho se dio entre el más contento de los estudiantes de pre y un sujeto que, visiblemente molesto con la selección musical que dominaba el ambiente, sacó un BlackBerry que no demoró en propagar, para enrarecer más el panorama, Splipknot, un grupo de rock de metal alternativo muy seguido por radicales de este género.

 

Lo más preocupante de todo es que este no es un hecho insólito, sino una realidad que nos golpea a cada día de las más impensables maneras. El hecho me hizo recordar mi más reciente visita a Pinar de Río, donde en el trayecto una joven fue aplaudida y literalmente ovacionada cuando al término de la segunda hora de viaje su bullicioso celular se apagó por falta de batería. Evidentemente la selección musical que ella impuso no tuvo la aceptación esperada, algo que suele suceder cuando arbitrariamente imponemos las cosas.

 

De regreso a casa después de una agotadora jornada laboral, no quise tentar al diablo. Esta vez me dejé llevar y como castigo divino, el P-4 de tránsito hasta San Agustín fue una clase de buen comportamiento ciudadano, y apunto, con estudiantes de preuniversitario y tecnológico incluidos. Continuando viaje, el P-14 que me trasladó desde ese punto hasta La Novia del Mediodía, increíblemente ofreció a los pasajeros durante el trayecto la dulce melodía de Radio Enciclopedia. Para rematar, una vez listo para continuar hacia Punta Brava, mi destino final, el taxi que decidí tomar debido al agotamiento físico que tenía, me recibió para gran sorpresa con un estribillo peculiar que ya había escuchado bien temprano en la mañana: «te va a doler, tarde o temprano ya verás lo que te toca…» Lo que me hizo sonreír y analizar que si no fue un cercano vaticinio a lo que más tarde acontecería, probablemente la guagüita rusa de tono meloso que en la mañana dejé escapar, hubiese sido mi efímera escapada del persistente asedio del reggaetón rodante.

 

Cubasí le recomienda visitar el blog del autor: http://lachiringa.wordpress.com

Comentarios

Es un fanatismo increíble lo del reggaetón, todo el mundo escribe sobre el tema... a mí me parece bien, porque le dan más fama aún... viva el género que más se oye ahora mismo... que sigan escribiendo sobre el tema, que eso genera visitas... claro, igual sería bueno que de vez en cuando escribieran algo positivo del género, eso sí generaría más atención para los jóvenes que seguimos la prensa digital en este país... Muchas gracias y a bailar con felicidad.
José Augusto, tengo 22 años, y a mí también me resulta insoportable el regetón, q guste a la gran mayoría no quiere decir q nos guste a todos, más bien a los q verdaderamente tenemos buen gusto no nos gusta. Si quieren oírlo o bailarlo, está bien, pero no tienen derecho a imponerlo en las guaguas, carros a toda voz.
En cuanto al reegeton en cuba considero que es muy bueno anque existe algunas composicciones de este genero que no presenta la letras adecuadas y eso es lo que si debemos criticar fuertemente, los malos textos no solo en el reegeton,si no en cualquier genero musical que no cumpla con una etica y respeto con el publico en cuanto sus composiciones,porque nadie esta obligado ha oir palabras obsenas; por favor no satanizen mas el genero y lo que hay que hacer es luchar por mejorar los textos una prueba de esto es la nueva propuesta 2012 del grupo que toda cuba canto sus canciones y mas haya en Europa tambien, CUBANITO 20-02 con un disco lleno exelentes textos a base de reegeton fusionado con merengue,cumbia y musica Cubana ,ejemplo de eso es la cancion IMAGINACION que esta presente en este CD ya esta sonando en la radio y tambien en Europa cosas como esta son la que tenemos que promover y no satanizar ningun genero mausical VIVA LOS MUSICOS CUBANOS DE CUALQUIR GENERO a bailar a gozarrrrrrrrrr.......
Jose Augusto, Daniela, yo diría un poquito más, y sencillo a la vez. Que se pongan audífonos!!!Eso sencillamente, quien ha dicho que la música que a otras personas le gusta la tengo que soportar de manera impositiva???Solo eso, al que le gusta, perfecto, y al que no??? Saludos a todos!!!! Carlos Alberto Pérez
Una cosa es la música y la otra la letra de esas canciones que además de obcenas son bastabte atacantes a lo más lindo que ha dado la humanidad, las mujeres, pero tambien digo que esas jovenes que tan ofendidas son en las letras de esas canciones, son las que más lo bailan y ¨gozan¨, o sera que ¿no entienden las letras?, cabe de esperar.

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