La expulsión de la Cónsul de Venezuela en Miami: Otra paletada de fango sobre Washington

La expulsión de la Cónsul de Venezuela en Miami: Otra paletada de fango sobre Washington
Fecha de publicación: 
10 Enero 2012
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Los gobernantes de Estados Unidos expulsaron a la cónsul general de Caracas en Miami, Livia Acosta Noguera, basados en el documental “La amenaza iraní”, transmitido el mes pasado por la ultraderechista cadena televisiva en español UNIVISION.

Según el documental, amplificado por la agencia noticiosa AP, cuando tiempos atrás ella se desempeñó como diplomática de su país en México, analizó posibles ciberataques contra computadoras de la Casa Blanca.

El vocero del Departamento norteamericano de Estado, Mark Toner, dijo que la expulsión fue notificada el viernes al gobierno de Venezuela, pero no explicó las razones de tal medida.

Desde Santiago de Chile el canciller venezolano, Nicolás Maduro, declaró a EFE que, en su momento, “vamos a dar una respuesta clara, firme y oportuna” sobre este asunto, porque ahora nuestra agenda es la unión de América Latina”.

Resulta curioso que, una vez más, Washington monta otra de sus grotescas maquinaciones contra Venezuela precisamente cuando ha sido una de las principales protagonistas de sucesos que afectan el dominio de la Casa Blanca en el área.

Una de las más recientes tuvo lugar en diciembre, al constituirse en Caracas la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), ocasión en la que, por primera vez en la historia, se reunieron y adoptaron acuerdos trascendentales los países de la región, sin la presencia de Estados Unidos.

Pero ahora mismo ha transcurrido el ejemplo de la visita a Caracas, así como a otras naciones latinoamericanas, del presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad, hecho que provoca la manifiesta indignación del gobierno estadounidense, nueva expresión de su total desprecio a la soberanía e independencia de estas.

No se trata de los primeros casos en que salta a la superficie el profundo ultraje de Washington a las normas establecidas en las relaciones internacionales, al más elemental respeto a los demás.

En junio de 2010, en medio de una fuerte polémica bilateral, Estados Unidos retiró a su embajador de Venezuela, Patrick Duddy, y después propuso sustituirlo por Larry León Palmer, funcionario encargado de reclutar y financiar a organizaciones de América Latina al servicio de la política exterior de la Casa Blanca.

El anuncio fue recibido en Caracas con neutralidad y luego hasta le otorgaron el beneplácito, a pesar de sus conocidos antecedentes de actividad subversiva en la región.

Horas antes de trasladarse a Venezuela, y a manera de un elefante que irrumpe en una cristalería, al hablar ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado el señor León Palmer lanzó groseros ataques contra el país suramericano donde fungiría como embajador.

Esas diatribas incluyeron acusarlo de estar supuestamente vinculado a grupos terroristas, amenazar la libertad de expresión y poseer unas fuerzas armadas con “baja moral”. Por razones elementales, las autoridades venezolanas le retiraron el beneplácito.

Sin embargo, la Casa Blanca no aceptó esa decisión, trató de justificar las palabras de su candidato a embajador en Caracas e insistió en su nombramiento, aún cuando el Derecho Internacional prohíbe la imposición de un funcionario diplomático de un país a otro.

A pesar de todo, cuando después de noviembre los senadores regresaron de sus vacaciones, el subsecretario de Estado para América Latina, Arturo Valenzuela, declaró que estaba “contento” porque León Palmer en breve sería aprobado y “viajaría dentro de pocos días” a su nuevo destino.

“Este señor no viene para acá”, alertó el presidente Hugo Chávez, y “si intenta entrar, habrá que detenerlo y devolverlo a Estados Unidos.

No tardó la respuesta desde la acera de enfrente, “habrán consecuencias”, amenazó un vocero del Departamento de Estado, y durante los últimos días de diciembre le revocaron la visa al embajador venezolano en Washington, Bernardo Alvarez, con el pretexto de aplicar una medida “recíproca y justa”, aún cuando ningún diplomático estadounidense sufrió algo similar en Caracas.

Ahora con otro claro sello vengativo y sosteniendo burdos subterfugios expulsaron a la cónsul general de ese país suramericano en Miami, un estilo más propio de asaltadores de camino que de un gobierno auto-valorado como fiscal de la democracia en el mundo. 

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