EN LA FERIA: El imperio de la soledad

EN LA FERIA: El imperio de la soledad
Fecha de publicación: 
4 Enero 2012
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Estamos, esencialmente, solos. Venimos al mundo rodeados de seres que nos aman y nos protegen, o apenas nos acompañan; transitamos entre otros que nos distinguen o nos ignoran; chocamos con algunos que nos hacen daño… pero el viaje es en definitiva de uno mismo, desde el primer día hasta el último. El gran reto de la vida —el inicio y el fin de todos los conflictos— es lidiar con esa soledad.

Marcelo Quiroga presenta en Los deshabitados a un puñado de personajes que se debaten entre el querer y el poder, que se sienten atrapados —inmovilizados— por los hilos invisibles de la rutina, del miedo o la incapacidad cierta de trascender su contexto. Sienten que tienen asideros para seguir adelante: la religión, el amor, la familia… pero no logran concretar la libertad soñada.

Sin que se manifiesten con absoluta crudeza, las normas y convenciones imponen un régimen que disuade. Todo está marcado: la línea entre lo “moral” y lo “amoral” es bien visible y no admite gradaciones. Al final de la jornada, ¿qué somos ante tan formidable puesta en escena? Ya lo hemos dicho: estamos solos. Y la certeza de estarlo no nos salva del miedo a quedar fuera. Con tal de no sentirnos marginados, es preciso a veces usar alguna máscara.


Los deshabitados
puede parecer a primera vista la crónica resignada de una sociedad inamovible; pero es en realidad una exploración —hermosa y lúcida— de las motivaciones y necesidades de sus integrantes. En el grito reprimido, en el gesto pudoroso, en el pensamiento ambiguo… está el germen de una rebelión que no acaba de tomar cuerpo.

Novela de primorosa hechura, puede el lector abandonarse a la contundente belleza de símiles y metáforas, a la fluidez y viveza de sus descripciones, o a la naturalidad del diálogo. Mas convendría que nunca perdiera de vista ciertas honduras: cada uno de los personajes puede ser, de alguna forma, nuestra imagen en el espejo.

Al boliviano Marcelo Quiroga Santa Cruz (1931-1981) le bastó Los deshabitados (1957) para convertirse en un escritor de referencia en su país. Su intensa vida política apenas le dejó tiempo para la literatura. Una segunda novela, Otra vez marzo, quedó inconclusa después de su asesinato por las fuerzas represivas del dictador Luis García Meza.

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