La herencia bronceada de un bogar intenso

La herencia bronceada de un bogar intenso
Fecha de publicación: 
11 Agosto 2014
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Los veo a ellos, con nueve regatas a cuestas en un lapso de cuatro días y no puedo evitar viajar en el tiempo, a la época de mis torneos infantiles de tenis de mesa, a mis únicos juegos escolares, a esas maratónicas jornadas de seis horas o más desafiando rivales, buscando el resquicio más efectivo para un servicio, parando y contraatacando remates, en fin…

Y es que la herencia y la tradición la han forjado a fuerza de paletadas. En el Centro Acuático Krylatskoye de Moscú, Rusia, sede del Mundial de canotaje, con presencia de 895 piragüistas de más de 80 países el binomio del C-2 conformado por Serguey Torres y Rolexis Báez, desempolvó el poderío de antaño de sus predecesores y nos devolvió a la ruta del podio con su bronce de los 500 metros. Su crono de 1:39.385 minutos, les valió para escoltar a los rusos Korovashkov y Shtyl (1:35.829) y los rumanos Liviu Alexandru Dumitrescu y Víctor Mihalachi (1:38.381), respectivamente.

Por inverosímil que parezca, el último referente de podio cubano en certámenes universales de canotaje correspondió al K-2 de Reinier torres-Carlos Montalvo, también bronceados pero a mil metros (3:16.071) en Dartmouth, Nueva Escocia, Canadá en el 2009.

Con el metal de Torres-Báez el botín histórico de nuestro país en lides del orbe asciende a tres cetros, cuatro platas y siete bronces, estela iniciada por la dupla de Ibrahim Rojas y Leobaldo Pereira en Milán 1999, cuando bogaron plateados en el kilómetro de segmento.

Dos años más tarde en Poznan materializaron la hazaña de colgarse un metal en cada una de los tres tramos convocados para el C-2: título a 500 metros y sendos bronces en 200 y mil. Ese fue el segundo mejor avance de nuestras tripulaciones, pues al año siguiente el propio Rojas, en yunta con Ledis Frank Balceiro selló un performance sin precedentes: coronas a 200 (37.027 segundos) y 500 (1:43.467) metros, además del subtítulo en los mil (3:33.676).

Serían esas expresiones de constancia, osadía —muy pocas otras embarcación de naciones de extremo poderío se atreven a dar paletadas en todos los segmentos, y mucho menos subirse al podio en todos—, y entrega las que harían en lo adelante a las tripulaciones del C-2, gozar de respeto en la élite.

Se encargaron de preservarlo el propio Torres junto a Karel Aguilar tras los Juegos Olímpicos de Atenas, quienes en Zagreb 2005 imitaron a sus embarcaciones notables predecesoras con el tridente de metales, y al retirarse este último del deporte activo, José Carlos Bulnes primero y ahora Báez, formaron dueto con el espirituano de 25 abriles Torres.

Justamente Torres-Aguilar acuñaron en el 2007 la última presea previa de una tripulación del C-2. La de este 2014 en aguas moscovitas representó para el espirituano Torres su quinta en justas mundiales.

Allí además recalaron séptimos en la final A de los 200 con crono de 36.799 segundos, en prueba dominada por los rusos Alexey Korovashkov e Iván Shtyl (35.350), los alemanes Robert Nuck y Stefan Holtz (35.706) y los brasileños Erlon De Souza Silva y Isaquias Queiroz (36.064), respectivamente, según el sitio web del certamen.

Concretaron su actuación con la primera posición de la definición B en los mil metros (3:37.404 minutos), décimos de la clasificación general y una nariz por delante de los polacos Mateusz Kaminski-Michal Kudla (3:37.516).

Cabe destacar que a ellos se sumó la kayacista individual Yusmari Mengana, quien encaró seis regatas hasta en definitiva remar las finales B de los 500 y 200 metros. En el primer tramo finalizó novena y última, similar al 18 global con registro de (1:59.039 minutos), bien distante de la monarca absoluta, la húngara Danuta Kózak (1:49.283). Un poco mejor resultó su destino en los 200 (40.543 segundos), amén de estar igualmente alejada de la as neocelandesa Lisa Carrington (37.898).

El rendimiento de Mengana confirma que a sus 21 años, todavía dista del nivel supremo, concentrado entre sus similares europeas y algunas individualidades de Nueva Zelanda, Canadá y Estados Unidos, y del prestigio alcanzado por los hombres de la canoa. Eso sí, en el contexto centroamericano y caribeño debe reinar en Veracruz ambos tramos.

Para esa cita la pugna estará planteada de antemano con anfitriones y venezolanos, pero nuestras huestes deben dominar. Claro, ese termómetro dista de la calidad suprema, de la herencia bronceada ganada a fuerza de un bogar intenso por el C-2, y de la necesidad inminente de desarrollar otros botes y tripulaciones en la búsqueda del entorno excelso en materia de paletadas.

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