Volvamos al «paquete»

Volvamos al «paquete»
Fecha de publicación: 
31 Julio 2014
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Me ha llamado la atención, luego de varios días de publicado en Cubasí, la cantidad de comentarios que generó mi trabajo «Cambios en la estrategia subversiva EEUU-Cuba».

No tanto por el número, que me parece significativo para este tipo de publicación, como por ciertos patrones de juicio que en ellos predominan. El que gana, por mucho, es aquel que culpa a la TV cubana de la popularidad que alcanza «el paquete» en nuestra población. En ese tópico, se considera que este es diverso y entretenido en tanto la televisión es monótona y aburrida. Y, aunque en menor medida, que ese «paquete» no es un intruso en nuestra formación cultural masiva, mucho menos política, sino una opción más de la que la población sabrá escoger lo mejor sin la más mínima dificultad. Todos los comentaristas que esto opinan se consideran con plena potencialidad para escoger y absolutamente suficientes para enjuiciar los productos. Tal vez el menos señalado es el que considera falso, o al menos dudoso, que sea una estrategia de subversión injerencista, dejando la culpa, aunque no de modo explícito, al deficiente uso de nuestra contrapropaganda, o propaganda de resistencia ideológica.

Estos patrones están perfectamente claros en los comentarios y reflejan, en bastante medida, hasta qué punto la estrategia de dominación cultural ha avanzado en el proceso de camuflaje de la subversión.

Relacionemos los tópicos fundamentales que es posible advertir en el debate al pie del texto:

1º. La culpa de la popularidad del «paquete» la tiene la programación deficiente de la TV cubana.

2º. La población es capaz de escoger lo mejor entre la bruma de banalidad que «el paquete» contiene.

3º. Lo que la gente escoge es lo mejor por el hecho de que la gente lo escoge mayoritariamente.

4º. El gusto adocenado no perjudica al ser humano, sino que, por el contrario, lo beneficia, pues ese “es” “su gusto” y su libre entretenimiento.

5º. Que la comercialización del «paquete» es una especie de empleo irregular, y solo debe ser “mejorada” por los comerciantes antes de ser distribuida.

6º. Que el artículo anuncia una posible represalia contra los consumidores, y distribuidores, del «paquete», lo cual devendrá en su prohibición.

 Como puede apreciarse, detrás de estos patrones de opinión subyacen varios temas y asuntos que reclaman acercamientos profundos y especializados, capaces de discernir los antecedentes, causas y consecuencias del fenómeno «paquete» audiovisual y la estrategia subversiva estadounidense.

Hagamos, por el momento, un simple desglose de posible orientación profesional que plantee al menos la ruta en cada uno de los términos.

1º. La TV cubana, como lo expresara algún comentarista del trabajo, transmite muchos de los productos del «paquete». La popularidad de este producto alternativo está dada por la influencia que ejercen las televisoras comerciales que, casi siempre de modo irregular, o ilegal, consume nuestra población. La TV cubana, por su parte, tiene también buenas opciones, con programas de alto nivel, tanto cubanos como extranjeros, que no son masivamente consumidos, y que no compiten, objetivamente, con los malos programas banales que también produce y reproduce.

2º. Si, como se puede comprobar fácilmente, se transmiten por nuestra TV programas de alta calidad y nivel de producción, cubanos y extranjeros, que alcanzan muy poca audiencia debido a que coinciden en horario con otros de marcada banalidad y ligereza, es falso que la población sabe elegir sin orientación educativa e informacional.
Se necesita un trabajo constante, lo más ameno posible, que no deje de profundizar en los fenómenos relativos al consumo audiovisual que la industria cultural globaliza a través de las Nuevas Tecnologías de la Información. Del «paquete» se promociona y se escoge lo peor, con más incidencia que las buenas ofertas, que suelen pasar inadvertidas para la mayoría.

3º. El hecho de escoger lo mejor espontáneamente, porque es lo que el consumidor prefiere, es una tautología que deja fuera la esencia del problema. Y un modo conformista de dejar que el «paquete» continúe su labor de zapa en el gusto popular cubano.

4º. El mismo procedimiento tautológico que se encadena con los puntos 2º y 3º: ese gusto general se halla cada vez más mediado por las direcciones que eligen las promociones dirigidas por los monopolios de la industria cultural, disfrazándolas de demanda popular genuina.

5º. La comercialización del paquete es la verdadera piratería, pues se trata de un producto sobre el cual no se ha adquirido ningún tipo de derecho de difusión y comercialización y se usa para lucro personal por parte de sus distribuidores. No es el caso de la TV cubana, que es pública, sin beneficios comerciales, y que socializa de modo gratuito los productos que ofrece.

6º. Lo que está prohibido por la ley no puede ser nuevamente prohibido por la práctica. La comercialización irregular del producto del «paquete» es un ejercicio de mercado negro; sus expendedores no son “infelices luchadores” por la sobrevivencia, sino usureros ilegales de la propiedad intelectual ajena. ¿Por qué la mayoría de los comentaristas, que son tan críticos con nuestra programación televisiva, no asumen este punto con la misma justicia?

En general, nadie se siente abducido por la subversión al reclamar su justo derecho de elección en el consumo. De ahí que sea precisamente esa vía, ya establecida como una red de comunicación en Cuba, fuera de implicaciones políticas explícitas para la mayoría de sus usuarios, una de las escogidas por la subversión que desde los Estados Unidos, y con el generoso financiamiento de la USAID, se desarrolla diariamente contra nuestro país. No es algo que se me haya ocurrido, o que haya inferido por pura paranoia, sino que está en el propio Informe  Inspección a la Oficina de Transmisiones hacia Cuba desclasificado por la BBG (Junta de Gobernadores para las transmisiones de Estados Unidos), descargable también en Cubadebate. Allí se hace explícito que el programa subversivo para Cuba se ha reacondicionado hacia el ámbito de las noticias, los deportes y el entretenimiento. Este viene, según el propio informe, del año 2012 y se extenderá hasta el 2016. O sea, que nos hallamos en el mismo centro del tiempo estratégico.
De ahí, además, que necesitemos propiciar el debate e incentivar la información, con hechos y demostraciones concretas, y con razonamientos que, al dialogar con la masa de consumidores, permita al individuo hallarse en la verdadera circunstancia de escoger, en efecto, lo mejor.

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