La democracia desideologizada, según El País y su nuevo director

La democracia desideologizada, según El País y su nuevo director
Fecha de publicación: 
6 Mayo 2014
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En sus respuestas, se declara Caño fuera de toda ideología, dispuesto a no estar ni a la derecha ni a la izquierda en el entramado político y niega, por tanto, que su Diario haya sufrido proceso alguno de derechización. Así, su apoyo incondicional a la expansión neoliberal capitalista, con la permanente agresión a gobiernos, partidos y grupos de izquierda, no deben ser considerados actos de derechización, sino gallardos gestos de representación de “las aspiraciones de los ciudadanos, especialmente los de la clase media,” y un avance a “la modernización, la libertad y el progreso.” Esta aclaración, por cierto, aparece luego de haber asegurado que entre sus bien definidos propósitos se haya el de “contribuir a la transición hacia la democracia en países como Cuba o Venezuela”, del mismo modo en que su periódico lo hizo con las “dictaduras militares de corte fascista” de Argentina y Chile.

Más claro…

Aunque, de cualquier modo, es bueno desglosar algunos puntos concretos, para saber a qué seguimos ateniéndonos en el futuro del Diario.

En primer orden, es evidente que, para Caño, el concepto de ciudadanía se centra en lo que considera clase media, del mismo modo en que el concepto de democracia se establece a partir de los poderes que rigen la reproducción del capital. Por tanto, y según la tautológica fórmula de legitimación del sistema de relaciones sociales, si la reproducción del capital es la esencia misma de la democracia, cualquier imposición que desde el capitalista provenga, será esencialmente democrática.
Caño es, al mismo tiempo, condescendiente con los “poderes fácticos”, pues considera natural que toquen a las puertas de los medios para imponer sus intereses. Y omite, por supuesto, el papel de las clases bajas, esas que, por cierto, legitiman la acción de los gobiernos legítimos que se declaran socialistas. Y esto lo llama no responder a ideologías.

 Si este es su punto de partida, no es de extrañar, por ejemplo, que se declare en contra del separatismo catalán en tanto se apoye —históricamente- los separatismos derechistas, como en su momento lo hicieran con el boliviano, y actualmente lo hagan con el guarimberismo fascista venezolano o, desde luego, histórica y consuetudinariamente, con el mercenarismo contrarrevolucionario cubano. Pero ojo, insisto, para Caño, esas posturas carecen de ideologización, pues se declara además libre de activismo, militancia o sectarismo. Como jurar amor eterno, y tierno, a puro puñetazo contra el rostro amado.
Desde luego, si el régimen democrático por antonomasia de Caño está basado en la proclama suprema del capitalismo, totalizando su régimen de explotación como modo de vida natural, ¡qué va a admitir nada que pretenda transformar el orden!
Y confirma además su antiactivismo cívico al declararse enemigo del aborto voluntario, con lo cual redondea su estrecho espectro antonomásico.

Pudiéramos pensar, un tanto a la ligera, que nada hay nuevo en el asunto, dada la trayectoria de El País, pero es necesario advertir que estamos en un momento de contraofensiva injerencista global cuyos derroteros no actúan aisladamente, sino, como corresponde al modus operandi del injerencismo imperialista, de forma coordinada, sistemática y progresiva. Creo, por mi parte, que la escalada opositora de El País contra el gobierno legítimo, y democrático, de Venezuela, y, más no faltaba, contra la revolución cubana, vendrá con nuevos bríos y más engrasadas insistencias. Si es usted lo suficientemente masoquista, en términos mediáticos, digo, déjese entonces llevar por su marea, y lo disfrutará.

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