Ucrania: Todo previsto

Tal y como lo ha previsto Estados Unidos, el nuevo gobierno interino de Ucrania ha seguido cumpliendo el guión de antemano trazado, y hoy se adhiere a las políticas de rescate preconizadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), para paliar aparentemente situaciones críticas económicas, pero que, como se ha demostrado, convertirá la crisis en saqueo, empeorará todo con la implacable austeridad y el rescate financiero aumentará la desigualdad.

                                                                
Así, ya han comenzado a subir los precios del gas, otros rubros energéticos y artículos de primera necesidad, y se espera una fuerte reducción de las reservas en divisas y la devaluación de la moneda local, el grivna. De cualquier manera, habrá caída del Producto Interno Bruto, de entre 3% y 10%. 

                                                                                                          
El comentarista norteamericano Joe Quinn pregunta el porqué si los ciudadanos ucranianos estaban tan determinados a tener una “verdadera democracia”, no está el “poder popular” protestando respecto al hecho de que un grupo de individuos no electos, quienes fueron impuestos por el Departamento de Estado de EE.UU., esté firmando acuerdos con la Unión Europea, el FMI y la Organización del Tratado del Atlántico Norte en nombre del pueblo ucraniano. Y  concluye:   

                                                                                         
“Todo esto me suena muy parecido a un golpe de Estado... pero quizá sea sólo yo el que tenga esta impresión”.   
                                                                

Lo anterior está muy próximo a la verdad, porque antes de que se iniciaran las manifestaciones a finales de octubre, fue programada una elección general para el 2015. A medida que la protesta fue creciendo e intensificándose, el presidente ucraniano electo, Víctor Yanukóvic, acordó llevar adelante los comicios este año y poner en práctica una serie de medidas, incluyendo volver a la Constitución de 2004, la cual reducía drásticamente los poderes del mandatario.

 Concretamente, estos cambios cumplían con la mayoría de las demandas de los manifestantes y prometían un nuevo gobierno este mismo año por la vía del camino electoral. Sin embargo, apenas este acuerdo fue firmado, estalló la violencia en Kiev y 100 personas, incluyendo policías, fueron asesinados...  por alguien que aun no se ha determinado, pero la prensa occidental, como siempre, echó la culpa a las autoridades democráticamente establecidas.    

El resultado de todo esto fue el nombramiento de un presidente, un primer ministro y un gabinete, formado por "ultranacionalistas", ocupando varias posiciones de perfil alto y en control de la Armada. Ninguno de estos sujetos fueron elegidos por el pueblo ucraniano y el Primer Ministro es el hombre nombrado por la Secretaria de Estado de EE.UU., Victoria Nuland. 

Las diversas informaciones dadas a conocer por Occidente sobre la presunta corrupción e irresponsabilidad del gobierno de Yanukóvich, fueron sustituidas por  la usurpación del poder sin mediar una elección y, por lo tanto, nada representativa del pueblo.

                                                        
Con ello, el premier designado por Washington firmó un acuerdo con la Unión Europea y los ya mentados con el FMI y la OTAN.  
                                                                                                                   

Por lo pronto el FMI otorgará a Ucrania un préstamo a dos años de poco menos de 20 000 millones de dólares, casi el  total de 27 000 millones que darán las entes imperialistas a ese país.  

                                      
Pero claro, con los requisitos de siempre, que perjudicarán a la mayoría en beneficio de la minoría, con el pretendido fin de estabilizar la situación económica y propiciar el desarrollo.   
                                                 

Es decir, la Unión Europea mete en el saco del neoliberalismo elitista y socialmente insensible a una Ucrania donde impera la ultraderecha, con rebrotes neofascistas, sin el concurso de una Crimea que votó libremente por la adhesión a la Federación de Rusia, que la convertirá en una zona especial económica.