¿El carro o la vianda?

¿El carro o la vianda?
Fecha de publicación: 
7 Enero 2014
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De polémica en polémica vamos en los medios digitales y en las redes sociales. Primero fue el cierre de los cines 3D, después la prohibición de las congas en los estadios y ahora el precio exorbitante de los automóviles en las agencias estatales. Ojalá que en los medios impresos, en la televisión y la radio se reflejara ese aluvión de opiniones, ese debate tan intenso. Ojalá que las asambleas de rendición de cuenta del delegado fueran tan animadas. El caso es que sobre el asunto de los automóviles he leído un montón de reacciones y he escuchado muchas opiniones en las tertulias callejeras, en las guaguas y los almendrones.

Solo espero que sean tomadas en cuenta por los entes decisores, de la misma manera que se tomó en cuenta lo de las congas, por ejemplo, o los planteamientos de los activistas LGTB en las discusiones previas del Código de Trabajo. El debate es beneficioso, eso lo sabe todo el mundo. Pero ahora que tanta gente se queja del precio de los carros (se quejan también, con todo su derecho, los que nunca van a poder comprarse un carro, como este que escribe), yo me voy a quejar de sobreprecios mucho más preocupantes: los de la carne, las frutas, las viandas, los vegetales, los granos...

Ese debate debería de estar también en las redes sociales en Cuba, mucho más que el de los carros, digo yo, porque la mayoría de nosotros no se puede comprar un Peugeot a cuatro y cinco veces de lo que costaría en mercados "normales" (donde tampoco lo podríamos comprar, por cierto), pero todos, absolutamente todos, sí tenemos que comprar los tomates a un precio ocho veces superior del que lo adquirieron los intermediarios. Lo escribí el otro día en mi blog: el hecho de que una naranja chiquita cueste dos pesos es una extraodinaria falta de respeto y una muestra descarada de cinismo por parte de los vendedores.

Hace algún tiempo, en el segmento Cuba dice del Noticiero Nacional de la Televisión, se transmitió un recorrido por algunos de los mercados agropecuarios de La Habana y otras ciudades del país. Al comparar el precio de lo que se ofertaba allí con el que ofrecían los productores a los intermediarios, saltaba a la vista un desnivel astronómico. No puede ser, de ninguna manera, que un vendedor gane por un producto casi diez veces lo que gana el mismísimo productor. No puede ser, pero es.

Algunos de los vendedores e intermediarios entrevistados se defendieron diciendo que esa era la dinámica de la oferta y la demanda. Que ellos no inventaron esos precios, que la gente compra los productos de todas formas. Obviamente tienen que comprarlos, con la cuota subvencionada que se da por la libreta de abastecimiento nadie vive, eso se sabe hace mucho tiempo. Alguien llegó a decir el otro día en un mercado que si se bajan los precios, los productos se acabarían más rápido y la producción no garantizaría su reemplazo. De acuerdo, los problemas de la producción son inmensos (de ese tema habrá que hablar también), pero ¿cómo se justifica el hecho de que se mantengan los precios altos artificialmente, hasta el punto de que si los alimentos se echan a perder se prefiere botarlos antes de hacerle una rebaja?

Lo que hay detrás es un evidente afán de enriquecimiento, a costa por supuesto de los usuarios. Y más atrás, también, hay mucho descontrol, improvisación en los procesos de distribución, desorganización en todos los niveles.

Se están ensayando nuevos métodos, como ese de que las cooperativas se encarguen de la administración y abastecimiento de algunos mercados. Debe incidir en la disminución de los precios, esperemos; pero no se puede olvidar que la principal función de una cooperativa agropecuaria no es comercializar al por menor, sino producir. Hay que regular el sistema de distribución de los alimentos, debe ser una prioridad.

La estatal empresa de Acopio ha demostrado a lo largo de todos estos años su decidida incapacidad al asumir esa función. Duelen los miles de quintales de productos que se quedan en los surcos por falta de transporte o cajas para almacenarlos. En ese mismo reportaje del NTV, por ejemplo, se pudo apreciar grandes cantidades de boniato pudriéndose en una nave. Después aparecieron funcionarios quitándose la responsabilidad, mirando al otro lado, esgrimiendo tecnicismos. Pero nadie explicó con diafanidad porqué se pudrieron los boniatos ni qué se va a hacer para evitar que se pudran en el futuro.

Parece que estamos en un laberinto sin salida, entre empresas estatales ineficientes y particulares inescrupulosos. Pero hay que encontrar la salida —cooperativas, empresas mixtas, regulaciones más efectivas— porque lo que está en juego no es la opción de viajar cómodamente en un automóvil nuevo (algo que, digan lo que digan, no es vital) sino la de sentarse a comer todos los días. Viajar, más mal que bien, se puede en una guagua. Pero sin comida no llegamos a ninguna parte. 

Comentarios

La moraleja del artículo y de las opiniones aqui dadas es que son carros para los intermediarios. El slogan de la venta de autos muy bien puede ser "destripe al resto de los cubanos y comprese un auto". Saludos.
Experiencia cercana y no la tomamos en cuenta: Venezuela. ¿Por qué para nosotros es tan difícil asimilar las buenas experiencias de otras economías y todo lo hacemos improvisando y tratando de descubrir el agua tibia? Creo que nuestra excesiva costumbre de hacer las cosas diferentes a todo el mundo nos hace caer en posiciones poco profesionales y serias a la hora de tomar decisiones. Evidentemente si el propio Estado especula con los precios en las TRD, dónde no creo exista ya justificación para mantener un precio al 240 % de ganancia por muy recaudadora que sea la tienda, no veo cómo se puede controlar la especulación de precios en la gestión de un particular o una cooperativa. Y cuidado si no se le pone freno a este problema los especuladores se haran millonarios a costa del pueblo sin disparar ni un chícharo y serán los dueños de los precios. ¿Por qué nuestrop Ministerio de Finanzas y Precios no se pryecta con relación a este problema? ¿Realmente nos creemos el cuento de que los mercados de oferta y demanda no tienen regulación en el mundo y todo se hace a voluntad de los vendedores? Si en el mundo entero se legislan los límites de las utilidades a las ventas y se es bastante estricto en este tema ¿por qué nosotros somos tan incapaces de hacerlo?
POr fin un medio de Cuba, un medio de los que llaman oficialistas, publica un artículo tan descarnado. Feliciten al periodista y felicítense ustedes mismos, los editores, por publicar temas que la gente necesita, que están en bocas de todos. YO no voy a hablar nada sobre el tema, yo suscribo todo lo que dice el periodista. Y por favor, los demás medios de prensa en Cuba, sobre todo los impresos y la televisión, tomen ejemplo de CUbasí, este es el periodismo que necesitamos, a calzón quitado, sin media tintas... Saludos desde Boyeros, donde los productos del agro están muy caros...
Y que me dicen del la libra de LIMÓN A 20 PESOS!!!!
Estimados foristas, si trabajaramos más y hablaramos menos, seguro tendriamos vianda y carros

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