Javier Fano: En el teatro, no miro a los ojos del público

Javier Fano: En el teatro, no miro a los ojos del público
Fecha de publicación: 
28 Noviembre 2011
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Javier Fano está sobre un escenario casi por casualidad. De pequeño nunca tuvo especial interés por actuar, no era de esos niños que recitaban en los matutinos de la escuela o cantaban en los actos patrióticos. “Mi hermano sí estudiaba actuación en la Escuela Nacional de Arte (ENA), y yo me iba con él para allá. Siempre me gustó el ambiente: los pelos largos, los pullóveres del Che, los juegos entre los muchachos… Me dije: me gustaría estar aquí. Pero ni siquiera lo decía por el hecho de ser actor, sino más bien por el de compartir todo aquello”.

Entre visitas y visitas, a Javier se le ocurrió, casi por embullo, hacer las pruebas de ingreso. “Mi hermano al principio no quería, pues él sabía que me iba a tener que enfrentar a muchos contratiempos, sabía que este oficio era muy complicado, pero ante tanta insistencia mía, me preparó”. Aprobó.

A uno puede parecerle extraño que alguien tome una decisión que puede marcar toda una vida con tanta “frivolidad”, pero a Javier Fano todo le salió bien. Él no tendría muy claro qué quería ser, pero sí lo que no quería: “Yo soy hiperquinético, no podría hacer un trabajo de oficina, donde tuviera que estar ocho horas todos los días sentado en buró, haciendo siempre lo mismo. La actuación me pareció un camino. Y también me seducía el hecho de poder desdoblarme”.

Con los años le fue tomando el gusto a todo aquello, aprendió a disfrutar toda la parte seria de sus estudios, que iba más allá de modas o maneras de comportarse. Poco a poco se hizo actor, y tan bueno que ahora a nadie se le ocurriría pensar que no nació para serlo.

Radio, televisión… teatro

En su todavía corto itinerario profesional, Javier Fano ha hecho radio, televisión y teatro. No puede decir que uno le guste más que el otro. “En la radio trabajé dos años y medio, pude ampliar mi registro vocal, conocer un medio totalmente desconocido para mí...  Ahora no la hago, pero me encantaría tener un programa de noche, donde pudiera hablar con el oyente, reproducir buena música”.

En la televisión sigue trabajando. Es un medio que exige mucho y que tiene particularidades. “Si no estás en la televisión, de alguna forma, no estás. Es la mejor manera de promover tu trabajo. Es una vitrina, ahí te das a conocer al público y a los directores...”

Fano se muestra satisfecho con la mayoría de sus trabajos en el medio, aunque confiesa que algunos quizás hubieran podido salir mejor. Ahora mismo está saliendo al aire por Tele Rebelde la serie juvenil Adrenalina 360, una producción de 73 capítulos en la que comparte con otros jóvenes actores.

“No voy a decir aquí o allá me sentí mejor, con tal o tal director, solo diré que es una experiencia importante para cualquier actor. Y en cuanto a trascendencia de lo que haces, también es significativa. Claro, yo me siento más libre en el teatro.

”El teatro es el aplauso del público, el reconocimiento directo a lo que haces; es el trabajo de días y días, perfeccionado un personaje, encontrando matices; es la ovación si lo haces bien, y el silencio si no; es el trabajo en vivo, en contacto directo con la gente”.

Javier Fano ha tenido la oportunidad de trabajar con dos de los más reconocidos directores teatrales de Cuba, en dos compañías emblemáticas: Carlos Celdrán, de Argos Teatro; y Carlos Díaz, de Teatro El Público. De cada uno ha aprendido, a pesar de que tienen maneras muy peculiares de trabajar.

“Celdrán es un director muy pendiente del actor, de todos los detalles. Tiene muy claro lo que quiere y trabaja fuerte para lograrlo. Con él sentía que me podía abandonar, seguir estrictamente sus indicaciones y que al final siempre iba a estar bien.

”Carlos Díaz es otra cosa, para él es muy importante la participación del actor en la construcción, no solo de su personaje, sino de toda la obra. A veces no dice nada, solo te deja hablar, aportar ideas. El posibilita que tú le vayas poniendo mucho de ti a lo que haces. Tienes más libertad para crear. Pero también está muy pendiente de tu trabajo, cuida hasta los pormenores”.

Con Carlos Díaz, Javier Fano regresó al teatro, y en grande. “Cuando ya no pertenecía a Argos Teatro, Carlos se interesó en mí. Me dijo; voy a empezar a hacer una obra, ¿quieres entrar a trabajar con la compañía? Por supuesto que le dije que sí. Estar en El Público siempre fue uno de mis sueños”.

La obra en cuestión era Noche de Reyes, de Shakespeare, en una versión de Norge Espinosa.

“Me sobrepongo al cansancio. De hecho, creo que algunas de mis mejores funciones las he hecho bastante cansado, o sintiéndome mal

Una noche, muchos retos…   

Carlos Díaz le envió el texto original de Shakespeare, el de Norge y comenzó el proceso de montaje. “Fueron días muy intensos. Todos comenzamos a trabajar más de un personaje y en el camino nos fuimos quedando con los que mejor hacíamos.  Iba a la casa, me acostaba y se me ocurría algo, al otro día se lo planteaba y él me decía: vamos a probarlo. En determinado momento llegué a preguntarme: son ya muchas ideas, ¿con cuál me quedaré? Carlos me respondió: tú serás el encargado de eso”.

Poco tiempo antes del estreno, cuando ya Fano sabía que su personaje sería Sir Toby Belch, mientras ensayaba una escena junto a otro actor, Carlos Díaz les dijo: ¿ustedes saben que en esta escena ustedes van bastante ligeritos de ropa? Fano pensó que irían con alguna capa transparente, con un hilo dental… Pero no pasó mucho tiempo antes de saber que la harían completamente desnudos.

“No te creas, tuve que darme alguna terapia. Fueron varios días pensando en casa. Yo nunca había hecho un desnudo integral en teatro. Pero llegué a una conclusión: el cuerpo es el instrumento de trabajo del actor, y hay momentos en que tienes que mostrarlo. Hay que hacerlo entonces sin grandes complicaciones, naturalmente. Y tres días antes del estreno, me desnudé en un ensayo. Después vinieron las funciones y ahora lo hago sin darle demasiada importancia. Es que tenía que hacerlo, Carlos había confiado en mí, no podía decepcionarlo. Al final, cuando la gente me habla de mi trabajo en la obra nunca menciona el desnudo. De los desnudos, no se habla”.

El personaje de Fano en la puesta es un noble libertino y vicioso, que anda casi siempre borracho; es uno de los responsables de los muchos enredos y malentendidos de la obra. Así que Fano tiene que estar mucho tiempo en escena, participando de un ritmo vertiginoso de peripecias. Y si además tenemos en cuenta que esta puesta es en sí misma casi una bacanal, pletórica de referencias, desdramatizaciones, actualizaciones, recontextualizaciones… a los actores se les exige un particular esfuerzo físico y mental. La temporada es larga y Javier Fano, por demás, no tiene actor suplente, pero luce feliz por la experiencia.

“Me sobrepongo al cansancio. De hecho, creo que algunas de mis mejores funciones las he hecho bastante cansado, o sintiéndome mal. A veces te sientes tan bien que le pones más al personaje que lo que en realidad lleva, o te confías. El día en que no te sientes del todo bien, sueles estar más pendiente de los detalles, quieres estar a la altura. Y el resultado suele ser bueno”.

Javier Fano, de todas maneras, tiene “trucos” para salir airoso de escenas “complicadas”. “En el teatro nunca les miro directamente a los ojos a los espectadores. Si les está gustando lo que están viendo, puede ser muy bueno… pero ¿y si no la están pasando bien? Prefiero no mirar”.

La maravilla de ser actor

Después de hacer todo lo que hace en Noche de reyes, no parece que a Javier Fano le queden muchos prejuicios como actor. “Creo que un actor que tiene prejuicios, es un actor que se limita. Tantos buenos actores perdieron tan buenas oportunidades porque no quisieron hacer esto o lo otro. Esta carrera demanda mucho del que la escoja, uno vive intensamente, porque vive lo que le toca y también lo de los personajes”.

Él mismo, sin embargo, no se lleva a sus personajes a la casa. “Cuando estoy en una temporada, el personaje queda en el teatro cuando se acaba la función. Yo no arrastro nada. El teatro es una cosa y la vida cotidiana es otra. Claro, algo distinto pasa cuando estoy en el montaje de la obra, ahí sí me obsesiono. Me la paso pensando en mi rol... Pero normalmente mis actuaciones no contaminan mi vida personal”.

“Yo no tengo personajes fetiches, ni deudas ni compromisos

Pero un actor es un actor siempre, y eso lo sabe Fano: “tiene que ser curioso, tiene que ser muy observador, tiene que ir absorbiendo por todas partes. Tú no sabes cuándo te servirá algo que alguna vez viste, sentiste”. También sabe que a veces las referencias culturales faltan y la experiencia no alcanza… Por eso hay que ser modesto, estar dispuesto a aprender. “Yo asumo esos retos con imaginación, como jugando y poniendo mucho de mis propias vivencias”.

El hecho de que Cuba sea uno de los países en los que los actores pueden vivir de su trabajo ayuda mucho. “El arte no suele enriquecer materialmente, ni aquí ni en ningún lado. Hay buenos actores de teatro en todo el mundo que tienen que alternar su trabajo sobre el escenario con otros oficios. A veces, uno mismo, tiene que hacer cosas que a lo mejor si estuviera en posición de escoger, no haría. Pero hay que vivir”.

Javier Fano cree que ser cubano de alguna forma marca el arte de un actor nacido aquí. “Uno vive de una manera, siempre termina reflejándolo”. Pero se sabe —o pretende ser— un actor universal. Ahora está en Cuba y tiene una vida por delante. “Yo no tengo personajes fetiches, ni deudas ni compromisos. He trabajado mucho y creo que me he superado como actor. Estoy satisfecho. Por delante solo me queda eso: trabajar”.

Comentarios

Eres muy lindo, y por lo que veo, muy inteligente... Tengo que ir a verte al teatro...
Te vi en Noche de Reyes y me gustó mucho tu actuación, también te he visto en Adrenalina, eres muy multifacético...
Javier, recién leí tu entrevista y de veras me ha conmovido mucho, tu forma de expresarte y de pensar te hacen único y diferente de otros actores, cuentas con mi admiración como actor y sobre todo como persona. En Noche de Reyes diste sobradas demostraciones de tu capacidad como actor, hasta ahora oculto. Te deseo que la vida te depare muchas más oportunidades para que no nos prives de tu talento.
Somos Yerandi Basart y Laura Lupe Navarro Pino, actores de teatro El Público, amigos de este actor tan multifacético. Su trayectoria artística ha sido sorprendente, despampanante, recuerdo cuando lo encaminé en un ensayo de Ana y Marta, todo en esta vida sucede por algo, ahora tenemos en escena un expresivo actor que muestra sus demonios. Éxito rotundo, amigo, la suerte es para los inseguros. Te queremos mucho, Yerandi y yo.
Mira, no me gusta tanto Noche de Reyes, pero debo decirte que tu actuación es una de las cosas que sí me gustaron. Eres muy bueno, la verdad, te expresas maravillosamente. En Adrenalina te veo más concentrado, debe ser por las características del medio, pero en la obra estás genial. Muchas felicidades. Veo que además de ser buen actor, sabes hablar y dices cosas muy interesantes.

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