Timbiriche invitó a Silvio Rodríguez a cantar

Sin duda, heredero de esos históricos cronistas musicales cubanos como Ñico Rojas o Faustino Oramas (El Guayabero), pero con su sello personal inconfundible, este artista en los últimos tiempos ha colocado en la preferencia números que constituyen hito tarareados por todos.

Baste recordar esa joyita de pura y elegante malicia criolla que se titula La choza de Chacho y Chicha, cuyo video clip estuvo entre los 10 más populares del año anterior; o el Premio Cubadisco en la categoría de trova por su fonograma En tierra.

Pero más que el innegable acento de autóctona cubanía y sabroso choteo impreso a sus guarachas, lo más apreciado es la reflexión profunda, entrañable, a la cual nos conmina en composiciones como Mi casa.cu o su más reciente, Timbiriche.

En diálogo ocasional, después de una presentación en la Casa de la Prensa, este habanero asentado en Cárdenas confiesa que ahora promociona su disco Timbiriche, del cual algunas de sus canciones ya son muy difundidas en la radio cubana.

Dice que se trata de 15 canciones, todas de su autoría y bien pegadas a lo autóctono, con gran variedad de géneros y sonoridades, grabadas con el sello Bismusic, y donde tiene invitados de lujo como Silvio Rodríguez.

También por estos días tiene en el capitalino Café Brecht un espacio todos los viernes a las 11 de la noche, donde intercambia con el público, a veces hasta bien entrada la madrugada.

En cuanto a su creación, asegura piensa mantener las líneas en las que incursiona hasta ahora: la guaracha, la de tema amoroso y el de la crónica social.

Licenciado en Marxismo e Historia y con trayectoria como profesor, este negro espigado tiene ese especial carisma de la comunicación con los demás, en tono coloquial y relajado, en los cuales toca puntos vitales de la existencia, virtud que mucho valorarán también sus antiguos alumnos.

Jaranero y profundo, Tony es de esos artistas a quienes se agradece tener el talento de saber expresar lo pensado por muchos; conversar con él siempre es  goce, porque su elegante picardía y densidad intelectual, nos dejan asuntos serios en los cuales reflexionar y la empatía de alguien cercano, quien vive en tu propio sitio y, desde el humanismo y la cubanía, aspira a que todo sea mejor.