Mala Rodríguez: “La gente está enfadada, la gente quiere cortar cabezas”

Mala Rodríguez: “La gente está enfadada, la gente quiere cortar cabezas”
Fecha de publicación: 
20 Agosto 2013
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Después de un verano soltando por las Españas de Dios sus puñetazos de rap con su último y brutal disco, Bruja,se marcha a hacer las Américas. Es temible cuando te observa desde esa mirada oblicua, desde esos tatuajes agresivos, desde esa indisimulada desconfianza. Progresivamente, se abre y va siendo un algo entrañable. Luego, encantadora. Al final, secuestrable. Caen las caretas. Y La Mala es mala, pero menos.

 

Pregunta. Sus letras son poderosas, rabiosas, duras, poéticas y tristes. Saldrán mejor o peor, pero se agradece, en un músico español, que no se sienta obligado a decir tantas tonterías en sus canciones. Lo suyo le costará, ¿no?

 

Respuesta. Tengo un compromiso conmigo: me gusta superarme. Obviamente, también escribo basura. Pero solo enseño lo bueno, claro.

 

P. Bueno, todo da igual. Da la sensación de que, digamos lo que digamos y escribamos lo que escribamos, nos la van a meter doblada igual, con perdón, ¿no cree?

 

R. ¿Quién?

 

P. Pues los que se dedican a metérsela doblada a la gente. ¿O no? ¿Sirve la poesía para evitarlo?

 

R. Aunque no sirva para nada, a mí me vale.

 

P. Leí una noticia. Hablaba sobre un poeta colombiano que se llama Rafael Medina. Pone en venta sus testículos por 150.000 euros para poder hacer una gira por Europa y leer sus poemas. Me pareció…

 

R. ...¿eso es verdad?

 

P. Bueno, salió en los periódicos. Como sabe, eso no es garantía de que sea verdad.

 

R. ¿Y cómo los va a envolver?

 

P. Es una buena pregunta. Y otra, quién se los va a comprar.

 

R. ¿Y en qué tipo de envase vendrán?

 

P. Igual en un tupperware.

 

R. Y el que los compre luego los meterá entre las páginas de un libro, como las hojas y las flores, y…

 

P. ¡No siga! Imagínese, se encuentra un libro al cabo de diez años, y en vez de encontrarse una rosa seca, preciosa…

 

R. ¡Se encuentra una un par de cojones!

 

P. Oiga, una tía mía de ochenta y pico le dijo a otra tía mía: “Oye, al final, ¿de qué nos ha servido ser tan decentes?”. Me reí mucho, también me pareció una frase tremebunda. ¿Qué opina?

 

R. Ya ves tú. ¡Pues que tiene toda la razón tu tía! La decencia no cuenta, solo cuenta el crecimiento económico.

 

P. ¿Por qué la decencia no cotiza en el IBEX?

 

R. Bueno, hablando un poco paralelamente a eso de la decencia, yo hablaría sobre esa cosa que es el decrecimiento.

 

P. No se corte.

 

R. Pues que no hay que llegar tan lejos, ni ambicionar tanto, pero todo se pone complicado cuando uno quiere ahondar ahí, cuando se quiere levantar un sistema de valores distinto, no meramente económico sino basado en algo tan sencillo como el bien común. Yo a veces me imagino un montón de gente desesperada y resignada y me da mucha tristeza.

 

P. Parece que, por fortuna, la gente no está por la labor, pero la verdad es que aquí y ahora hay ingredientes como para que el personal se echara a las calles. ¿Por qué cree que no ocurre?

 

R. La cosa es que hasta que no te pasa a ti no te pones a hacer cuentas, pero esta situación la llevan viviendo otra gente y hace rato. Otros pueblos han pasado por esto antes que nosotros. Incluso aquí, en España, ya se vivieron épocas iguales o peores. Y este sistema no lo hemos creado ni tú ni yo, lo ha creado otra gente y simplemente somos alguien que está en él. Pero vaya, que hay alternativas y hay gente que las está promoviendo, pero hasta que todo el mundo no esté de acuerdo, no habrá nada que hacer. Aquí no se conseguirá absolutamente nada hasta que no haya una huelga general indefinida real de todas las personas que constituyen esta nación. Lo demás son tonterías. La gente está enfadada, la gente quiere cortar cabezas. Veo guillotinas. Pero parece que se nos ha olvidado todo, ¿nadie recuerda lo que fue la Revolución Francesa? ¿Qué quieren? ¡Están dejando sin comida a la gente! Pues nada, como todavía no es a la suficiente gente, pues seguiremos así: es como que la cosa aprieta pero no ahoga. Pero es que esto es de lo que se habla en cada carnicería de España cada mañana, y yo no quiero…

 

P. Luego hay momentos en que todo parece distinto, te tumbas en una hamaca a ver las estrellas con una cerveza en la mano, y… Cosas así de cursis y necesarias. No se arregla el mundo, pero por segundos lo parece.

 

R. Es la vida. Es que si no hay eso ya no hay nada, de verdad. Es que la vida no puede ser montar en bicicleta estática e ir al Caprabo, tiene que haber algo mucho más animal y real y gigante que te agite. Si no, estás muerto.

 

P. Pero básicamente vivimos en una gran trampa, de casa al trabajo, del trabajo a casa…

 

R. Si tu trabajo te gusta, eso ya…

 

P. Es fácil decirlo para usted: se dedica a hacer música y hacer disfrutar a la gente…

 

R. ¡Y a acarrear el estilo de vida que he elegido, me dedico también! Porque no es fácil para mí tampoco, ni tengo una casa en Malibú ni vivo de rentas. Vivo la vida que he elegido y voy p’alante con esta filosofía. No sé, hablan de gente que se vende… pero para mí también son putas las que están de teleoperadoras contestando al teléfono por una mieeeerda de sueldo. Y lo hacen porque necesitan el dinero. ¿Cuál es la diferencia entre esa gente y artistas a los que consideran vendidos? Y no estoy queriendo ofender a nadie. Cada uno elige el grado en que vende su vida; y si lo ve bien, pues adelante con ello. Solo tú puedes juzgarte.

 

P. Mi padre me dijo un día…

 

R. ¡Cuéntame todo lo que te decía tu padre, por favor!

 

P. Me dijo: “Hijo, cuántas hostias te va a dar la vida”. ¿A usted le dijeron algo así?

 

R. ¿Ves? Qué buenos son los padres. Yo, lástima, no tuve, pero me hubiera encantado tener uno.

 

P. ¿Cómo le han ido a usted las hostias de la vida?

 

R. A mí la vida me ha tratado como me he dejado. Recoges lo que siembras. Dice un refrán popular: “Camarón que se duerme se lo lleva la corriente”.

 

P. Pero hay factores externos…

 

R. Sí, están los huracanes.

 

P. No, tú puedes ser alguien estupendo y que venga algo ajeno a ti y te joda vivo.

 

R. Sí, pero para eso está la religión. Y entonces ya te quedas tranquilo y encuentras todas las respuestas a los males.

 

P. ¿Es de Dios o del Demonio?

 

R. ¡De los dooos! No existe uno sin el otro. Pero también soy de Diosa, que eso nunca se dice. Siempre se dice Dios. Nunca Diosa.

 

P. ¿Y por qué, si son ustedes más listas, más sensibles, más ambiciosas y con más capacidad de maldad… no triunfan de una vez sobre el hombre?

 

R. ¡Ja, ja, ja, ja! Porque hay mujeres que son un auténtico coñazo. Hace poco me contaron una historia de un abuelo que se hizo pasar por sordo durante un montón de años porque su mujer era insoportable, la tía.

 

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