El mejor festejo para una década de “A lo Cubano” ( FOTOS)

El mejor festejo para una década de “A lo Cubano” ( FOTOS)
Fecha de publicación: 
20 Agosto 2013
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Al menos así lo expresó el ex piloto escocés de fórmula uno David Coulthard luego de desandar, en un Pontiac del año 1955, los 70 kilómetros de recorrido por diez municipios capitalinos que comprendió el circuito de la competición.

Desde que puse el primer pie en las inmediaciones del parque de la calle 3ra y cuatro en Miramar, donde tradicionalmente se ubica la salida y meta del evento, supe sería una jornada memorable. ¿El ajetreo? Típico, pilotos y copilotos chequeando su presión arterial, prestos a recibir su carta naútica con el periplo diseñado, todos los amantes del rugir de motores y esa belleza inusual de lo conservado, antiguo genuino, incluso en los “hermanos menores” como fiat 125, lada, Alfa Romeo y Volskwagen.

Dueños, amigos, una gran familia, poniéndose al día de las nuevas adaptaciones, cada modificación realizada a su vehículo, henchidos de orgullo, como cuando ese adolescente que levita al caminar de la mano de su bella primera novia, sin temor a las miradas, contento con captar la atención de todos. Kilómetros, rutas, andaduras, marcas, puesta a punto, toda una jerga automovilística pasional que indudablemente corre por sus venas. Es como una fiebre expandida de generación en generación, de padres a hijos, de amigos, una genealogía sui géneris. Esa es la manera de pensar, respirar incluso de Alberto Gutiérrez, presidente del club A lo Cubano, Marcelo Gorajuría, y toda la membresía de esa y otras escuderías afines.

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Entonces llegó el momento de escuchar acuciosamente los compases de radio Reloj, en la línea de largada, con el número uno la yunta de Dayán Gutiérrez-Manuel Prieto, monarcas de la edición precedente, a bordo de un lada 1 600 de 1984.

Justo a las 10:00 a.m. comenzó realmente la fiesta, el rugir de los carros en la línea de largada, la bandera verde impaciente en manos del juez de salida, esa hilera de 60 autos y 15 motos, prestos a iniciar su cruzada por las calles citadinas, exhibiendo sus números, el emblema de la escudería y vistiendo pulóveres blancos, traducidos en un mensaje adicional de paz y estricto cumplimiento de las leyes del tránsito, justamente la esencia del Rally, pues el vencedor cada año resulta el binomio capaz de cubrir el segmento en el tiempo más cercano al idóneo posible y con la menor cantidad de puntos adicionales por concepto de penalización.

Dos horas y 15 minutos aproximados de recorrido, puntos de control visibles y ocultos, jueces, rigor en el seguimiento de la carta naútica, ningún aparato de comunicación en los vehículos, todo un ritual diseñado para amantes, apasionados, triunfadores.

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Honor que recayó este domingo en el auto marcado con el número siete y piloteado por David Peña y Bárbaro Martínez (Modelo: Lada de 1971, del Club de Autos Rusos). Peña, además, vicepresidente de la Unión de Clubes de Autos Antiguos y Motos de Cuba. En su poder el trofeo del Rally, la copa Castrol y ese areté de saberse reyes hasta el próximo verano de la regularidad.

Los otros cuatro primeros puestos también fueron premiados y los modelos lada, insignia del parque automovilístico cubano desde finales de la década de los 70 del pasado siglo acapararon la casi totalidad de la atención, dueños de las posiciones de privilegio, pues salvo el segundo puesto ocupado por Agustín Estrada y Agustín Estrada Jr. (Chevrolet 1948, número 16), se encargaron de copar el resto: Tercer Lugar: Abraham González y Hubert Fernández (Lada 1986, número 57), cuarto Lugar: Carlos Álvarez y José Barrios (Lada 1974, perteneciente al Club de Autos Rusos, número 54), y los monarcas defensores en el quinto escaño Manuel Prieto-Dayán Gutiérrez.

Entre las motos el podio lo coparon  Lázaro González y Eloy Jiménez (Triumph 1955, del Club de Motos Inglesas, número 61), Luis Romero y Lázaro García (MZ 1982, del Club MZ, número 73) y Yasser Fernández y Héctor Fernández (Norton 1958, del Club LAMA, número 64).

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Pero ya lo comentábamos, los lugares no constituyen el elemento de mayor relevancia en estos certámenes, sí la cofradía, esa sed y anhelo inagotable de esperar cada mes de agosto por una nueva edición, la necesidad de estrechar los lazos, ese puente tejido a fuerza de autos y motos. Cinco escuderías se inscribieron en este IX Rally de regularidad: A lo Cubano, Fiat 125, Fiat Italiano, Autos Rusos y Willys.

Su actividad sobre ruedas no se resume a este colofón. No hay un momento en cada uno de los 365 días del año en el que no estén generando ideas, al compás de sus engranajes, caja de velocidades, piezas genuinas y adaptaciones para demostrar que en las calles cubanas, mucho más allá del fin utilitario de los choferes de “almendrones” y sus malas maneras en la vía”, existen unas hermandades de autos clásicos, personas que viven para ellos y no de ellos, joyas rodantes que lejos de ser museables o dignas de filmografía, enriquecen la cotidianeidad y esa imagen cautivadora de nuestra Habana.

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