Vivir en las nubes

Vivir en las nubes
Fecha de publicación: 
2 Julio 2013
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Van a cumplirse 85 años de la fundación de Cubana de Aviación, la aerolínea de nuestro país. Con frecuencia escuchamos algunas noticias por los medios que hablan de cómo se moderniza la flota, de cuántas naves fueron compradas… pero muy poco o nada se dice de quienes trabajan en esos tubos metálicos que atraviesan el cielo.

 

Los pilotos, aeromozas, sobrecargos y todos los tripulantes de nuestros aviones son personas que pasan más tiempo de sus vidas fuera de casa y lejos de sus seres queridos, porque se han entregado a una profesión que se los exige.

 

Con algunos de ellos conversé y enseguida me di cuenta de que si bien ellos «viven en las nubes», como reza el título de este texto, tienen su corazón muy en esta tierra. Así que, bienvenidos a bordo. Este vuelo ya comenzó.

 

Cabina de un avión

 

Lo primero que llamó mi atención, sobre todo cuando hablé con las chicas, es que la gran mayoría de ellas son jóvenes y muy bonitas, en cambio, no es este el calificativo que ellas prefieren. Algunas entrevistadas me mostraron su inconformidad ante pasajeros que se quejan de «vuelos aburridos en los que solo había mujeres feas o viejas».

 

La verdad es que la belleza física es agradable a todo el mundo, pero eso no es lo más importante, me comentó una aeromoza de 27 años. «Yo empecé en este mundo desde muy jovencita, al igual que mis compañeras, y pienso seguir mi carrera mientras la vida me lo permita, pero me parece discriminatorio que la gente espere encontrar siempre en nosotras una imagen perfecta, porque perfecto debe ser nuestro uso del uniforme, el trato a los viajeros, y nuestra profesionalidad. No somos modelos y habría que ver si ellos prefieren una cara linda o una persona hábil, con paciencia y comprensión suficiente para auxiliarlos durante una turbulencia o un aterrizaje forzoso. Nuestro trabajo es servir a los pasajeros, aclararles sus dudas, hacerlos sentir bien durante el viaje, aun cuando nosotras también nos cansamos, tenemos problemas familiares, nos duelen las piernas por recorrer el avión de un extremo a otro. Eso es lo que realmente no debe fallar en ningún tripulante».

 

Cada oficio tiene sus complejidades y sus encantos, claro. La ventaja del trabajo de los pilotos o azafatas es viajar de gratis, o mejor, con remuneración. «De esta forma podemos estar más cerca de amigos o familiares que viven fuera de Cuba. Viajar con frecuencia a otras latitudes nos da la oportunidad de aprender, conocer cosas nuevas, asimilar otras culturas, mejorar las capacidades lingüísticas y disfrutar de experiencias que en nuestro país serían imposibles, como caminar o jugar en la nieve».

 

Cada lugar tiene su encanto; cada ciudad, su olor; los sabores de las frutas son diferentes según donde se esté, el café también se siente distinto; y la gente, como en todas partes, algunos nos decepcionan, otros son personas increíbles.

 

Avión de Cubana

 

Charlando con estos tripulantes descubrí algunas de sus pasiones. Varios me hablaron sobre su afición por la fotografía, la moda y el cine. «De cada lugar me llevo siempre un recuerdo», comentan los entrevistados. «Yo me fijo mucho en cómo van vestidas las pasajeras, y ya en el país al que viajo tengo oportunidad de comprobar lo que se usa. Muchas veces podemos conseguir ropa buena y más barata que en Cuba, pero no siempre es así. En ocasiones hay ciertas modas que acaban de salir al mercado y se venden bien caras porque están en temporada. Lo que hacemos es que buscamos el diseño en una revista y compramos la tela. A mí particularmente me gusta el diseño, así que aprovecho para dibujar la pieza que escogí y luego en Cuba la llevo a la costurera. Entonces en la calle todo el mundo me pregunta: ¿dónde compraste eso?, y se sorprenden cuando les respondo que la mandé a hacer».

 

Los amantes del arte en este oficio casi siempre tienen las paredes de sus casas llenas de cuadros de lugares increíbles. «Cuando vienen visitas, recibimos muchos elogios sobre las fotos que hacemos durante los viajes. Incluso cuando veo a amigos extranjeros, estos se asombran de las imágenes que logramos porque algunas son desconocidas para ellos mismos, y yo, una viajera en su país, fui capaz de capturar un momento o un lugar especial con mi cámara».

 

Aunque trabajar en un avión parece un trabajo rutinario, la mayoría de mis entrevistados me confesaron que escogieron esta profesión porque no es aburrida. Ningún vuelo se parece a otro. Se conoce gente agradable, uno se encuentra con amigos o conocidos y es muy satisfactorio que alguno de ellos o un pasajero reincidente diga: «qué bueno que eres tú, me alegra tanto volar contigo».

 

Por lo que pude comprender durante mi investigación, esa es la mayor recompensa de un piloto o una azafata, que un pasajero les agradezca con una sonrisa y reconozca: «este ha sido mi mejor vuelo o esta es la mejor tripulación que he conocido».

 

Por otra parte, está presente en estos hombres y mujeres lo que dejan atrás. La familia, la vida en el hogar. Creo que casi todos mis interlocutores alegaron tener una vida desorganizada tanto aquí como allá. Hay que esforzarse para mantener un ritmo normal. «Como no estamos todos los días con la familia, durante nuestros descansos aprovechamos cada instante para dedicárselo, y aun así no estamos exentos de que nos llamen de la empresa en días festivos o de cumpleaños porque necesitan de nosotros con urgencia».

 

Para empezar en este oficio, no basta con no temer a las alturas ni mantenerse en forma, hay que estar disponible para cuando haga falta, ser incondicional.

 

Avión de Cubana

 

Entre los tripulantes abundan los solteros o divorciados, pero también conocí bellas familias. «Yo siempre estoy de luna de miel porque viajo con mi esposa, pero extrañamos mucho a nuestro hijo cuando pasan los días», me dijo un sobrecargo, «sobre todo cuando no estoy presente en momentos importantes para él».

 

Hubo una pareja que me sorprendió por lo alegres que lucen siempre que están juntos. Ellos viajan a destinos diferentes, o sea, no coinciden nunca en un avión. Como comparten el oficio, se comprenden y en este caso los hijos son los menos afectados porque siempre tienen la representación de alguno de los progenitores en casa, en cambio, la relación matrimonial sí podría ser vulnerable.

 

Muchas veces se está de viaje durante situaciones en que los seres queridos de aquí necesitan apoyo, por eso perder el contacto con algunos amigos es otro de los riesgos de esta profesión. Sin embargo, reconforta ver cómo surgen otros amigos, la mayoría de las veces son los mismos del equipo de trabajo, quienes comparten las mismas alegrías o decepciones y terminan convirtiéndose en la otra familia.

 

 Aeromoza

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