La judoca Driulis González, de campeona a entrenadora

La judoca Driulis González, de campeona a entrenadora
Fecha de publicación: 
25 Abril 2013
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Driulis González vive ahora una nueva experiencia: enseñar judo a los niños en el Consejo Voluntario Deportivo (CVD) Príncipe, en el municipio Cerro, algo que reconoce tan o más difícil que la conquista de sus siete medallas mundiales (3-2-2) y sus cuatro olímpicas (1-2-1).

Desde septiembre del 2012 y tras nueve meses de trabajo es hoy la responsable de la categoría 8-9 años en ese municipio capitalino, aunque lo más importante para ella es despertarle los deseos de practicar este arte marcial a los casi 36 pequeños que tiene bajo su tutela cada tarde en el pequeño tatami.

“Nunca imaginé que trabajaría con niños, sin embargo, ahora lo agradezco, porque tenía mucha experiencia competitiva, pero me faltaba la parte metodológica y la he ido aprendiendo con la entrega y la constancia. En estas edades es fundamental para motivarlos el juego, los topes y el aprendizaje de las técnicas.

“Eso sí, todo sobre la base de la disciplina que inspira el judo. Sin el apoyo de los padres nada hubiera sido posible. Hice algunas captaciones en las escuelas aledañas al CVD, pero luego, cuando se enteraron que estaba aquí, vinieron otros niños y se apuntaron. He visto el resultado en pocos meses. Hace solo unos días hicimos las pruebas técnicas y todos obtuvieron entre 19 y 20 puntos”.

Por supuesto, Driulis sueña con mejorar las condiciones del lugar: la ventilación, alguna nevera de agua, un mejor colchón, pero está consciente de que lo más difícil lo está logrando: formar judocas valientes, corajudos, que se enamoren como ella lo hizo de un deporte milenario y bello.

“Todavía no tengo todas las niñas que quisiera, hay resistencia de algunos padres, pero sé que aumentarán. Yo comencé a los 13 años por embullo y hoy esto es mi pasión”, reconoció la multimonarca, quien recibió en ese mismo lugar hace solo tres meses la felicitación del titular de la Federación Internacional de Judo, Marius Vizer, en su visita a La Habana.

En el final de la clase Driulis manda a formar. En la esquina del reducido colchón el monitor indica a sus compañeros decir el lema: “Los judocas del Príncipe somos más que vencedores”. Dos palmadas sellan la jornada. La felicidad de la profesora es visible. Ha sido útil, ha sembrado valores.

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