El quimérico niño

El quimérico niño
Fecha de publicación: 
21 Febrero 2013
0
Imagen principal: 

Ya los niños no existen, o por lo menos han perdido los rasgos que antaño los identificaban como tal. El espíritu modernista ha agenciado a los padres de una capacidad “creadora” para convertir a sus hijos en “muñequitos de pasarela”.

Ha dejado de ser asombro para muchos encontrar por las calles de La Habana pequeños hombrecillos al estilo Brad Pitt o exuberantes señoritas que asemejan a la más connotada ídolo del pop.

Trajes cortos y apretados, uñas que pretenden desafiar al tiempo, pantalones que retan la gravedad de Newton y pullovers que reflejan a famosos del momento, son algunas de las apariencias que denotas la moda de los infantes en la actualidad.

Pantalones que desafían la gravedad

¿Hasta dónde pretenden llegar los padres en esta reformación de la niñez? ¿Alguna vez han pensado que lo primordial de esta etapa de la vida es la ingenuidad? ¿Realmente han considerado las consecuencias que tienen aparejados estos cambios en la infancia?

 
No sabría decir si hoy día ha existido algún fenómeno que les haya borrado el sentido común a los adultos, pero en estos momentos comparto el descontento que tenía el principito de Exupéry con las personas mayores.

Algunos se escudan en imaginarias excusas que aluden al mantenimiento de una moda, otros justifican su modo de proceder por las altas temperaturas de nuestra isla tropical, pero en definitivas cuentas estas actitudes no han hecho más que socavar la esencia de “los que saben querer”.       

Más allá del mero aspecto corporal que puede causar la asimilación de estos patrones disociados a la niñez, el verdadero conflicto radica en las transformaciones que a nivel intelectual ocurren en el pequeño individuo.

La incorporación de elementos ajenos a la vida infantil ha provocado que en ocasiones estos asuman comportamientos arbitrarios para su edad y que a no más de un abuelo le hayamos escuchado la frase: “ese niño está quemando etapas de su vida”.

Imputar a los infantes sería un error colosal, mas si se tiene en cuenta que la responsabilidad de educar y formar a estos nuevos seres sociales recae principalmente entre la familia y las instituciones docentes.

Inculpar a las padres sobre esta problemática también sería una idea algo descabellada, pues en la actualidad la estructura familiar está conformada por progenitores que en su mayoría no están preparados para asumir la maternidad de un niño a causa de su inexperiencia.

Estos reproducen los cánones establecidos por la propia sociedad, y por ellos es frecuente observar cómo los niños imitan completamente las formas de actuar y de vestir de sus padres, alejándose cada vez más de esta hermosa etapa de la vida.

Por otra parte, los centros de enseñanza adolecen de métodos efectivos para instruir a los menores, y se han visto imposibilitados de generar nuevas propuestas recreativas que vayan más allá de absurdas canciones de reguetón y danzas que muestren en vez de nuestra identidad nacional el semblante de una bailarina de Tropicana.

Devolvámosle a la infancia los colores que han perdido. Dejemos que nuestros niños sueñen ser y no sean los artistas del momento, porque no hay nada bello en una ciudad plagada de muñecos de porcelana.


Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.