USA: Las armas, la constitución y la razón

USA: Las armas, la constitución y la razón
Fecha de publicación: 
23 Diciembre 2012
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De matanza en matanza, cada tanto, en Norteamérica se reabre el debate en torno a las armas aunque pocos reparan en el origen de la confusión: allí la posesión de armas de fuego es materia constitucional y apareció en la Declaración de Derechos (Bill of Rights) (1791) que incluye las 10 primeras Enmiendas, nueve de las cuales consagran libertades y derechos fundamentales mientras que una de ellas, la referida a las armas alude a una cuestión circunstancial.*

Cuando, como es el caso de la Constitución norteamericana adoptada en 1787, las leyes mantienen vigencia por siglos, los encargados de aplicarlas deberán contextualizarlas e interpretarlas a la luz de circunstancias diferentes a las originarias. Se trata de la dialéctica entre la letra y el espíritu de las leyes que no ha funcionado con el derecho a poseer, portar y usar armas en los Estados Unidos, donde lo legislado se aplica como hace doscientos años aun cuando las circunstancias que justificaron la norma y las armas son abismalmente diferentes.  

En el siglo XVIII cuando, sin un estado ni un ejército que los apoyara, por su cuenta y riesgo, pequeños grupos de ciudadanos británicos, como una actividad privada emprendieron la tarea de colonizar Norteamérica y se encontraron aislados en un medio natural inmenso y difícil de domesticar y confrontando a los pueblos originarios, era lógico que codificaran el derecho a poseer armas.

La idea de armarse para la autodefensa tuvo además el antecedente de la opresión padecida bajo los regímenes despóticos de la Europa monárquica de donde procedían y se justificó cuando la Corona Británica reprimió violentamente las aspiraciones de independencia. Como también lo hiciera España, Inglaterra obligó a los colonos norteamericanos a ir a la guerra para ser independientes.

La propensión al empleo de las armas estuvo también condicionada por el vertiginoso poblamiento de los Estados Unidos a donde, en brevísimos períodos, arribaron millones de emigrantes de procedencia diversa con costumbres y credos que con frecuencia chocaban, generando situaciones socialmente estresantes. La esclavitud y la discriminación a negros, asiáticos y latinos añadieron combustible al entorno al que la Guerra Civil otorgó un perfil sumamente violento.
 
La Guerra Con México y la Conquista del Oeste, en especial el tendido del ferrocarril y los repartos de tierra donde encontraron trabajo cientos de miles de soldados desmovilizados del norte y del sur, habituados a matarse unos a otros y a donde fueron a parar los millones de rifles y revólveres que ya el Estado no necesitaba alimentaron la subcultura de las armas.

A todo ello se sumaron dos hechos. Uno de matriz ideológica asociado al individualismo, que constituye la esencia del liberalismo norteamericano, generador de una noción de la autoestima según la cual todo depende de uno mismo y que rechaza la idea de someterse al Estado, incluso para disfrutar de su protección. El otro se relaciona con el diseño imperial del Estado que convirtió la violencia en recurso político.

Por otra parte, equivocados o no, los autores de la II Enmienda intentaron impedir que las armas fueran monopolio del poder y de asegurar que los individuos pudieran defenderse por ellos mismos, no sólo frente a los delincuentes sino también ante los opresores.

Si bien resignadamente pudiera asumirse que: “Aquellos polvos trajeron estos lodos” no es así porque la andadura civilizatoria, decanta opciones y comportamientos y los sustituye por otros apropiados a las circunstancias y la época.

Lo que en Estados Unidos ocurre con las armas en manos privadas no es resultado de un fenómeno hereditario ni cultural, sino del traslado mecánico de la idea del mercado y del dinero a espacios y relaciones en los cuales no debieran tener vigencia. Ese es otro tema para otro espacio; el de hoy está agotado. Luego les cuento.

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*Articulo II: “Siendo necesaria para la seguridad de un Estado libre una milicia bien organizada, no se coartará el derecho del pueblo a tener y portar armas”.

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