Canastas olvidadas
especiales
El baloncesto cubano atraviesa por uno de sus peores momentos en la historia. Si alguien tenía dudas sobre este evidente descenso, probablemente haya quedado convencido luego de las dos pobrísimas actuaciones que tuvieron las selecciones nacionales en los torneos preolímpicos celebrados en Colombia y Argentina.
Las principales esperanzas de obtener un boleto para la Olimpiada de Londres, en 2012, estaban centradas en las mujeres; pero el actual equipo demostró que no tiene nada que ver con los que jugaron en tres citas estivales consecutivas, entre 1992 y 2000. El cuarto lugar en el torneo continental fue el reflejo de una triste realidad: la selección ha sido superada por rivales que, una década atrás, cedían ante las cubanas por grandes diferencias en el marcador.
En Colombia, el equipo dirigido por Alberto Zabala quedó ubicado en el grupo menos complejo, sin Canadá ni Brasil; aunque desde el primer partido se dispararon las alarmas. El rival inicial fue Puerto Rico, una selección conocida porque había efectuado un tope de preparación en La Habana; no obstante, las cubanas tuvieron que esforzarse más de lo esperado para obtener el triunfo. Después, la situación empeoró, pues contra las locales la victoria fue todavía más cerrada.
Con dos éxitos Zabala sabía que el partido clave era el tercero. Si derrotaban a Argentina, entonces evitaban a Brasil en el cruce semifinal. Durante tres cuartos parecía que las cubanas podrían dejar en el camino a las sudamericanas. Cuando solo faltaban diez minutos, ellas tenían una ventaja de siete puntos; sin embargo, ahí comenzó la debacle. Fallaron tiros, no capturaron los rebotes necesarios y las argentinas lograron un apabullante 25-12. Este revés forzó el nada agradable duelo ante las brasileñas.
La última victoria de Cuba sobre Brasil, en una competencia importante, ocurrió en los Panamericanos de Winnipeg, en 1999. Desde esa fecha los dos equipos han vivido procesos inversos: un atraso en el desarrollo de las jugadoras cubanas; mientras sus rivales han conseguido insertarse en la competitiva Liga profesional norteamericana (WNBA). Como era de esperarse, las brasileñas vencieron, avanzaron a la final y allí obtuvieron el único boleto a Londres que concedía el evento colombiano.
Para completar el desastroso papel, Cuba cedió ante Canadá en la discusión del tercer lugar. El cuarto puesto garantizó una plaza en otro torneo preolímpico que otorgará las últimas tres plazas para la Olimpiada. Sin embargo, un año parece muy poco tiempo para que el equipo nacional mejore tantos aspectos en su juego. Es triste ver la caída del baloncesto femenino, sobre todo cuando los éxitos de los equipos liderados por Leonor Borrell, Yamilé Martínez y Dalia Henry, entre otras grandes jugadoras, todavía permanecen en la memoria.
Si las mujeres tenían una mínima oportunidad olímpica, los hombres sabían que alcanzar al menos una victoria en el evento organizado por Argentina era pedirles demasiado. El baloncesto en América ha tenido un notable avance en la última década y, en la actualidad, varios atletas argentinos, brasileños, boricuas y dominicanos son estrellas en la NBA; pero la selección cubana se ha quedado detenida en el tiempo. Ni siquiera en el área caribeña el equipo garantiza un puesto en el podio de premiaciones.
Probablemente, a finales del siglo XX nadie hubiera esperado este descenso de una selección que estuvo en el Mundial de Toronto, en 1994 y que concluyó sexta en el campeonato continental de 1997; sin embargo, los resultados en 2011 están allí: cuatro reveses consecutivos, tres de ellos por un margen superior a los veinte puntos.
¿Qué hacer? La Federación cubana probó con un técnico foráneo—lo cual no es habitual en nuestro país—; pero el argentino Ariel Amarillo no ha podido solucionar en tan corto período de tiempo la larga lista de problemas. Al analizar la nómina de los atletas que estuvieron en el preolímpico resalta el prometedor físico de algunos; aunque la gran duda es cómo desarrollar los mejores talentos. A partir de la respuesta a esa interrogante, comenzaría el proceso de reconstrucción del baloncesto cubano en ambos sexos.
Ojalá las nuevas estrategias no tarden mucho, porque la distancia entre Cuba y sus rivales aumenta con rapidez. El precio del olvido en que cayeron las canastas es fácilmente apreciable hoy e incluso podría ser peor en un futuro no tan lejano.
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Tigre
Aleo
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