Venezuela: Complot de la CIA y las petroleras

La mayoría de América Latina aguarda las próximas elecciones en Venezuela segura de dos cosas: triunfará Hugo Chávez y Washington movilizará sus peones internos para entorpecerlo.

Un periodista de El Nuevo Herald, Antonio María Delgado, recordó este miércoles que una serie de encuestas sitúan a Chávez con “una ventaja que va desde los 15 hasta los 30 puntos porcentuales”.

Delgado añade que los sondeos favorables al candidato opositor Henrique Capriles Radonski, lo colocan “entre uno y cinco puntos   por encima del mandatario”.

El comentario resulta muy significativo, pues asoma en las páginas de un diario, como El Nuevo Herald, que se ha transformado en virtual portavoz de Capriles Radonski.

Chávez alertó de nuevo este miércoles que la oposición de extrema derecha tiene planes dirigidos “a cantar fraude” en las elecciones del 7 de octubre, y llevar a su gente a la calle, a la violencia.

A mediados del presente mes circuló en Caracas un video que muestra al representante de Capriles ante el Consejo Electoral, el diputado Juan Carlos Caldera, cuando recibía dinero enviado desde el exterior.

Capriles trató de aliviar el escándalo separando a Caldera de su equipo de colaboradores más cercanos, al tiempo que se presentó como ajeno a lo sucedido.

Observadores hicieron notar que, al descubrirse  la referida maquinación, ello debilitó aún más las posibilidades electorales del candidato opositor.

Sin embargo, hace solo algunos días, este último se atrevió a insinuar en el estado venezolano de Aragua que está armando el equipo con el que gobernaría la nación desde el año 2013.

Le respondió Hugo Chávez en un discurso que pronunció el lunes pasado en el estado de Acarigua, donde comentó que los dirigentes de la derecha están peleando entre ellos para integrar ese gabinete.

Observadores opinan que la mayor desventaja de Capriles radica en el gran contraste que existe entre sus propuestas y una obra de 14 años al servicio de la mayoría que integran la gente de a pie.

Una revista digital de opinión, Paréntesis Crítico, sintetizó los principales objetivos de la titulada Mesa de la Unidad Democrática con los siguientes ejemplos:

Reducir el subsidio a la distribución pública de alimentos, incluir a la banca privada en el actual programa de viviendas, desvincular a los entes públicos de las actividades productivas y comerciales.

También la eliminación o recorte de programas sociales, congelar los fondos de pensiones, echar abajo la faceta social de la industria petrolera, iniciar su apertura al sector privado y transnacional, más el desmontaje del sistema nacional de educación y salud pública.

Analistas opinan que tal muestra corrobora que el programa de Capriles es similar, o peor, que el causante de la sublevación del pueblo capitalino en una acción que pasó a la historia con el nombre de El Caracazo.

Washington está consciente de que Hugo Chávez ganará el 7 de octubre y de ahí el complot para estropear ese resultado, pues así lo recomiendan, en primer lugar, las enormes reservas petroleras de la nación suramericana.

Instrumentos de esa conspiración son los grupos ultraderechistas de origen venezolano anclados en Miami, a quienes protege y alienta la jefa del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, Ileana Ros-Lehtinen.

Pero el núcleo duro de esa trama radica en la jefatura de la CIA y de poderosas corporaciones de Estados Unidos, en primer lugar las petroleras, todo parte de un plan de reconquista iniciado con el golpe de Estado en Honduras y seguido con su variante paraguaya.

Pero Venezuela no es un hueso fácil de roer, como demuestra su  historia nacional y la férrea y empedernida adicción de millones allí a ser independientes, soberanos y agradecidos.