Frenar viajes a Cuba: Temor a bailes y “mojitos”

Frenar viajes a Cuba: Temor a bailes y “mojitos”
Fecha de publicación: 
15 Septiembre 2012
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Para ejercer influencia sobre una parte de los votantes de la Florida, grupos ultraderechistas de origen cubano asentados en Miami detienen autorizaciones oficiales para viajar hacia La Habana.

Ese estado sureño es uno de los que decidirán en noviembre la elección del nuevo mandatario, la riña se encuentra muy pareja entre Obama y Romney, y por lo tanto el papel de la extrema derecha de esa procedencia aumentó.

Los estadounidenses no seleccionan directamente a su presidente,  votan por integrantes de un Colegio Electoral que después proceden de manera formal a nombrarlo, aunque ya lo estaba.

Para garantizar esos sufragios con destino al referido Colegio, ahora en la Florida desatan una competencia en la que prima el concepto todo vale porque el fin justifica los medios.

A tenor de ello la ultraderecha de origen cubano aceleró su plan  de meses atrás con el objetivo de ganar seguidores favorables a Romney estropeando los viajes de estadounidenses a la isla.

¿Pretextos? Lo aclaró este miércoles un periodista de El Nuevo Herald, Juan O. Tamayo: “las quejas de que incluían demasiados bailes y mojitos.”  (una famosa bebida cubana).

El Departamento del Tesoro renovó este verano apenas un buchito de las licencias de un año exigidas para esos traslados y decenas de renovaciones se mantienen pendientes.

El caso de un profesor emérito de la Universidad Virginia Tech, Joe Scarpaci, raya en el surrealismo. Luego de escribir una solicitud de renovación que abarcó 17 000 palabras, se la devolvieron con el pedido de que ofreciera más detalles.

Volvió a presentarla, esa segunda vez con unas 25 000 palabras dónde insistió en sus  argumentos para visitar la isla. Así, le  renovaron la licencia. 

El programa pueblo a pueblo fue suscrito por el Congreso en 1992,  autorizado por el presidente William Clinton, suspendido por George W. Bush y reanudado por Obama en enero del 2011.

A mediados de diciembre último un representante ultraderechista de

Miami, Mayito Díaz-Balart, presentó un proyecto de ley que volvía a limitar los viajes y remesas de cubanoamericanos a su país de origen, pero no avanzó.

Luego el senador floridano Marco Rubio frenó hasta marzo último la ratificación, como subsecretaria de Estado, de Roberta Jacobson, a manera de castigo por la vigencia de los traslados pueblo a pueblo.

Antes, Rubio exigió en el Capitolio un control más rígido sobre los itinerarios y el programa general de quienes viajen a La Habana, para garantizar se cumplan las órdenes de Washington.

Un poco después el Departamento del Tesoro anunció que sancionarían con 65 000 dólares y suspenderían la licencia a los violadores de las normas.

Fue cuando el congresista David Rivera presentó un proyecto de ley que eliminaba la titulada condición de refugiados a los cubanoamericanos que viajaran a su nación de origen.

Ahora multiplicaron los modelos y exigen explicaciones en detalles hasta de 25 000 palabras, como sucedió al profesor Scarpaci, para darse un salto a Cuba sin pecar bailando o tomando mojito.

Todo ese nuevo capítulo, la realidad por encima de la ficción, tiene un mal olor electoral, en absoluta armonía con el sistema que lo asume en medio del entierro de sus principios y decencia.

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