Carlos Acosta: Una compañía de danza es una vitrina cultural
especiales
El 3 de enero de 2020 la compañía cubana Acosta Danza debutará en Chile como parte del Festival Internacional Santiago a Mil. Por vez primera la compañía actuará en América del Sur. El programa está compuesto por Imponderable y Alrededor no hay nada, del español Goyo Montero —coreógrafo residente de la agrupación—. De Sidi Larbi Cherkaoui se bailarán los duetos Fauno y Mermaid. También Soledad, dúo de Rafael Bonachela; Diez, de Jorge Crecis, y La muerte de dos cisnes, recreación a partir de la coreografía de Mijaíl Fokin.
Pero la gran atracción de la gira será la presencia de Carlos Acosta. A propósito del año que comienza, la gran estrella del ballet conversó con CubaSí acerca de la agrupación que dirige.
—A cuatro años de creada ¿hasta qué punto Acosta Danza se parece a la compañía que soñaba cuando la creó?
—Cada día se parece más. Siempre he dicho que esto un proceso largo porque una compañía no madura su identidad en pocos años. Pero con Acosta Danza ha ocurrido algo asombroso porque los especialistas dicen que ya comienzan a notar cosas diferentes en nuestra compañía. En la gira que acabamos de realizar en el Reino Unido la acogida del público y de la crítica fue asombrosa, y algunos periódicos comentaban que estaba naciendo una nueva manera de asumir la danza en Cuba y celebraban eso. Pero aún no hemos llegado. Estamos trabajando para seguir desarrollándonos.
—¿Hasta qué punto se puede hablar de un estilo en la compañía que vaya más allá de la poética de los coreógrafos con los que han montado?
—Todos los coreógrafos que han trabajado con nosotros lo han hecho desde un pie forzado: Cuba y su cultura. A todos les pido que se inspiren en nosotros, en nuestra música, en nuestras historias y temperamento, para crear sus obras. Y han salido cosas muy buenas. Ahí está Imponderable del español Goyo Montero, coreógrafo residente de Acosta Danza que, con la música de Silvio Rodríguez, habló de nuestras preocupaciones con una atmósfera escénica espectacular.
«La coreografía de Pontus Lidberg, Paysage, soudain, la nuit, también es un buen ejemplo. Lidberg es sueco pero tomó un tema de Leo Brouwer y con los bailarines comenzó a investigar sobre los movimientos de la rumba cubana. Paysage… es como una fiesta en el campo al atardecer, algo muy hermoso que alegra al público, con una instalación de la artista Elizabet Cerviño en la escena que le da una visualidad original.
«También la española María Rovira creó Impronta, un solo que tiene movimientos del folclor afrocubano desde la danza contemporánea. Creo que esa línea sobre la cubanidad, junto a la calidad de los bailarines de Acosta Danza —que pueden bailar cualquier cosa— es lo que marca el estilo de la compañía, más allá de la poética personal de cada coreógrafo».
—¿Qué hace falta para ser un bailarín de Acosta Danza?
—Ser buen artista, con la mejor técnica danzaria posible y determinadas condiciones físicas que le permita asumir la danza contemporánea y folclórica pero también el ballet. Otra cosa que observo mucho es la calidad humana, la disciplina y el respeto. Esto es muy importante porque una persona problemática, por mucho talento que posea, puede poner en crisis el trabajo de todos. En esto tratamos de tener cuidado. Me enorgullece que nuestros muchachos son tremendos bailarines, inquietos artísticamente y son personas tranquilas, inteligentes y educadas. Es muy fácil trabajar con personas así y crear una familia.
—Teniendo la posibilidad de armar un grupo en el extranjero, ¿por qué fundó Acosta Danza en Cuba?
—Una compañía de danza es como una gran vitrina cultural y creo que es una buena manera de hacer que nuestra cultura llegue a todas partes, que se inserte en el mundo con todo el valor que tiene. También es mi mejor manera de agradecer y rendir tributo. Por eso, además de los bailarines y los temas cubanos, con Acosta Danza trato de promover la música, las artes plásticas, los coreógrafos de nuestro país, tanto los consagrados como los jóvenes. Los espectáculos de la compañía buscan ser muy contemporáneos, internacionales, pero son fundamentalmente cubanos.
—¿Qué les aconseja a los bailarines que comienzan?
—Que estudien y trabajen mucho. El que entra en este mundo debe tener la conciencia de que la danza no admite términos medios, ni mucho descanso. La danza es una profesión para gente sacrificada y trabajadora, porque el talento natural tampoco llega lejos si no lo pules con disciplina y constancia.
«Esta es una profesión muy competitiva, que incluso puede ir contra las reglas de la naturaleza. Por eso hay que esforzarse y vivir para la danza. Hay que estudiar la historia de la danza y estar actualizado con lo que está pasando ahora en el mundo con este arte. Es la manera de estar en el buen camino».
Foto: Yuris Nórido
Añadir nuevo comentario