Música y danza priman en festejos por aniversario 500 de La Habana

Música y danza priman en festejos por aniversario 500 de La Habana
Fecha de publicación: 
17 Noviembre 2019
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La urbe amaneció con un ambiente festivo, prolongación de una gala cultural pomposa, colmada de piezas simbólicas como la salida de Cecilia Valdés, la zarzuela más internacional de Cuba, compuesta por Gonzalo Roig a partir de una novela costumbrista de Cirilo Villaverde en torno a La Habana colonial del siglo XIX.

El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, estuvo presente en la magna ceremonia ofrecida en la escalinata del Capitolio Nacional, una de las insignias del paisaje de La Habana, ciudad a la que se le dedicaron poemas y se le cantaron canciones que se convirtieron en parte de la banda sonora común de los cubanos.

Entre esos temas estuvieron Andar La Habana, en la interpretación de Eduardo Sosa e Idania Valdés; Hoy mi Habana, a cargo del Coro Nacional dirigido por la maestra Digna Guerra; Mi vieja Habana, en las voces de Liuba María Hebia y Beatriz Márquez, y Sábanas blancas, de Gerardo Alfonso.

También le cantaron a esta capital Laritza Bacallao, Pancho Amat y su Cabildo del Son, María Victoria Rodríguez y Yoruba Andabo, Manolito Simonet, Yumurí y Osdalgia; mientras bailaron el Ballet Español de Cuba, Ballet Revolution y el Cabaret Tropicana, entre otros.

El Ballet Nacional presentó una pieza que ilustra una escena costumbrista con música de Ernesto Lecuona, Tarde en la siesta, coreografía del Premio Nacional de Danza 2004, Alberto Méndez.

Más de 16 mil fuegos artificiales prolongaron la fiesta en el cielo al compás de composiciones del laureado pianista cubano Frank Fernández, quien trabajó para ello durante meses con un equipo de la compañía canadiense Fireworks FX.

Dos de las comparsas tradicionales del Carnaval de La Habana, la fiesta popular más relevante de la capital: los Guaracheros de Regla y Componedor de batea, esta última oriunda de Centro Habana hace más 180 años, cerraron la gala con suma energía.

Como es lógico, después de tanta emoción, nadie quería irse a dormir, las calles alrededor del Capitolio Nacional parecían hormigueros de la cantidad de personas aglomeradas a la espera de los fuegos artificiales.

Tal vez faltó previsión y tacto por parte de los organizadores, para que los interesados en apreciar en vivo algo de la ceremonia principal, limitada por invitaciones, pudieran ver o al menos oír en las propias calles aledañas, en parques como el de la Fraternidad, repleto de pueblo.

No obstante, la gente esperó con paciencia, en medio del silencio, el espectáculo de fuegos artificiales y siguió andando La Habana, hacia lugares donde la música y la danza se imbrican para disfrute de los bailadores.

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