Raúl Torres le canta a América Latina
especiales
Cojímar se fue a limpiar la playa temprano, me lo contaron los que nunca mienten: los niños. Ellos participaron porque es “honorable” y “útil” proteger el medio ambiente, porque si no “se muere el planeta” y además, “hay que colaborar para que la Habana sea mejor”.
Haila Laura, Marian y Odennis se apuraron luego para estar listos a las seis en punto, pues la jornada comunitaria cerraba con un concierto del vecino Raúl Torres y no querían perdérselo, les gusta mucho su música, “sobre todo esa canción que dice: hombre, los agradecidos te acompañan”.
Y la fiesta se atrasó, mucho, seis horas, pero a las doce de la noche ellos estaban allí, alborotando, bailando, protagonistas y testigos de la alegría.
“Hacemos este concierto por nuestro barrio claro, por La Habana , por Cuba, pero también por Venezuela, por Chile, por Ecuador, por Bolivia, por Brasil, por Uruguay, por Argentina, por una América Latina sin neoliberalismo, porque con el neoliberalismo no nos entendemos”, así abrió Raúl Torres la noche y, también, un domingo que prometía ser histórico.
La lluvia vespertina demoró tanto el inicio que cambió la fecha: cuando Raúl cantaba su Candil ya corrían los primeros minutos del día en que Argentina asistiría a las urnas para encender de nuevo la esperanza. Horas después supimos que fue bueno el augurio: se va Macri, Alberto y Cristina Fernández ganaron porque lo quiso el pueblo.
¿Del 26 al 27 por azar? Tal vez, o tal vez porque esta isla tiene una vocación de resistencia martiana y fidelista, que la dejó cantando para esperar la buena noticia.
Yhosvany Palma fue el primer invitado y antes de regalar sus dos canciones, pensó en Chile que “está convulsionado, está muriendo gente. América Latina está despertando, está decidiendo”. Por el escenario desfilaron luego Fidel Díaz Castro, Mauricio Figueiral, Pedro Beritán, el dúo de Indiana y Rodin y desde Venezuela llegaron José Alejandro y Viover con un cariño gigante para sus hermanos de Cuba.
“Esta noche hay más jóvenes que otras veces”, me comentó una vecina. “Tenemos muchos invitados”, había anunciado desde el micrófono el anfitrión. “Mami, que lindo canta esa muchacha venezolana”, así, como en una lluvia de ideas repaso la noche para contarla y me emociona otra vez la solidaridad que convirtió una iniciativa comunitaria en un canto compartido por la América Nuestra.
¿Los artistas del mundo que se rasgaban las vestiduras por la democracia en Caracas no van a cantar por Santiago? No. Pero en Cuba, en La Habana, en Cojímar, en el mismo lugar donde nacieron los Tambores por la paz, este domingo hubo un avispero de voces y guitarras, afinadas y concertadas en tres tonos: la alegría, la solidaridad, la resistencia.
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