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Me parece que a muchas personas se les está olvidando con demasiada frecuencia que nosotros también somos seres humanos, con familias, necesidades y problemas como el resto de la población, y no somos precisamente de los que tenemos tiempo para estar de cola en cola, ni suficiente dinero para comprar y comprar y después lucrar. En absoluto creo que seamos los trabajadores de la salud mejores que los de otros sectores que también se encuentran laborando en medio de esta situación para tratar de mantener y recuperar nuestra economía y poder, como en otras situaciones difíciles, salir adelante. Ni que tengamos que ser merecedores de tantos “honores” porque, desde el momento en que elegimos la profesión que desempeñaremos una vez graduados, estamos conscientes del papel que nos toca jugar y el paso al frente que debemos dar cuando de devolver la salud a un individuo se trate, lo mismo sea en Cuba como en cualquier otro lugar del mundo; como muy bien lo han demostrado todos los que han llevado amor, humanidad y solidaridad a otros confines, dentro de los cuales me incluyo pues cumplí misión internacionalista en la hermana República Bolivariana de Venezuela. Pero sí creo que en este municipio debe cambiarse la forma en que se está organizando la venta de productos en las tiendas. En el municipio Artemisa, por ejemplo, los trabajadores de salud con su correspondiente identificación (carnet de profesional o solapín) y una carta emitida por su centro de trabajo donde haga constar que está activo en estos momentos, pueden llegar a cualquier establecimiento, hacen una colita a parte del resto de la población y van siendo intercalados. La venta del pollo también está organizada y distribuida entre varios de los establecimientos del territorio, por lo que cuando se les avisa se dirigen allí y tienen garantizado el producto. Finalmente en Güira nos han negado la posibilidad de entrar a comprar a los trabajadores de salud, sin embargo, en las colas que se hacen desde el día anterior, se ven las mismas caras todos los días, que marcan varias veces y para 4…5…6… personas, venden los tickets a $50.00 pesos o después revenden las mercancías a precios exuberantes; y eso nadie lo ve. He escuchado que hay quien pide $100.00 y hasta más por un tubo de pasta dental denti-fresh, que normalmente cuesta $8.00, 8.00 CUC por el que en la tienda cuesta 1.40 CUC, $40.00 por un paquete de perros calientes y muchos más ejemplos de otros que ahora ni me acuerdo. La forma en que se están comercializando los productos en mi municipio para nada contribuye a mantener el aislamiento social, acercar los productos lo más que se pueda a la comunidad y evitar que en las colas las personas se aglomeren y acaben discutiendo, quitándose hasta los nasobucos. Hay muchas otras cosas que me cuestiono sobre los métodos y estilos de trabajo ante esta compleja situación en mi terruño, como es el caso del tratamiento y atención a aquellas personas que hoy tuvieron que acogerse a las leyes y se encuentran inactivas, que son mayores de 60 años, padecen enfermedades crónicas que pueden conllevar a que sufran graves complicaciones que puedan poner en peligro sus vidas en caso de que se contagiaran, son embarazadas o tienen niños pequeños…que son las mismas razones por las cuales deben permanecer en sus casas y no estar de cola en cola. ¿Tendrán todos a alguien que les lleve hasta sus casas pollo, picadillo, aceite y todos esos productos necesarios que se venden en CUC? Yo, que también soy profesora de la Facultad de Ciencias Médicas de Artemisa y me esfuerzo cada día por formar en mis estudiantes los valores que tanto necesitan nuestra sociedad y nuestros tiempos e inculcarles amor y entrega incondicional por la profesión que han de desarrollar después de graduados, muchas veces he sentido que si retrocediera en el tiempo mi elección fuera otra. Quisiera que me disculpara por esta misiva tan extensa, que le debe haber robado parte del tan poco tiempo que tenga “libre” o para dedicar a leer todos los planteamientos que a Ud. vayan dirigidos. Todo esto que le he expuesto ya lo he manifestado en varias ocasiones en el local de Atención a la Población del CAM. Incluso a la compañera del Sindicato del Policlínico y la Vicedirectora de Asistencia Médica. A pesar de todo me siento orgullosa de mi país y de pertenecer a este “ejército de batas blancas”. Mi esposo y yo aplaudimos todas las noches a las 9.00 pm por el resto de mis colegas, por todos aquellos que sí están combatiendo en la primera línea de defensa, exponiendo sus vidas y dejando de ver a sus seres queridos por semanas y hasta meses, sin apenas poder descansar o dormir cuidando a los enfermos, salvando a los más graves, creando medicamentos y vacunas, garantizando todo lo necesario para la alimentación, higiene y todo tipo de recurso en cada una de las instituciones creadas para el ingreso de enfermos, sospechosos y contactos. Así como por todos los que de la forma más modesta están contribuyendo a librar esta batalla, aun sin ser trabajadores de la salud. A todos ellos nuestra gratitud y respeto. Gracias por atender mi planteamiento, afectuosamente: Dra Daney Marianne Seco Alonso
lauraseco@infomed.sld.cu
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