Ultraderecha europea: América Latina en la mira

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Ultraderecha europea: América Latina en la mira
Fecha de publicación: 
18 Agosto 2021
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Tanto que agitó la ultraderecha de Gran Bretaña para que Londres desafiara a Rusia en sus aguas territoriales de Crimea, que luego se empeñó en desbarrar contra la gobernanza del Reino Unido por la huida del buque británico violador, so pena de ser hundido.

Esa facción ha tenido que ver mucho con la agitación en Gran Bretaña para acceder a un poder que se ha vuelto más accesible en Finlandia, con avance electoral, así como en el gobierno de Suecia y otras naciones centroeuropeas.

Sin embargo, el poder ideológico de la ultraderecha tiene su mayor exponente en Vox, de España, que, no obstante, su revés en recientes comicios, se ha convertido en uno de los instrumentos favoritos del imperialismo norteamericano para su expansión en América Latina.

El partido Vox no es una formación más dentro de la ola de la nueva derecha radical. La agrupación liderada por Santiago Abascal y fundada en el 2013 ha destacado, además de por su rápido ascenso como tercera fuerza en el país, por su amplia actividad a nivel internacional incluso más allá de Europa, llegando a las costas del continente americano.

Originalmente, Vox empezó a estrechar lazos con los partidos políticos del este europeo, tomando como referencia por proximidad ideológica y modelo, a la Polonia de Ley y Justicia y a la Hungría del Fidesz. También tejió alianzas con Marine Le Pen en Francia, del partido Agrupación Nacional (antes Frente Nacional), y con Mateo Salvini de La Liga (antes La Liga Norte), pero que no llegaron a fortalecerse por diferentes discrepancias. De hecho, el partido ultraderechista se ha aproximado más a Hermanos de Italia, una formación que rivaliza con La Liga en ideas y que los últimos sondeos auguran una espectacular subida.

Sin embargo, a lo largo del 2020, la dirección del partido fijó su atención más allá de Europa. Los balances de poder y mecanismos de la Unión Europea, la multitud de familias políticas representadas (y enfrentadas) y siendo prácticamente nuevos en esta arena política evidenciaron su amplia desventaja frente a líderes como Viktor Orbán o Marine Le Pen. Sin embargo, esa desventaja podría desbalancearse a su favor en el caso latinoamericano.

De hecho, esta estrategia ni siquiera es nueva. José María Aznar, presidente de España entre 1994 y 2001 por el Partido Popular (PP), ya intentó tener su propia red de formaciones y personalidades conservadoras a través de la Fundación FAES y la figura de Rafael Bardají, tejiendo toda una red que, de hecho, ha conseguido absorber Vox y utilizar para sus propios intereses.

En este plan de expansión internacional no puede menos que observarse la mano de El Yunque, la secta de guerreros de Cristo, de origen mexicano, que, a través de una multitud de asociaciones pantalla como Hazte Oír o Citizen Go, dedica ingentes recursos para presentar una auténtica batalla contra la izquierda y cualquier idea mínimamente progresista, siendo rechazada incluso por la propia Iglesia Católica.

Esta organización fue de las primeras en ayudar a Vox en España y ha conseguido presuntamente situar a miembros de referencia de su organización como Gádor Joya o Alicia V. Rubio.

EN EL CAMPO DE LA INMIGRACIÓN

El interés hacia América Latina también se ve reflejado en el campo de la inmigración. En esta área Vox es impasible, y en cambio se muestra favorable a facilitar la inmigración entre España y América Latina, en especial de Cuba y Venezuela. Estas ideas ya se reflejaban en el programa marco de cien puntos que Vox publicó como carta de presentación y se justifican, precisamente, en este objetivo de ser amable para la sociedad latinoamericana y presentarse como la solución a los gobiernos y partidos de izquierdas de allí, a quienes ataca constantemente.

Con esto espera atraer votantes que compartan la religiosidad de la formación, sus valores ideológicos y un fuerte rechazo a la izquierda política.

Desde luego, Vox está realizando una intensa labor ideológica por extender la lucha contra la izquierda y aunar a los reaccionarios en una internacional ultraderechista, al tiempo que Orbán intenta lo propio a nivel europeo. Sin duda, las redes de la extrema derecha a nivel internacional se fortalecen día a día, aunque hay consecuentes atisbos de que está cobrando vigencia una alternativa contraria que les pueda hacer frente.

 

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