¿Resucitará Detroit?

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¿Resucitará Detroit?
Fecha de publicación: 
21 Febrero 2021
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Uno de los estados que votaban últimamente por los republicanos, Michigan, colaboró con su viraje por los demócratas a dar el pistoletazo final a las aspiraciones de Donald Trump de reelegirse presidente.

Los abandonados trabajadores industriales del estado cifraron en alguna que otra ocasión esperanzas de que el fenecido mandatario cumpliera sus promesas de atender las demandas de la población, principalmente en Detroit, a la que sólo le ha quedado la sede de ser la ciudad de los Tigres, por su trayectoria beisbolera, con el mítico lanzador Nolan Ryan a la cabeza.

Pero la realidad fue otra, y la ciudad siguió en el cuasi abandono, aunque ahora trasciende que podría haber mejores vientos con la actual administración, aunque hasta ahora son sólo conjeturas.

Hace poco fue firmado un nuevo Tratado Comercial entre Estados Unidos y México, que dudo que represente algo bueno para Michigan y Detroit en particular, porque con la firma hace varias décadas del original, con la también participación de Canadá, se puso en ascuas a los sindicatos estadounidenses.

Desde que culminó la edad dorada y de la producción en Estados Unidos (1947-1973), los trabajadores venían notando las consecuencias de la flexibilidad laboral. Los años ’80 trajeron una situación que llegaría para quedarse en forma de salarios menguantes en industrias con alta tecnología manufacturera. Una paradoja que pone en duda el mito de trabajador cualificado.

El caso de la ciudad de Detroit es paradigmático. Se trataba de la mayor ciudad industrial dedicada a la manufactura automotriz en Estados Unidos, hogar de las Tres Grandes: General Motors, Ford y Chrysler.

Si bien sus problemas empezaron desde la crisis del petróleo de 1973, Detroit vivió un prolongado deterioro industrial que comenzó con la caída sostenida de salarios. La industria del automóvil no dejaba de crecer, pero cuanto más trabajaba un obrero y más se capacitaba, menos percibía.

Con la llegada del tratado, muchos de esos empleos se fueron a la frontera norte de México, pero fueron pocos los trabajadores mexicanos que se beneficiaron y la mayoría engrosaron un amplio ejército de reserva de mano de obra barata que sirvió como amenaza para evitar la organización sindical. Al poco tiempo, los puestos de trabajo que habían llegado a México migraron hacia el sureste asiático.

Tan sólo en Michigan desaparecieron 46 000 puestos de trabajo en el primer momento, y ello ascendió posteriormente 700 000. Con un notorio debilitamiento sindical.

Detroit se convirtió, y aún lo es hoy, en la ciudad más grande del mundo en bancarrota. ¿Resucitará?

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