Montaje sionista: Un parásito peligroso

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Montaje sionista: Un parásito peligroso
Fecha de publicación: 
14 Junio 2020
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Llegó a la Casablanca con un ímpetu de mil demonios, denostando contra la política de su predecesor, para luego postrarse ante quienes detentan el poder en Estados Unidos, que lo han utilizado como parabán para exhibir una política tan inhumana que en una de sus secuelas ha puesto en peligro la propia existencia del sufrido pueblo palestino.

Así, Donald Trump, presidente de la principal potencia bélica y económica, se convirtió en el hazmerreír de la tertulia que compone el establishment estadounidense, tal como se hacía en la antigua Grecia con los bufones de oficio (parásitos) que llegaban al banquete sin haber sido invitados.

De ahí que su “plan de paz” sea el tiro de gracia contra un pueblo al que se le ha arrebatado sus tierras para entregárselas “legalmente” al usurpador sionista, que además de apropiarse de lo que no le pertenece, lleva a millones de palestinos al borde de la extinción, con el forzoso confinamiento a lugares inhóspitos, tras quemar sus cultivos y destruir sus viviendas.

Tanto el gobierno palestino como las organizaciones que se oponen al   contubernio montado por Israel y presentado por Estados Unidos, que viola leyes internacionales, han coincidido en retirarse de cualquier conversación con sus enemigos para presuntamente construir dos estados separados y llevar la desconocida paz a la región.

Recuerdo que cuando el 11 de septiembre del 2011 tuvo lugar la destrucción de las Torres Gemelas neoyorquinas, las entidades israelíes que ocupaban dos pisos del lugar, dieron el “día libre” a sus más de 200 empleados judíos sin que fuera feriado y sin razón alguna. 

Asimismo, cuando la autodestrucción del acorazado Maine en La Habana -para justificar la intervención yanqui en la guerra de independencia de Cuba contra España-, la oficialidad blanca se encontraba a salvo en tierra, y sólo se hallaba en el buque la tripulación negra.

O sea, nada es casual, y más cuando este parásito presidencial, peor que el del nuevo    coronavirus, olvida sus promesas electoreras para cumplir al pie de la letra el papel que le han asignado los sionistas que integran el grupo más influyentes del verdadero poder en Estados Unidos.

Muchos recuerdan como Trump acuñó aquella frase chovinista de America First, pero pronto tuvo que postrarse ante Israel First, que así se denomina el grupo más influyente de la caterva de mando imperial.

Este domina las principales posiciones económicas y políticas dentro del régimen de Trump y, curiosamente, está entre los opositores más vociferantes de la administración. Incluyen a la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, así como su vicepresidente, Stanley Fischer, ciudadano israelí y ex gobernador del Banco de Israel. 

Jared Kushner, yerno del presidente Trump y judío ortodoxo, actúa como su principal asesor en asuntos del Medo Oriente. Magnate inmobiliario de Nueva Jersey, se estableció como el archienemigo de los nacionalistas económicos en el círculo interno que ayudo a ganar la presidencia a su suegro.

Apoya todo el poder israelí y la toma de tierras en el Medio Oriente, trabaja en estrecha colaboración con David Friedman, embajador de EE.UU. en Israel y fanático partidario de los asentamientos judíos ilegales, y Jason Greenblatt, representante especial para las negociaciones internacionales.

Con tres Israel First determinando la política en el Medio Oriente, no hay contrapeso alguno, por lo cual el bufón y parásito presidencial retiró todas sus demandas nacionalistas, como fiel cumplidor de ello.
 

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