Lula: Los retos del regreso

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Lula: Los retos del regreso
Fecha de publicación: 
21 Septiembre 2022
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A días de las elecciones presidenciales del próximo 2 de octubre en Brasil, no erraría quien dé por sentado que hay más incertidumbre por los resultados de cualquier juego de fútbol en ese país, que por conocer quién ganará los comicios. A estas alturas, la tendencia predominante en los sondeos apunta a una victoria de Luiz Inácio Lula Da Silva, probablemente, incluso, en primera vuelta. En términos futbolísticos, la curiosidad está en ver si la victoria es por la mínima o por goleada. 

Claramente, la “defensa” del actual mandatario brasileño, Jair Bolsonaro, llega vulnerable tras un mandato que poco o nada aportó al equilibrio socioeconómico de un país que estaría reflejando, como ninguno en la región, las diferencias en la distribución de la riqueza. Si a ello se le suma la deficiente gestión de la pandemia, los escasos resultados macro económicos de ese país durante su gestión y la pérdida del peso diplomático internacional -renunciando a espacios multilaterales para alinearse a la Casa Blanca-, se harían comprensibles varias razones del por qué Bolsonaro tiene las de perder.

Tampoco es que la “delantera” de Lula llegue en su mejor forma. El desgaste de las campañas mediáticas y de descrédito a su figura, sumado a los problemas de organización en las estructuras partidistas que constituyen su base y apoyo electoral, han tenido su efecto. Pero aun así, Lula y el Partido de los Trabajadores (PT) presentan un músculo político que se pinta suficiente para asegurar la victoria. 

Dando por hecho el triunfo de Lula, la agenda de su eventual mandato presentará no pocos retos, cuya solución le garantizaría consolidar la continuidad de su proyecto social. Algunos parecen evidentes, pero no está de más ponerlos sobre la mesa. 

La fragilidad del movimiento que permitió el triunfo de Lula y posteriormente de Dilma Rousseff, se hizo patente en la consiguiente pérdida de espacios políticos. Se impone, entonces, el diseño de estrategias para consolidar liderazgos y estructuras en torno al proyecto socio político y no sólo en torno a figuras políticas. Ello pasa por fortalecer la articulación con las bases sociales vulnerables y más beneficiadas en los mandatos previos del PT. Crear consciencia política no es un proceso de paternalismo ni de solución de problemas materiales, y amerita de la constante influencia política. Que Lula haya sacado del hambre y de la pobreza, mejorado la asistencia sanitaria, el empleo y el acceso la educación, a millones de brasileños que luego se desentendieron de ese proyecto, habla de carencias con ese electorado y del trabajo realizado con ellos. 

En esa ecuación, la corrupción es un problema prácticamente naturalizado en la sociedad brasileña, y escándalos como el de Odebrecht aún pasan factura, generan desconfianza y apatía en sectores que constituyen la base electoral natural de Lula. En ese contexto Lula deberá retomar vínculos con burguesías mediáticas y económicas (que quizás pueden ser las mismas) que si bien se muestran flexibles en dependencia del gobernante de turno, juegan un rol esencial en garantizar niveles de estabilidad a lo interno de Brasil. No son sectores fieles, pero la experiencia anterior de Lula les creó espacios y la necesaria confianza para convivir y coadyuvarse mutuamente. 

En ese sentido, la eventual reinserción del gigante suramericano en mecanismos económicos multilaterales como el BRICS y la apuesta a un mayor protagonismo en la economía mundial, puede resultar un atractivo al empresariado nativo. En términos geopolíticos, Lula puede reposicionar a Brasil como líder de la región, en un contexto similar al que ya vivió anteriormente, con la balanza política inclinada hacia gobiernos de izquierda y progresistas. Sin esperar a inmediatas mejoras del comercio regional, sí es de esperar una mayor articulación de economías regionales. Entre ellas, Cuba y Venezuela, contarían con un potencial aliado en medio de coyunturas internas complejas y sujetas a sanciones unilaterales y de bloqueo económico. 

Otro reto en el horizonte de Lula será consolidar el poder político sobre los demás poderes del Estado, principalmente el judicial y el electoral. Estos han demostrado capacidad de desequilibrar gobiernos y son, además, ejes de desestabilización que no pocas veces actúan como golpistas. Ya Rousseff y el propio Lula fueron víctimas de ello. 
Habrá tiempo para modelar cómo se desenvuelve Lula en el nuevo periodo que iniciaría el 1ro de enero de 2023 tras lo que parece una victoria segura, ya sea en primera o segunda vuelta. Lo que sí parece evidente, es que el principal objetivo del futuro mandato de Lula será garantizar la continuidad de su proyecto social. De ello dependerá la consolidación del abanico de izquierdas en Latinoamérica.
 

*Analista político y de medios de comunicación 

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