Las hermanas de Duque: Violencia, desigualdad y pobreza

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Las hermanas de Duque: Violencia, desigualdad y pobreza
Fecha de publicación: 
14 Febrero 2021
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El presidente de Colombia, Iván Duque, no ha hecho más que continuar, y en algunos aspectos ahondar, lo que ya constituye un adhesivo en la vida del pueblo colombiano: la violencia, la desigualdad y la pobreza.

Nada original, porque ya se sabía, desde antes de llegar al poder, que no iba a respetar el Acuerdo de Paz firmado por el anterior gobierno y la principal guerrilla para terminar el conflicto de más de medio siglo; no iba a tocar ni un pelo a trasnacionales, latifundistas y narcotraficantes, y mantendría la represión militar y paramilitar para eliminar a quienes se interpusieran en el camino de los que detentan el verdadero poder en Colombia.

Así, cotidianamente, llegan los partes de los asesinatos de líderes políticos, sociales y excombatientes en forma individual, planificados por las inteligencias norteamericana y local, a lo que se suman las cada vez más prolíficas masacres de familias enteras y de personas —que las autoridades tratan de achacar a vendettas entre pandillas del narcotráfico—, lo cual provoca el éxodo de una población que se siente desamparada, mayormente campesina y aborigen.

Y todo en medio de una pandemia del nuevo coronavirus cada vez más letal, que ha convertido a Colombia en una de las naciones con más infestados y muertes, a pesar de unas reservas abundantes, gracias a la esmeralda, el café, las flores, etc., sin contar el dinero sucio que le llega por ser el principal productor y exportador mundial de cocaína.

Duque, asesorado hasta hace poco por los enviados de Trump, no es más que un peón de la urdimbre que han creado las múltiples problemáticas sociales, producto de la presencia diferenciada de las instituciones del Estado, en relación con el control de las poblaciones y las regiones del territorio nacional, y la configuración de un modelo de desarrollo que privilegió la vida urbana, amplió las brechas entre el campo y la ciudad, y contribuyó en la generación de profundos procesos de marginalidad, desigualdad y exclusión social.

Esto puede explicar el surgimiento de un conflicto armado de más de medio siglo que debía terminar con la implementación del convenio firmado en La Habana.

Pero no ha sido así, porque la dominante derecha, que tiene el poder, los recursos y el manejo castrense, ha mantenido un clima que lleva al caos, que tiene al país como uno de los más violentos del mundo, con un gobierno que legitima la violación de los derechos humanos y la expansión de una economía del narcotráfico que ha penetrado profundamente en las instituciones estatales.

En este contexto, es natural que Duque mantenga un modelo económico neoliberal extractivista y especulativo que beneficie a quienes le apoyaron para llegar a la presidencia.

Por eso, cuando constituyó el gabinete, como después que surgieron algunos cambios, el empresariado estuvo muy atento con la presencia de al menos 24 directivos gremiales de la Cámara Colombiana de Informática y Telecomunicaciones, del gremio que agrupa a las compañías que distribuyen gas y petróleo, el avícola, y el gremio de la salud, entre otros.

Y es que la despolitización (como relato) y la selección de perfiles tecnocráticos —especialmente vinculados con empresas privadas, ONG y gremiales— son los factores definitorios del equipo de jefes de carteras ministeriales, un agradecimiento al apoyo en bloque de ese sector, superior al que recibió su mentor Álvaro Uribe.

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