La marcha del Che y sus hombres hacia el Escambray

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La marcha del Che y sus hombres hacia el Escambray
Fecha de publicación: 
17 Octubre 2022
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Cuando la ofensiva contra el Ejército Rebelde en la Sierra Maestra llegaba a su fracaso, la dirección revolucionaria se planteó extender la guerra a otros territorios. El comandante Ernesto Guevara de la Serna, ya conocido como el Che, fue designado al frente de la invasora columna número 8 “Ciro Redondo”.

La orden militar de Fidel Castro indicaba a Guevara cortar las comunicaciones entre ambos extremos de la Isla; establecer relaciones con los grupos políticos que encontrara a su paso; y lo dotaba de amplias facultades para gobernar militarmente, de acuerdo con las leyes del Ejército Rebelde, el territorio bajo su mando.

A punto de partida, el plan contemplaba iniciar la marcha en camiones desde la Sierra Maestra el 30 de agosto. Se pensaba que los rebeldes llegarían en cuatro días a Las Villas. Sin embargo, la camioneta que transportaba la gasolina necesaria para el traslado fue interceptada por el ejército de Fulgencio Batista. De tal modo, la marcha inició el 31, pero sin camiones ni caballos.

La aspiración fue entonces encontrarlos tras cruzar la carretera de Manzanillo a Bayamo. Un ciclón que azotó el primero de septiembre dejó inutilizadas las carreteras, excepto la Central. Che escribió en Pasajes de la Guerra Revolucionaria que, obligados a abandonar la idea de los vehículos, había que utilizar caballos o ir a pie: “Andábamos cargados con bastante parque, una bazooka con cuarenta proyectiles y todo lo necesario para una larga jornada y el establecimiento rápido de un campamento”.

En lo adelante, para la columna invasora del guerrillero argentino no habría instante de sosiego. A la marcha fatigante, la escasez de comida, los aguaceros, la necesidad de tomar agua de ríos pantanosos, la rotura del calzado y la infección en los pies, se sumó el acoso del enemigo por tierra y cielo. Combates en diversas circunstancias debieron librar los revolucionarios
durante su trayectoria a Las Villas; por ejemplo, los de La Federal, el 9 de septiembre, y Cuatro Compañeros, el 14 del mismo mes.

También tuvieron que evadir varios cercos, como el tendido por el ejército de la tiranía en los montes del antiguo central Baraguá, actual Ecuador. Los rebeldes lograron salir de este gracias a la destreza del entonces teniente Rogelio Acevedo y otros dos compañeros, quienes pasaron una madrugada explorando, entre el pantano y las balas enemigas, una ruta por la que salvar a toda la columna. Casi al amanecer, regresaron a donde el Che y le informaron de un punto que sus adversarios no habían protegido. El jefe de la columna decidió que lo transitarían la siguiente noche.

Así relata Rogelio Acevedo en su libro Tan solo con 16: “Sobre las cuatro de la mañana habíamos pasado la línea de Baraguá. Mi pelotón fue el último. Todo salió como Che lo previó. Detrás dejábamos la encerrona enemiga. Me sentí feliz, una cuota mía estaba en el cumplimiento de aquella misión”.

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Imagen tomada de internet. El general (r) Rogelio Acevedo tenía 16 años cuando se sumó a la lucha insurreccional en la Sierra Maestra. Fue uno de los invasores de la columna del Che.

El recorrido de la columna comandada por Guevara fue una epopeya increíble, materializada por hombres de carne y hueso. Al indagar sobre esa travesía, reaparecen nombres épicos como los de Ramiro Valdés, Ramón Pardo, Harry Villegas (Pombo), el doctor Fernández Mell, Roberto Rodríguez (Vaquerito), Joel Iglesias, Enrique Acevedo, entre otros invasores.

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Foto tomada de Ecured. El Comandante de la Revolución Ramiro Valdés era el segundo al mando del Che durante la invasión a Las Villas

Además de la voluntad de los combatientes, fue esencial el apoyo de los campesinos. El Guerrillero Heroico escribiría al respecto: “No era, naturalmente, el apoyo unánime de todo el pueblo que teníamos en Oriente; pero, siempre hubo quien nos ayudara”.

Che admite en Pasajes de la Guerra… que hubo un momento, casi al final, en que la tropa solo marchó “al imperio del insulto, de ruegos, de exabruptos de todo tipo”, hasta que divisaron el macizo montañoso de Las Villas. A partir de entonces, las mismas privaciones de siempre “fueron encontradas mucho más clementes, y todo se antojaba más fácil”.

El último cerco fue eludido cruzando a nado el río Júcaro. El 16 de octubre de 1958 la columna invasora “Ciro Redondo” llegó al Escambray. Nuevos retos se avecinaban para Guevara y sus hombres, cuyas victorias sucesivas fueron imprescindibles para el triunfo revolucionario.

 

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