Geopolítica: El Medio Oriente, polvorín del viejo orden mundial
especiales
Los bombardeo masivos de Israel a Gaza. Foto AFP
¿Adónde conduce la crisis en el medio oriente entre Irán e Israel? Ya no se puede hablar de guerras proxis entre un estado y organizaciones irregulares, sino de un escenario en el cual está en juego la propia subsistencia de la vida y que coloca al orden global en un juego peligrosísimo. Y es que, a estas alturas, todo el entramado de los sistemas de paz de las Naciones Unidas se muestra ineficiente para lograr tanto un alto al fuego en Gaza como una desescalada. Irán dispone de un sistema de cohetes y de capacidades ofensivas que puede desequilibrar las bases de lo que hasta ahora ha sido habitual en la región y de hecho lo está haciendo. Israel ya no es el gendarme que posee barra abierta y, amén de que ha abusado de los pueblos árabes, su sistema de defensa se ha visto cuestionado y vulnerado. Para salir de esa situación, solo se puede apostar por un tratado que logre lo que hasta el momento ha sido imposible en materia de política internacional: dos estados reconocibles y soberanos en el Levante.
Pero, además de Irán e Israel, la región posee otros actores importantes. Ahí está Arabia Saudí con uno de los presupuestos militares más altos del planeta y con recursos financieros suficientes para ser el contrapeso de Irán en el Medio Oriente. Riad, además, es uno de los mayores exportadores de petróleo y una potencia emergente que puede formar parte del tándem de los países del multilateralismo. Ello coloca a esta parte del mundo en una nebulosa de reconformación de poderes que no tiene por el momento un rostro definitivo. Estados Unidos, con su salida de Afganistán, les dio a los enemigos regionales una imagen que su aliado Israel está pagando muy caro. En la medida en que Occidente entra en crisis, la geopolítica cambia y coloca el mundo un paso más allá del conflicto unipolar hacia la realidad multipolar. Y es que no solo se trata de armas, sino de posiciones y de cómo se usan a manera de ventaja en el contexto internacional. Irán posee capacidad nuclear en ciernes y sin dudas eso es un punto de giro, pero más allá de la disposición de lo bélico, la política se está definiendo en función de las alianzas que siguen la sombra del sistema financiero. En la medida en que las sanciones de los Estados Unidos han espantado a los usuarios del dólar, crece el BRICS y la necesidad de los pueblos de una representación menos viciada de sus intereses monetarios, así como de los activos y de su movimiento a nivel internacional.
Irán es un importante socio de los grupos irregulares que hacen un contrapeso proxy en la región y eso le da esa ventaja estratégica. No solo es trascedente el arma y su calidad, sino la posibilidad de situarla y de usar a determinados agentes en función de una finalidad de construcción política. Tanto los hutíes como Hamas o Hezbollah han colocado en crisis a las potencias regulares y sus intereses y ello ha derivado hacia la reconformación de tesis de poder y de la imagen de las decisiones de los occidentales de cara al mantenimiento de su ideología. Esa caída de los europeos y de los norteamericanos ha venido de la mano del ascenso de Rusia que tuvo un papel preponderante en el derribo del estado islámico y de los grupos de terroristas que estaban saboteando y colocando el terreno en crisis.
Pero hay más, no solo de armas se hace la geopolítica, sino de cultura y de religión y la caída del prestigio de Occidente ha hecho que las diferencias entre las ramas del Islam sean determinantes en el resurgimiento de los conflictos, haciendo que el Medio Oriente sea un polvorín en el mundo. Irán, en ese escenario, está obligado a actuar y a establecer una geopolítica desde la demostración de soberanía y de compromiso con los árabes. Israel ha demostrado que no cederá y que está dispuesto a generar una crisis mundial con el precio del petróleo para presionar a sus socios occidentales de que participen junto a ellos en el conflicto. Las diferencias con Irán y la no firma de la paz en Gaza han disparado el hidrocarburo y Tel Aviv sabe que los Estados Unidos y Europa son dependientes de ese recurso. Entonces, en la medida en que los occidentales no garanticen que Israel posee todo el respaldo del mundo, habrá chantaje. Por ello no se sabe quien manda a quien en esas alianzas entre los mandamases de Israel y Occidente. Más aún, en la medida en que se complique el panorama electoral en Estados Unidos, habrá líos en las alianzas internacionales y los puntos de choque pueden aumentar. La mezcla entre el conflicto en el medio oriente y el de Ucrania no le hace bien a nadie y conduce a que todo eso escale a nivel internacional y que la sombra de una guerra planetaria sea cada dia más posible.
¿Podrá Irán contener a Israel y llevarlo a una paz en Gaza?, ¿podrá Israel mantener su poderío en la región y aplastar a las resistencias irregulares a la par que detiene el ascenso de Irán?, ¿y cómo quedan las alianzas en la región entre Estados Unidos y su grupo y entre Rusia y su grupo? Si vamos a escenarios parecidos en el pasado veremos que las guerras a gran escala tenían esos conatos como precedentes y a la par el sistema internacional y la diplomacia se mostraban inoperantes. Al morir el mundo globalista y unipolar de 1991, los países occidentales solo tienen que ofrecer la guerra como alternativa de poder. Más allá de eso, está la aceptación de un poder compartido en el cual el dólar deja de ser la medida de todas las cosas. Pero quizás por eso tengamos a un Donald Trump aspirando a la Casa Blanca, ya que la clase política de los círculos occidentales no se ha adaptado a su papel de transición.
Y mientras llega el momento de las elecciones y el imperio decide qué es lo que va a pasar con su élite de poder, la recomposición del Medio Oriente es uno de los elementos que decide votos y que va al panorama de los análisis más determinantes. Mientras Kamala se ha mostrado reticente con Tel Aviv y habla de la necesidad de un acuerdo, tiene un lado belicista en Ucrania; Trump por su parte dice que puede terminar con la guerra entre Kiev y Moscú en 24 horas, pero muestra su apoyo irrestricto a Israel. En esas basas en pugna se está definiendo la paz del mundo, en medio del juego, de la ironía y del odio entre las partes, en esa realidad tan canallesca que es la política de los países occidentales.
Las relaciones entre Irán e Israel son un reflejo de las que existen entre los bloques y tiene un correlato en la política norteamericana. Mientras que los recursos del Medio Oriente sean determinantes en el uso del petróleo y por ende en el valor del dólar y del nivel de vida del norteamericano, habrá que colocar esta región como una de las variables que definen. ¿Qué puede esperarse para los próximos meses? Las elecciones en los Estados Unidos hacen muy impredecible el panorama, máxime porque cualquiera de las dos facciones en pugna trae propuestas que pueden desequilibrar la balanza. Trump, que ha mostrado supuestamente una imagen de un presidente que no hace guerras, habla de parar los conflictos proxys en la región y de fortalecer a Israel. Kamala sostiene que el apoyo armado y financiero a Kiev es una prioridad. Tal parece que las partes no van a ceder y que se estará ampliando el margen de conflicto. La ONU como organismo han mostrado su inoperancia en la consecución de objetivos y a estas alturas ha hecho caso omiso de los llamados a la paz. Las resoluciones se congelan en el Consejo de Seguridad y se quedan en lo retórico del asunto.
Como quiera que sea no se va a lograr la paz con los métodos actuales. En el centro de Teherán hay un reloj que marca el tiempo que según ellos le queda a Israel como estado y esa filosofía, aunque pudiera estar sustentada en la necesidad de defensa de los árabes frente a tanta afrenta histórica, no es otra cosa que un detalle de hasta dónde puede escalar el odio en la región y las consecuencias nefastas para todos. El intercambio de cohetes y el hecho de que se esté escalando desde los drones hasta los misiles balísticos nos habla de que el mundo no marcha hacia un camino de entendimiento y que las cuestiones relacionadas con la vida y la convivencia no son los temas que ahora mismo están en las discusiones, sino la prevalencia de ideologías y de poderes fácticos que respaldan determinados intereses.
El Medio Oriente es un polvorín que ya no se puede decir que esté apagado, todo lo contrario, se halla encendido y a punto de generar el mayor de los incendios. Las respuestas entre los actores, la agresividad del discurso, la realidad que se les sale de las manos y que es ya terrible; todos esos aspectos convierten a la región en lo peor ahora mismo para la coexistencia y la paz. ¿Qué pasará tras las elecciones en los Estados Unidos? Eso sería arriesgarse a un pronóstico en medio de las contradicciones de un planeta en el cual no solo peligra la paz, sino la permanencia de la vida. Una guerra de las proporciones que puede ocurrir no solo seria el fin de Occidente o de los países que se le oponen, sino el de todo vestigio de civilización. Pareciera que los poderes fácticos prefieren eso antes que ver el nacimiento de un nuevo orden.
Añadir nuevo comentario