Exterminio que sigue, gracias ¿a quién? Una historia necesaria

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Exterminio que sigue, gracias ¿a quién? Una historia necesaria
Fecha de publicación: 
17 Octubre 2021
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Aunque nada divulgadas por una prensa más inmersa en el glamour, chismes, vidas privadas y divulgación de noticias falsas provenientes de las huestes asociadas al Imperio, trascendió que una gran parte de los 300 000 sobrevivientes de los aborígenes en el territorio que comprende Estados Unidos, se haya en peligro de desaparecer, envueltos en la ola de ruindades que caracteriza a la vida disoluta de quienes la consideran una forma de recreación del “modo de vida americano”.

Alcohol, trabajo sucio para quienes manejan las mafias y la mayor parte de la vida en prisión, instrumentos para personas insatisfechas sexualmente, golpean a un gran número de aborígenes de todas las edades, algunos de los cuales se considera “dichoso” si logra algún que otro puesto “decente”, pero siempre al servicio del amo blanco.

Mientras leía en MSN declaraciones de la vicepresidenta norteamericana, Kamala Harris, reconociendo el maltrato a los grupos tribales, recordaba al hoy tristemente célebre ex canciller de España y ministro para Asuntos de Relaciones Internacionales de la Unión Europea, Joseph Borrell, al minimizar la importancia de uno de los momentos más polémicos de la historia de Estados Unidos.

"Estados Unidos nació en una independencia prácticamente sin historia, lo único que había hecho era matar a cuatro indios, pero aparte de eso... fue muy fácil", sostuvo Borrell en un foro de la Universidad Complutense de Madrid que abordó el futuro de Europa.

Así, el político español intentó argumentar cómo Estados Unidos consiguió un mayor nivel de integración política. Además de tener "muy poca historia detrás", Borrell también atribuyó ese logro a que tienen un mismo idioma.

Las respuestas no se hicieron esperar, y entre ellas destacó el calificativo de racista que le endilgó al susodicho el Movimiento Indígena Estadounidense, además de señalarlo como supremacista, negacionista y patético en la descripción del genocidio.

En Norteamérica el proceso de conquista y colonización sajón -el que prevaleció, finalmente, entre otros intentos- tuvo matices distintos a la española. Los primeros colonos llegaron a las tierras del este norteamericano a principios del siglo XVII, y la primera población colonial fundada en tierras norteamericanas fue Jamestown (en el actual estado de Virginia) en 1607.

Tenía aproximadamente 6 000 habitantes, en su gran mayoría ingleses ambiciosos, cuya principal obsesión fue la búsqueda afanosa de metales preciosos, sin detenerse a formar la mínima trama social entre sus pobladores para construir una colonia con visión de futuro. Las guerras con los indios, las enfermedades y los conflictos internos fueron diezmando la población hasta quedar reducidos a mil habitantes en 1624.

Ocultamiento

La historia oficial norteamericana ocultó este primer paso verdadero en la colonización de aquellas tierras, por su similitud de actitudes con la conquista hispana. Los estadounidenses prefieren reivindicar a los anglicanos que llegaron en el buque My Flowers en 1620.

Estos puritanos capitalistas, sometidos por la corona británica (bajo la dinastía de los Estuardo) pusieron su pie sobre las nuevas tierras con concepciones distintas, más liberales en lo político y social, con el objetivo de fundar una nueva comunidad alejada de los privilegios monárquicos y el absolutismo que prevalecían en las islas británicas.

En los siguientes 30 años se produjeron olas migratorias que fueron poblando la costa este norteamericana al amparo de leyes bastante rigurosas y sumamente progresistas para la época, en las que se determinaban la separación de iglesia y Estado, la libertad religiosa, y el reconocimiento de los derechos indígenas sobre la propiedad de la tierra.

Las tribus del este, hurones, iroqueses y mohicanos, se vieron presionados por las costumbres mercantilistas de los colonizadores, y las tribus algonquinas no tardaron en transformar sus costumbres: de la agricultura de supervivencia al trampeo para obtener pieles de animales que, una vez descubiertos por los europeos, comenzaron a ser muy valorados.

Los indios formaron olas migratorias hacia las zonas de caza y ampliaron considerablemente las zonas de trampeo para comerciar. Pocos años después (durante la primera mitad del siglo XVII), las colonias francesas y holandesas comerciaban fluidamente con los indios. Es más, los comerciantes holandeses llegaron a crear la fábrica más importante de sombreros, basada en pieles, de América del Norte, que marcó el inicio de la moda de la indumentaria en Europa (pieles de castor, nutria, zorro, etc.).

La llegada posterior de diferentes grupos religiosos como los calvinistas o los presbiterianos (que tendrían influencia decisiva en la Conquista del Oeste en el siglo XIX) ensombrecerían ese proceso que había demostrado intenciones aparentes de respeto a las culturas de los colonos y a la de los indígenas.

No por ocultos los datos de la conquista norteamericana son menos representativos de sus crueles consecuencias. A principio del siglo XVII, algunos historiadores atribuyen aproximadamente entre ocho y diez millones de habitantes indígenas para Estados Unidos, pero en 1800 (24 años después de ´proclamarse la independencia norteamericana) esa población era entre 850 000 y un millón y medio en 1800.

Enfermedades desconocidas, el deterioro económico y social, las hambrunas, el alcohol, las matanzas y deportaciones acabaron en tres siglos con el 90% de los indios norteamericanos. Y si la etapa colonial fue dura, los años posteriores de expansión de los colonos norteamericanos fueron aún más crueles y disgregadores para los indígenas.

Crueldad al máximo

Las Naciones Indias no encajaban en los planes del nuevo Estado independiente. Detrás de una fachada pacífica y respetuosa las olas colonizadoras, apoyadas por fuerzas armadas, fueron ganando territorios hacia el oeste.

A partir de 1780 los 13 estados de la Unión (embrión político de lo que serían los Estados Unidos) quedaron libres de indios. Los mohicanos y los delaware fueron deportados al oeste de los montes Alleghanys; la Nación iroquesa obligada a ceder porciones de sus tierras a los Estados de Nueva York, Pennsylvania y Ohio en 1784. A partir de 1790 se produjo la guerra con los Shawnee como consecuencia de la negativa de éstos a renunciar a sus tierras en beneficio de los colonizadores. Finalmente fueron derrotados y debieron resignar dos tercios de los territorios de Ohio y parte de Indiana.

En los primeros 20 años del siglo XIX el flamante Estado norteamericano seguía conquistando silenciosamente los territorios de la costa atlántica sin contemplaciones con los indígenas.

En 1813 concluye la guerra anglo-norteamericana con la derrota británica y el sometimiento de numerosas tribus: los kickapoos, los wyandot, los peoria, los winnebago, los sauk, los cherokees, los creek y los semínolas de la Florida. La mayoría fueron deportados a reservas en Kansas, donde cada sublevación se pagaba con una matanza; otras pueblos huyeron hacia las montañas y pantanos, totalmente desperdigados, para sobrevivir clandestinamente.

Sucesivos presidentes norteamericanos como Monroe y Jackson aumentaron la política de sometimiento y deportaciones de indios. Según explica el historiador Carlo Caranci: "A partir de 1831 se reconoce a las comunidades indias el estatuto de naciones domésticas dependientes en estado de tutela sin soberanía, puesto que se hallaban en territorio estadounidense, con las que el Estado federal puede firmar tratados. Pero los mismos serán meros medios de presión para forzarlos a abandonar sus tierras y marcharse al oeste”.

“Centenares de miles de indios son privados de sus tierras y bienes y trasladados al llamado Territorio Indio (actualmente Oklahoma): los choctaw en 1831, los creek en el 36, los cherokees entre el 38 y el 39. No sin haber sido saqueados y vejados previamente por los colonos, ante la pasividad de las autoridades, a lo largo de la Pista de Lágrimas, en la que muchos murieron antes de llegar a su destino".

Esta situación subsiste hoy día, a pesar de intentos honestos en favor de la raza autóctona y perseguida, como ya lo mencionó Kamala Harris.

En ese contexto, luce una burla que en Estados Unidos se celebre el llamado Thanksgivingh Day, para que el cuarto jueves de cada noviembre se dé las gracias a la Divina Providencia por la llegada de los “pilgrims”, esos peregrinos iniciadores del exterminio de la población aborigen y autóctona de Estados Unidos.

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