En Latinoamérica, estrategia imperial renovada

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En Latinoamérica, estrategia imperial renovada
Fecha de publicación: 
11 Marzo 2021
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Foto: Jonathan Drake / Reuters

Se fue Trump, llegó Biden, pero la estrategia militar norteamericana para Latinoamérica no finaliza su función, sino que adquiere tintes de renovación, porque sigue con igual objetivo de dominación.

Sigue siendo la “estabilidad” la palabra de orden o parte del discurso estadounidense para justificar su intervención en la soberanía de los estados, hecho que en el cono sur latinoamericano solo ha tenido encontronazo en Venezuela, porque en las demás naciones, independientemente del tipo de gobierno, ha seguido penetrando, mediante el aumento de sus fuerzas armadas y enclaves castrenses.

De ahí que prevalezca la política del Comando Sur para brindar cursos de entrenamiento, mecanismos para “compartir la información”, equipos y asistencia tecnológica, así como de infraestructura, que benefician a las empresas estadounidenses dedicadas al rubro de la seguridad.

Además, controla las cuestiones de inteligencia y operativos para combatir presuntamente el narcotráfico y el terrorismo, “siempre respetando los derechos humanos”.

Llama la atención lo poco que se ha difundido esto en la opinión pública, cita la investigadora argentina Silvina Romano, toda una natural sumisión de las fuerzas armadas de “países amigos” a las de Estados Unidos, en un contexto que recuerda a las actividades de contrainsurgencia, las desapariciones forzadas, los operativos paramilitares, etcétera, entre las décadas de los ’50 y ’80.

Precisamente, durante la Guerra Fría, se aseveraba en relación al entrenamiento de las tropas latinoamericanas en academias estadounidenses, que se trataba de un entrenamiento “técnico” y para nada “político-ideológico”. Esta afirmación fue desmentida con los acontecimientos de Chile y posteriormente de Argentina, Paraguay y Uruguay, donde las fuerzas armadas ocuparon la esfera política formal.

Así, hace varios años podía ser alarmante —ahora no lo es— la noticia de que “suboficiales de Colombia reciben función de liderazgo en Estados Unidos”, compartido con “la resolución de conflictos, compartimiento organizacional y entrenamiento emocional… en las instalaciones del fuerte militar Sam Houston, en San Antonio, Texas, por personal del Ejército Sur de EE.UU.”.

La “estandarización” de las fuerzas armadas latinoamericanas, según necesidades de Estados Unidos, es una constante desde el inicio de la Guerra Fría hasta la actualidad.

El enemigo interno y externo a combatir va cambiando de nombre, pero siempre está ahí para justificar la imposición de una seguridad hemisférica que garantice la estabilidad para todo tipo de negocios de la oligarquía y las transnacionales, sean legales o ilegales.

Por eso nunca escucharemos desde el Pentágono el concepto de fin de ciclo, sino de renovación de estrategias, y eso seguirá con la actual administración.

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