EE.UU.: chorreando sangre afgana

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EE.UU.: chorreando sangre afgana
Fecha de publicación: 
1 Septiembre 2021
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Habitantes y vecinos de una casa observan, el 30 de agosto de 2021, los restos de un coche destruido presuntamente por un ataque de dron estadounidense en Kabul que, según uno de los residentes, mató a diez miembros de una familia. Foto: afp_tickers

Tal como inició su agresión a Afganistán hace 20 años, Estados Unidos la finalizó haciendo chorrear sangre de afganos inocentes, mientras el Talibán celebraba una merecida victoria a base de coraje y tenacidad (independientemente de virtudes o defectos) frente a una colosal maquinaria de guerra manejadas por hombres carentes de moral.

Horas antes de despegar el avión que conducía a los últimos soldados norteamericanos, un dron hacia estallar un vehículo en Kabul, pretextando que conducía a un suicida del terrorista Estado Islámico, pero en vez de encontrarse el cuerpo del susodicho, fueron hallados diez cadáveres desmembrados de una familia completa, cinco de ellos niños.

EE.UU. ha acostumbrado en la guerra afgana que no hubiera boda que no sufriera ataques de este tipo. Mientras, el presidente norteamericano, Joe Biden, anunciaba que ese tipo de acción será empleado en todas las partes del mundo donde hubiera terroristas que amenazasen la seguridad norteamericana.

Reporta AP que el portavoz del Comando Central de EE UU, Bill Urbana, justificó el blanco. “Sabemos que se produjeron varias fuertes explosiones después de la destrucción del vehículo, lo que indica que en su interior había una gran cantidad de material explosivo que podía haber causado más víctimas”, dijo. El Pentágono reconoció un día después la posibilidad de que el ataque hubiese causado víctimas civiles, pero sugirió asimismo que cualquier muerte indeseada pudo haber sido resultado de la detonación de los explosivos en el interior del coche. “No estamos en disposición de discutirlo”, dijo el lunes el portavoz del Pentágono.

Pero los supervivientes de la familia Ahmadi, indignados por las declaraciones de los militares, narran una historia muy distinta. “Zemari era ingeniero y trabajaba para una ONG, un afgano corriente que simplemente buscaba llegar a fin de mes en un periodo de gran inestabilidad”, explica su hermano, añadiendo que usaba el coche para llevar alimentos a los campos de refugiados de las afueras de Kabul.

Los vecinos de Zemari también rechazan que el hombre tuviese relación con la rama local del Estado Islámico (ISIS-K, en sus siglas inglesas).

Samia Ahmadi, de 21 años, no sólo perdió a su padre, también a su novio, Ahmed Naser, exoficial del Ejército y colaborador de las tropas de EE UU, que había viajado hasta Kabul desde Herat con la esperanza de poder ser evacuado del país, dice MSN.  “Lo primero que pensé es que habían sido los talibanes”, contó Samia sobre la explosión. “Lo vi todo con mis propios ojos, los cuerpos desmembrados de mis hermanos y familiares”. Algunos de los féretros que el lunes por la tarde fueron enterrados en Kabul estaban cerrados, porque los cuerpos quedaron irreconocibles.

En el callejón de la casa donde Zemari vivía con su familia y las de sus tres hermanos sólo queda el amasijo de hierros calcinados del vehículo, a la espera de respuestas, recogió The New York Times.

LARGA LISTA DE CRÍMENES

Estas criminales operaciones efectuadas por drones, causantes de los peores daños colaterales de la larga lista atribuida a las fuerzas de ocupación, causaron hasta abril último la muerte de más de 71 000 civiles de Afganistán y Paquistán.

Zalmay Khalilzad, el representante especial de Estados Unidos en Afganistán que supervisó las conversaciones de Estados Unidos con el Talibán, escribió en Twitter que “los afganos afrontan un momento de decisión y oportunidad” tras la retirada. “El futuro del país está en sus manos. Elegirán su camino con plena soberanía”, escribió. “Esta es la oportunidad de poner fin a su guerra también”.

Pero el Talibán afronta lo que podría ser una sucesión de grandes crisis mientras toma el control del país. La mayoría de los miles de millones de dólares que tiene Afganistán en divisas extranjeras están ahora congelados en Estados Unidos, lo que presiona a una moneda local en franca caída. Los bancos han impuesto controles a la retirada de dinero por temor a una fuga de depósitos en el clima de incertidumbre. Funcionarios de todo el país dicen que llevan meses sin recibir sus salarios.

El equipo médico sigue escaseando y miles de personas que huyeron del avance talibán viven en condiciones penosas. Además, una fuerte sequía ha reducido la producción de alimentos en el país y hecho aún más importantes las importaciones, al tiempo que aumenta el riesgo de hambruna. La infamia de los denominados daños colaterales -la muerte de civiles como consecuencia de errores en la ejecución de planes militares- amenaza con perseguir al Pentágono, incluso tras la retirada de sus últimas tropas de Afganistán.

Rusia instó a desbloquear las reservas monetarias del Banco Central afgano congeladas en Estados Unidos desde que los talibanes se hicieron con el poder.

Según el emisario del Kremlin para Afganistán, Zamir Kabulov, es urgente "desbloquear estos haberes (...) para apoyar la cotización de la moneda (afgana), que se derrumba". Sin esas reservas, el nuevo poder afgano podría verse tentado de recurrir al "tráfico de opiáceos ilegales" y "vender en el mercado negro las armas" abandonadas por el ejército afgano y estadounidense, dijo a la cadena Rossiya-24.

Las reservas brutas del Banco Central afgano se elevaban a 9 400 millones de dólares a fines de abril, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). La mayoría de esos fondos está fuera de Afganistán. Según AFP, Washington indicó que los talibanes no tendrían acceso a las reservas que se hallan en su territorio, sin precisar cuál es su monto.

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