¿Cómo se sostiene la monarquía en pleno siglo XXI?

Gracias a Disney y a los tantos cuentos de reyes y príncipes encantados de mi niñez conocí que existía ese mundo dinástico que al principio imaginaba de sangre azul, y hoy, con tantos años que me dio la vida, aprendí que son personas como yo, pero con una herencia tremenda en apellido y bienes.

Tanto la literatura, como el cine y la televisión me enseñaron historias diversas de sumisión y poder, y, al mismo tiempo, de princesas hermosas y rebeldes que bajaban solas desde sus castillos de piedra y renegaban de su legado para irse con otro bello mancebo, fornido y valiente, pero sin casta; mientras una reina impávida ordenaba a su hermana comportarse, guardar la forma, desempeñar bien su papel dentro del imperio que representaban. La fantasía muy mezclada con la realidad.

Más tarde, de la mano de novelas históricas sufrí la rudeza de soberanos feudales que, aliados a la iglesia y con un equipo enorme de secuaces y pajes, actuaban con total inclemencia hacia quienes se ubicaban por debajo de su linaje. Leí pasajes difíciles de repetir, marcados por el carácter divino de unos sobre otros, el salvajismo del medioevo y la impotencia de los vasallos que ni siquiera se planteaban mejor forma de vida, algún modo de insurrección.

Luego, de vuelta a la realidad, la princesa más famosa del mundo, Lady Di, se hizo aún más célebre cuando murió trágicamente, bajo circunstancias dudosas que, dicen, involucraban, también, a la familia real británica, la casa de Windsor. Pero esa es una hipótesis no demostrada. Entonces conocí que también a la monarquía se le escapan brechas oscuras por mucho esmero que le pongan a todo, que asimismo los príncipes son policromáticos, se divorcian, enviudan antes de los 40 años de edad, y tienen diferencias con el resto de la corte.

Recientemente la serie The Crown me acercó a la Reina Isabel II y casi me hizo sentir empatía y a veces lástima por ese mundo de perfección, que, al mismo tiempo, parecía tan cruel y necesario, pero que no es más que una muestra de la dominación heredada, mucho más que traumas, sombreros elegantes, incluso más que belleza física, pues en la vida real se ve de todo, muy al contrario de cuanto nos decían de niños sobre la apariencia de la nobleza.

Actualmente no son muchísimas las formas de gobierno monárquicas, se dividen entre las modalidades absolutas, constitucionales y parlamentarias. Y, aunque las europeas son las más mediáticas, también hay casas reales en África y Asia. Sin embargo, más allá de la historia que nos llega, y de los personajes que idealizamos, siempre me pregunto para qué sirven las monarquías y cómo los gobiernos mantienen, de manera paralela, su poder y fortuna. ¿Qué tan fuertes son las alianzas entre ambos poderes?

Alrededor de la vida de los monarcas existe mucha especulación e incertidumbre. Ciertamente son personas que tienen que soportar el escrutinio mediático, y la persecución de paparazzis, pero también gozan de privilegios pagados con fondos gubernamentales, con impuestos, y no sé cuáles otras formas que sustentan sus grandísimos gastos. ¿Cómo se sostiene en la actualidad? Conozco fuertes movimientos y campañas anticoronas, pero continúa siendo bastante alto su índice de popularidad. Supongo que la mayoría lo asume como símbolo, tradición cultural y que, además, en ellos se sienten identificados y representados al punto de venerarlos, o no cuestionar su existencia, o, simplemente, sobrellevarla.

Tantos siglos han pasado, y cuesta pensar que persiste la aristocracia con tanto bombo y platillo. Pero no, ahí todavía existen castillos magnánimos sobre colinas empinadas, incluso hay tronos y coronas de piedras preciosas, así como ceremonias casi idénticas a como se celebraban antaño. También continúa la pleitesía entorno a la figura de un ser que recibió un título nobiliario, y unas tierras, que le concedieron autoridad sobre otros, pero que, por encima de todo, continúa siendo persona como cualquiera, de carne y hueso, con nada sobrehumano. ¿Por qué les rinden tantos honores solo por existir?

Es cierto que en muchos casos cuentan con influencia política y cumplen funciones de Estado. Investigadores sociales aseguran que en la monarquía de muchos países recaen responsabilidades más allá de las culturales, y que su fortaleza tiene que ver con la unidad de los pueblos. No obstante, también en otros lugares no hay cabida para una forma de poder que no sea la heredada, y ya eso lo hace antidemocrático, rompe por completo con el cuento de hadas de Disney. Pero tienen robustez y es muy difícil de derrocar.

Incluso cuando el malestar social genera protestas políticas que hacen tambalear a la corona ante la posibilidad de que la República se instale como forma de gobierno, la monarquía se aprecia firme y demuestran tener gran capacidad de resistencia. Tienen siglos de práctica.

Por eso, basada en la historia, vuelvo: con tanta sangre derramada por la plebe para mantener a la realeza en sus palacios lujosos mientras en la base vestían harapos y apenas tenían para comer; con tanto sufrimiento de los súbditos que vivían sometidos a lealtad y obediencia al antojo de sus reyes que no eligieron, y que tenían sobre ellos la potestad absoluta sobre si vivían o morían; sin detallar las atrocidades cometidas, ¿Cómo se sostiene la monarquía en pleno siglo XXI?