MIPYME: Sil26, un emprendimiento joven en La Timba y La Dionisia

MIPYME: Sil26, un emprendimiento joven en La Timba y La Dionisia
Fecha de publicación: 
26 Enero 2022
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Ángel David Fernández del Valle es abogado de formación y antes de crear Sil26 ejercía el derecho internacional. Este habanero de 35 años no se volvió emprendedor cuando inició en La Timba y La Dionisia el Proyecto de Desarrollo Local que recientemente fue aprobado como MIPYME; cuentan los que lo conocen que ha sido inquieto y afanoso desde siempre.

Con él conversamos sobre su propio emprendimiento y sus visiones generales sobre el desarrollo y las potencialidades de las MIPYMES en Cuba.

—¿En qué consiste la actividad que realiza Sil26?

—Sil 26 es un Proyecto de Desarrollo Local que ha sido aprobado recientemente como MIPYME. Surgió inicialmente para dar un servicio logístico a las plataformas online. En el primer momento se hacía con la licencia de mensajería, que tenía régimen simplificado de tributación, pero después se nos aprobó la oportunidad de contratar trabajadores y fuimos ampliando y contratando personas, pasamos a un régimen general de tributación, incluso pudimos exportar el servicio de distribución, consolidación, clasificación y entrega de pedidos online. Después pudimos obtener la licencia necesaria y comenzamos la elaboración de alimentos de productos del agro, fundamentalmente para empaquetarlos, beneficiarlos, congelarlos, y también algunos embutidos. Es decir, que surgimos desde una actividad muy sencilla que era la mensajería hasta convertirnos en una empresa que tiene como objeto social la elaboración y comercialización de alimentos. Somos un operador logístico, contamos con dos almacenes, y tenemos también en nuestro objeto social brindar el servicio de paquetería y mensajería no básicos, es decir, la entrega y distribución de paquetería y mensajería.

—¿Por qué escogiste barrios como La Timba y La Dionisia?

—Desde la fase inicial del proyecto, la vocación social de Sil26 se manifestó, incluso cuando éramos mensajeros y trabajábamos en colaboración con el gobierno del municipio, sobre todo durante la etapa de confinamiento por la COVID, la etapa más dura, en la que sí había temas muy fuertes y restricciones de movimiento, nosotros comenzamos a apoyar gestionándoles, financiándoles y llevándoles almuerzo a sesenta personas mayores, vulnerables, que no eran atendidos por el Sistema de Atención a las Familias (SAF). Así también lo hicimos durante la etapa de vacunación, cuando nos encargamos de atender cuatro policlínicos, es decir, estamos hablando de que asumimos la alimentación de 32 trabajadores de la salud asociados al proceso de vacunación.

«Es decir, que desde que surgimos teníamos un compromiso con la localidad y tratábamos de poner parte de las utilidades que se generaban en función de su bienestar. Luego nos convocaron a tratar de apoyar a esas comunidades y nos presentamos en una feria de oportunidades que se hizo en La Timba, hablamos del proyecto y ahí comenzaron a acercarse interesados. Hicimos un proceso de captación inmenso y se comenzó a insertar a esos jóvenes de La Timba y La Dionisia. Hoy son ya más de doce integrados a lo que es Sil26, a todo el proceso de distribución, consolidación, clasificación de pedidos. Esos jóvenes hoy perciben buenos salarios y tienen un desarrollo profesional y una integración».

—Comenzaron como un Proyecto de Desarrollo Local (PDL). ¿Cómo llegaron a MIPYME? ¿Qué ventajas y qué nuevos retos implica este cambio?

—Realmente, la importancia de ese cambio es la personalidad jurídica que uno logra, porque como PDL no tienes personalidad jurídica, es decir, tienes una cuenta bancaria, una actividad reconocida por la comunidad, con un acuerdo del Consejo de la Administración Municipal, tienes cierto reconocimiento, pero la personalidad jurídica no la alcanzas hasta convertirte en MIPYME. Quizás la dualidad entre MIPYME y PDL se complementa, incluso tiene también ciertas facilidades tener ambas condiciones.

—¿Ha sido difícil establecer este emprendimiento? Desde tu experiencia, ¿cuáles son los principales obstáculos que habría que remover para que estas iniciativas realmente puedan aportar como se espera al desarrollo de las localidades y la nación?

—Emprender es muy difícil, sobre todo porque las instituciones que en la localidad deben atender a los emprendedores, allí, de primera mano, no manejan muy bien los contenidos de las normas y de las políticas que va emitiendo el gobierno. También esas instituciones muchas veces se quedan por detrás de lo que es la voluntad política y la estrategia económica y social del país. Entonces, es muy difícil llegar a una institución con nuevas ideas, con ideas renovadoras, y que no te entiendan. Realmente, vas perdiendo mucho tiempo por incomprensiones, por falta de información... Son cosas que te pueden llevar a desistir en un momento determinado.

«Yo pienso que lo más difícil es eso, que no existe una sinergia entre las instituciones que intervienen en el proceso de aprobación y de puesta en marcha de cualquier proyecto, sea TCP, PDL o MIPYME, y que no hay una interpretación en tiempo real de la voluntad del gobierno cubano para impulsar y motivar este tipo de proyectos que generan ingresos a la comunidad, que generan empleo, que, como el de nosotros, también generan accesos a la alimentación, a la soberanía alimentaria, a aliviar la saturación de la red comercial de alimentos, y que en una etapa tan fuerte de la COVID, cuando se requería el confinamiento, el distanciamiento social, nosotros propusimos esa solución, que era desarrollar conceptos de comercio electrónico y de distribución».

—¿Por qué apostar por un emprendimiento en Cuba en momentos en que algunos aseguran que la única opción es abandonar el país?

—Yo creo que estamos apostando por hacer en estos momentos un emprendimiento en Cuba porque se están abriendo muchas oportunidades de negocios, de crear, de hacer proyectos que sean rentables, que creen utilidades, pero que también, como están vinculados al lugar donde nacimos, nos generan sentido de pertenencia. Ver que un proyecto que uno comienza desde cero empieza a dar frutos, genera empleos y también aporta a la comunidad en la que uno creció, en la que uno se desarrolla; ayudar además a personas que lo necesitan, eso es un motivo de satisfacción.

«Para los jóvenes que tienen deseos de hacer cosas, hoy es el momento, esta es la oportunidad y hay que aprovecharla, no solo concentrándose en un solo tema, sino hacer proyectos que sean económica y socialmente viables en distintos frentes, y tratar de aportar en todo lo que se pueda, sobre todo partiendo de generar bienestar en el círculo más cercano a uno, empezando por la familia, generando empleo para las personas allegadas y después ir ampliando a los que más lo necesitan.

«En mi caso, siempre me ha gustado crear cosas y tratar de innovar, por eso el proyecto se llama Sil26, porque el silicio es el elemento de la tabla periódica que tiene que ver con todo lo que es la revolución tecnológica e industrial, y este tema del comercio electrónico yo venía ya estudiándolo desde antes, sabía que era vital para el desarrollo de la economía de nuestro país, y trabajar con aplicaciones, es decir, informatizar procesos relacionados con el sector económico productivo, eso siempre iba a tener un impacto real y también iba a generar desarrollo en el nicho que se ubicara».

—¿Cuánto crees que puede aportar esta MIPYME a la comunidad y a la sociedad en general?

—No sé si hablar de qué va a aportar, sí me gustaría hablar de lo que estamos aportando. Nosotros generamos empleo a más de 40 personas, empleos permanentes, algunos directos. Les hemos dado empleo a jóvenes de los barrios de La Timba y La Dionisia que no tenían vínculo laboral durante la COVID, algunos habían tenido situaciones con la justicia y presentaban problemas de inserción social. Nosotros nos pusimos ese reto, que es un gran desafío, pero muchos de ellos se han incorporado y permanecen en nuestro proyecto, y con la remuneración que reciben ayudan a sus familias, a sus hijos, a sus madres. Pienso que eso ya es un beneficio que se está logrando y es un aporte que está dando Sil26 a la sociedad, fundamentalmente a esas comunidades vulnerables.

—Tú, que has vivido el proceso desde dentro, ¿qué expectativas tienes sobre el impacto que pueden tener las MIPYMES en las economías locales y en la del país?

—Es evidente que las MIPYMES van a tener y tienen ya un impacto importante en las economías locales, en la generación de empleos, de encadenamientos productivos, en cuanto a insertar y generar dinamismos entre los actores económicos, en la relación entre ellos, porque las MIPYMES, a nuestro juicio, van a ayudar un poco a cambiar los ritmos que tienen algunas empresas e instituciones asociadas al sector estatal, pues necesariamente, para poder conectarse y encadenarse, será casi una obligación que se adapten y que sean flexibles, elásticas, para que los procesos económicos productivos vayan rápido y que no se afecten por temas burocráticos, por esperas de trámites o autorizaciones, y esa sinergia que se está construyendo entre todos los actores va a ser un objetivo necesario para empezar a hablar de los motores del desarrollo local en la economía cubana.

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