La alimentación saludable de los niños es un aprendizaje del cual los padres o la familia en general son responsables. No solo se trata del abastecimiento o no de ciertos productos en el mercado, aunque ese punto también incide. La tarea va más allá de ello ya que son los adultos quienes enseñan y pasan sus propios hábitos alimenticios a los infantes.
Dicho sea de paso, un buen ejemplo favorecerá a que las preferencias de alimentos se encaminen alejadas de rutinas tóxicas como refrescos con gas, pizza y una innumerable lista de comida chatarra. Lamentablemente, no son pocos los casos en que los malos hábitos de alimentación pasan de una generación a otra, así como también enfermedades.
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), “los niños pequeños observan todos tus movimientos, incluso a la hora de comer. Le puedes dar un buen ejemplo favoreciendo alimentos, bebidas y aperitivos saludables, y practicando una actividad física divertida. Sirve alimentos saludables e integrales para que tu hijo se acostumbre a comerlos”.
Involucrarlo también en el proceso de elaboración, por ejemplo, a la hora de preparar la ensalada, incorporar los ingredientes al plato principal a la hora de la cocción puede ser una alternativa muy conveniente para que el niño no solo se identifique con las comidas sanas, como verduras, frutas, una dieta balanceada en sí, sino que también aprenda a disfrutarla.
La Unicef recomienda lo siguiente: “intenta llevar a tu hijo de compras y pídele que te ayude a preparar las comidas. Disfrutará cocinando contigo comidas sanas y sabrosas para toda la familia. Además, aprovecha la hora de la comida para enseñar a tu hijo los diferentes grupos de alimentos y los nutrientes y vitaminas que necesita nuestro cuerpo”.
Inculcarles a los hijos buenos hábitos de vida, lo cual podría traducirse en una buena alimentación acompañada de actividad física, no es que más que garantizarles una trayectoria de vida futura de forma saludable. Males como el cáncer, la diabetes y cardiopatías pueden evitarse sobre la base de algo tan sencillo como una alimentación sana.
Estos son algunos consejos claves para padres que no conocen o saben cómo ingeniárselas: “ayúdale a detectar cuándo tiene hambre para que pueda estar atento a las indicaciones de su cuerpo y conocer sus necesidades. Evita utilizar la comida como premio o castigo, ya que esto puede hacer que los niños desarrollen una relación poco sana con la comida”.
Asimismo, la Unicef sugiere, “no prohíbas ciertos alimentos, como los dulces, ya que esto puede tener el efecto contrario al deseado: puede llevar a que tu hijo tenga más ganas de comerlos. En lugar de rechazar cualquier alimento o bebida poco saludable, limita el tamaño de las porciones y acostúmbrale a la idea de que debe consumirlos con poca frecuencia”.
“Enseña a tu hijo que algunos alimentos son mejores que otros para su salud. Si quiere comer algo dulce, por ejemplo, explícale por qué es mejor elegir un alimento integral con un contenido natural de azúcar, como la fruta, en lugar de un alimento procesado como los cereales con azúcares añadidos. Intenta premiar el buen comportamiento”.
Es responsabilidad de padres y familiares que están inmersos en la educación diaria del niño no solo garantizarle un plato de comida en el horario indicado, sino propiciarle este con los nutrientes necesarios para su desarrollo y salud, evitando problemas como el sobrepeso o malos hábitos difíciles de corregir en un futuro.