Y Lisandra volvió, porque amor con amor se paga

Y Lisandra volvió, porque amor con amor se paga
Fecha de publicación: 
14 Junio 2020
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Tomada del Facebook de la entrevistada

La frase martiana cobra sentido ahora mismo en la vida de esta matancera. Cuando hablamos, ya Lisandra González Garay había cumplido por primera vez el protocolo de bioseguridad, obligatorio para los asistentes de la sala de sospechosos:

“Tenemos el uniforme del hospital, no podemos andar con la ropa personal de cada cual, nos ponemos dos pares de botas, en realidad son tres nasobucos lo que tenemos puesto, dos pares de guantes, la bata, es más protección de la que me imaginaba y al salir de la sala nos tenemos que quitar todo despacio, echándonos soluciones en las manos, nos demoramos más quitándonos las cosas, cuidándonos nosotros, que repartiendo los alimentos”.

Ella no es médico, ni enfermera, es dependiente gastronómica en el hotel Iberostar Bella Vista de Varadero, pero aceptó el reto de apoyar el enfrentamiento a la COVID-19 en el Hospital Dr. Mario Muñoz Monroy de Matanzas y ¿cómo no hacerlo? Si hace un par de meses, cuando llegó con su familia a ese mismo centro como casos sospechosos “las atenciones fueron perfectas”.

Ahora su trabajo consiste en repartir desayunos, meriendas y comidas en la sala de sospechosos, cuando recibió la llamada para incorporarse a esta actividad la familia reaccionó rápido: “enseguida mi mamá y todos en la casa dijeron que sí, que debía venir y apoyar en lo que hiciera falta”.

Ella tampoco tuvo dudas: “estaba esperando que me avisaran a ver en qué podíamos servir y, claro, dijimos que sí y aquí estamos todos”. Con “todos”, Lisandra se refiere al resto de los trabajadores del turismo que también se sumaron voluntariamente a esta rotación de trabajo en el hospital:
“Si decimos que no, no pasa nada, es una decisión de cada cual, pero no hay por qué decir que no, hay un poco de temor, pero siempre es bueno ayudar, si todos dicen que no, a quién le dejamos esto, siempre alguien tiene que dar el paso adelante.

“Realmente tenía más miedo antes de llegar que ahora que estoy aquí y he visto todo como es, me han explicado los detalles y hay bastante seguridad, como para que no suceda ningún imprevisto”.

Con toda la energía que cabe en 26 años, Lisandra acaba de comenzar esta tarea y ya se siente lista para las próximas, aunque concentrada la de ahora que, asegura, “es una experiencia única”.

 

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