Universidad cubana: aplausos también para ustedes

Universidad cubana: aplausos también para ustedes
Fecha de publicación: 
22 Junio 2020
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Alrededor de las seis de la tarde fue la hora que pactamos para poder conversar con calma. Imagino que, para entonces, ya la profe María de los Ángeles había hecho una llamada a su hija, a estas alturas más para tener noticias de los nietos que para calmar la preocupación de los primeros días, cuando le contó que se incorporaría a trabajar en el Hospital Militar Dr. Mario Muñoz Monroy de la ciudad de Matanzas: “Yo llamé a mi hija y lo único que me dijo fue: mami, cuídate. Ella sabe que yo no iba a decir que no, primeramente porque soy humana y se trata un poco de eso, del humanismo y también porque soy revolucionaria y mi familia siempre ha dado el paso al frente, ella lo dio cuando se necesitaba de los profesores emergentes, mi hermano como internacionalista, mi papá fue miembro del Ejército Rebelde, quiere decir que este fue el momento que me tocó a mí y tenía que decir que sí”. Y allí está, cada día, desde el pasado 13 de abril, esta profesora de la Facultad de Ciencias Técnicas, específicamente Departamento de Informática, de la Universidad de Matanzas Camilo Cienfuegos. María de los Ángeles está viviendo, asegura, la experiencia más increíble de sus 22 años como docente. Todo comenzó en abril… El Mario Muñoz era uno más de muchos hospitales militares distribuidos por todo el país, hasta que se hizo “famoso” en los partes de cada mañana del Dr. Durán, pues ha sido una de las instituciones de salud con mayor actividad en el enfrentamiento a la COVID – 19, lo cual no es, en sí mismo, ni un mérito, ni un demérito, pero sí ha entrañado un gran reto que sus trabajadores, junto a muchos colaboradores de otros centros asistenciales y hasta de diferentes sectores de la sociedad, han enfrentado con la mayor entrega: “Precisamente por la magnitud de lo que se está viviendo en esta pandemia, muchas personas tuvieron que quedarse en casa porque eran vulnerables, tanto por la edad como por enfermedades o porque tenían niños pequeños, entonces no podían asumir algunas funciones dentro del Hospital Militar, por lo tanto, el Dr. Fidel, epidemiólogo del hospital, tuvo esa magnífica idea de pedir el apoyo, la colaboración de la Universidad de Matanzas”. La intención inicial era crear una base de datos, para tener la constancia, para futuras investigaciones, además para asentar todos los pacientes que pasaron por allí y también tener la información de todos los PCR que se enviaban al IPK, por lo tanto, se necesitaban informáticos. Fuimos una semana primeramente, para ver cómo se iba a hacer el trabajo y de ahí surgió la idea de apoyar en otras labores”. El 20 de abril la guagua del hospital recogió a los primeros voluntarios. Iban medio asustados, me cuenta la profe. Ella misma comenzó la labor de tranquilizarlos y la mayor parte la hizo la realidad: “El Hospital Militar es un lugar incalculable. Cuando uno llega ahí, desde que montas en la guagua notas las medidas, los compañeros, según iban viendo, iban tomando confianza, se comunicaban entre ellos y ya no se entra con ese temor de antes. Hay personas que quieren regresar, dispuestas a trabajar sábado y domingo”. Además de la base de datos, “la gente de la Universidad” asumió responsabilidades en el área de admisión y en la central de esterilización. Cada lunes un nuevo equipo hace el breve recorrido desde la casa de altos estudios hasta el hospital, son vecinos, así que hay poco tiempo para rumiar las preguntas que, nos cuenta María de los Ángeles, quedarán bien respondidas al llegar: “Los reciben el epidemiólogo, el político, el director del centro, se les pone al tanto de cómo va la COVID en Matanzas y en el país y se explican todas las medidas que debemos aplicar allí, siempre dándonos la confianza de que nuestra salud no corre peligro, que se toman todas las precauciones necesarias y eso nos transmite mucha tranquilidad “Han transitado 63 profesores, también 4 ATD, estudiantes que fueron alumnos ayudantes y pasaron a ser auxiliares técnicos de docencia y 7 estudiantes de las carreras de Derecho, Periodismo y también de Ingeniería Informática”. Siembra y cosecha… Ese quizás sea un buen símil para lo que ha estado pasando entre la Universidad de Matanzas y el Hospital Militar. “Ha sido muy bonito, se han unido dos sectores grandiosos de la sociedad: salud y educación y ha sido grandioso esto”, me dice la profe María de los Ángeles con una emoción que no se disimula a través del teléfono. Varios médicos de aquella unidad habían estado antes cursando postgrados y maestrías en la sede universitaria, un profesor de la Facultad de Ciencias Agropecuarias se capacitó ahora, rápidamente, para sustituir al operador de la Central de Esterilización durante sus 15 días de vacaciones. “La jefa de la Central de esterilización está muy contenta, porque los que han pasado por allí se han destacado, han dado todo de sí, un aporte maravilloso, porque cada tarea que se haga allí es algo que ellos necesitan”, me cuenta María de los Ángeles, que ha estado coordinando la tarea desde el principio. “Los trabajadores del hospital muy agradecidos, lo expresan de diferentes formas, pero siempre nos dicen: a las 9 de la noche, cuando sientan los aplausos, siéntanse también aplaudidos, este es el hospital de Matanzas, este es su hospital, ojalá nos volvamos a ver, pero no bajo estas circunstancias, sino para compartir y recordar estos momentos”. Encuestas, ingresos, egresos, fallecidos, salvados… con todas las incertidumbres, alegrías y dolores que no caben en cifras, los estudiantes y profesores siguen llevando la base de datos. Recibimientos y despedidas, el gusto de ver entrar y salir sanos los valientes de la zona roja. Agradecimiento por las donaciones y muestras de solidaridad. De todo han sido más que testigos: “formamos parte del hospital”. Mientras, también se preparan para la otra “tarea titánica”, continuar la formación de profesionales en medio de una situación epidemiológica que no avizora el punto final, pero como maestra, María de los Ángeles no cree que este haya sido un tiempo muerto: “Creo que la juventud necesitaba también esto para rescatar ciertos valores. Cuando a uno de nuestros estudiantes se le da la tarea de llevar alimentos o medicamentos a un anciano, a un enfermo o sumarse a las pesquisas, eso, indiscutiblemente, está fomentando los valores y es una experiencia única que los va a ayudar a ser más humanos, más responsables, a sentir amor hacia los demás. Cuando decimos que la juventud tiene que estar presente no es por decirlo, es porque realmente se necesitan”.

Comentarios

El aplauso nos los debemos todos de una forma u otra en esta epata de covid 19 hemos trabajado en diferentes funciones , contra la lucha del covid.
Gonzalez Leal

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