¿La pandemia afectará el progreso hacia la eliminación del trabajo infantil?

¿La pandemia afectará el progreso hacia la eliminación del trabajo infantil?
Fecha de publicación: 
16 Junio 2020
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El año 2020 significa hasta para los más pequeños algo sin precedentes, único en la vida. Para otros pudiera ser algo parecido, pero no del todo, al recuerdo de una anécdota del pasado del abuelo, y quizás vagamente al de una novela, y hasta de un filme de ciencia ficción.

A causa del nuevo coronavirus casi el planeta entero ha quedado sin horas de sueño a cambio de noches de angustia y desvelo.

Hay quienes tristemente sufren la partida física de hijos, padres, hermanos, abuelos y amigos, y anhelan el calor humano y el cariño de familiares que quedaron separados por fronteras terrestres, aéreas y medidas de confinamiento.

La pandemia dejará para la historia la huella de economías y sistemas alimentarios devastados y de un mayor índice de pobreza y desamparo.

Historia que no está por llegar porque ya hoy son millones los desempleados en numerosas naciones. Son millones de familias sin el sueldo del padre que garantizaba el plato diario de comida y todavía ni los científicos aciertan si llegará el fin de la Covid-19 o si habrá cuándo será.

El pasado 12 de junio se celebró el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, un fenómeno que pudiera verse pronunciado aún más en estos tiempos por la compleja situación que se vive y se respira.

Las Naciones Unidas consideran que “la crisis puede empujar a millones de niños vulnerables al trabajo infantil. Se estima que ya hay 152 millones de niños en situación de trabajo infantil, de los cuales 72 millones realizan trabajos peligrosos. Estos niños ahora tienen un riesgo aún mayor de enfrentar circunstancias aún más difíciles y de trabajar más horas al día”.

Hoy la jornada se toma como escenario clave para hacer un llamado mundial de protección a los infantes contra el trabajo infantil y en esta ocasión la campaña se desarrollará de forma virtual.

Simultáneamente, ese mismo día fue publicado un documento, de conjunto de la Organización Internacional del Trabajo y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia donde se examinan algunos de los principales canales a través de los cuales es probable que la pandemia afecte el progreso hacia la eliminación del trabajo infantil.

Aunque Cuba es el país más seguro de América Latina para ser niño, niña y adolescente, pues en esta tierra estos tienen oficialmente derechos y una mayor posibilidad de crecer sanos, recibir educación y estar protegidos, se estima que uno de cada 10 niños en el mundo no gozan de estos privilegios y estén bajos situación de trabajo infantil.

Expertos afirman que cuando “niños trabajadores son demasiado jóvenes para trabajar o participan en actividades peligrosas esto puede comprometer su desarrollo físico, mental, social o educativo. En los países menos adelantados, algo más de uno de cada cuatro niños, de cinco a 17 años, realiza trabajos que se consideran perjudiciales para su salud y desarrollo”.

Entre las regiones más afectadas África ocupa el primer lugar por el porcentaje de niños en trabajo infantil, una quinta parte, como por el número absoluto de niños en situación de trabajo infantil: 72 millones, mientras que Asia y el Pacífico ocupan el segundo lugar con un siete por ciento y 62 millones en términos absolutos.

De acuerdo con la ONU en términos de incidencia el cinco por ciento de los niños están en situación de trabajo infantil en las Américas, el cuatro en Europa y Asia Central y el tres en los Estados Árabes.

Si bien se cree que el mayor porcentaje de niños en trabajo infantil es más alto en los países de bajos ingresos, la realidad apunta a que esto es más perceptible en las naciones de ingresos medios.

“Las estadísticas sobre el número absoluto en cada grupo de ingresos nacionales indican que 84 millones de niños están en situación de trabajo infantil, el 56 por ciento de los cuales vive en países de ingresos medios, y otros 2 millones viven en países de altos ingresos”.

Por ello, año tras año debe llegar el 12 de junio a la conciencia de cada uno de nosotros, los adultos, no como uno cualquiera, sino como una alerta para que ese fenómeno cese y algún día arroje cifras casi imperceptibles por muy lejano que esto parezca.

Como dijera el Apóstol: “Para los niños trabajamos, porque son los que saben querer, porque ellos son la esperanza del mundo”.

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