Expresa Cuba voluntad de apoyar los trabajos del Programa Mundial de Alimentos

Expresa Cuba voluntad de apoyar los trabajos del Programa Mundial de Alimentos
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Fecha de publicación: 
29 Junio 2020
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José Carlos Rodríguez Ruíz, representante permanente de Cuba ante los organismos internacionales con sede en Roma, afirmó hoy que su país, como miembro de la Junta Ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos (PMA), expresa su voluntad y compromiso de apoyar los trabajos de esa agencia de las Naciones Unidas.

Al intervenir en el Periodo Anual de Sesiones de la Junta del PMA, destacó que el doble mandato de esta, humanitario y de desarrollo, es vital para un mundo libre del flagelo del hambre y la desnutrición.

Encomiamos los esfuerzos del PMA y de su personal en el terreno, muchas veces en condiciones muy difíciles, expresó Rodríguez Ruíz.

Reiteró que Cuba siempre estará dispuesta a brindar su cooperación con los países que lo requieran y continuará abogando para que el PMA siga contribuyendo al reforzamiento de las políticas públicas y prioridades nacionales en los países beneficiarios con su apoyo.

Hay que preservar el principio de las responsabilidades comunes, pero diferenciadas, entre los países desarrollados y los países en desarrollo, sentenció.

Como agencia parte del Sistema de las Naciones Unidas, dijo, el PMA se prestigia por estar al lado de los más necesitados, proporcionando asistencia alimentaria en las emergencias, conflictos y desastres naturales, también fortaleciendo las capacidades para el desarrollo.

El representante cubano advirtió que la COVID-19 no es solo una crisis sanitaria global que ha causado pérdidas de vidas humanas, sino también daños severos a gran parte de la economía mundial, aunque algunos pocos actores económicos se han enriquecido mucho más en esta coyuntura.

Millones de personas viven en gran incertidumbre; todo apunta a que la miseria y la inseguridad alimentaria ganan terreno. ¿Hasta dónde son precisos las afectaciones a la producción y el comercio de alimentos?, preguntó.

Rodríguez Ruíz recordó que antes de la pandemia existían 820 millones de personas hambrientas en el mundo, dos mil 200 millones sin servicios de agua potable, cuatro mil 200 millones sin servicios de saneamiento gestionados de forma segura y tres mil millones sin instalaciones básicas para el lavado de las manos.

Los propios organismos y agencias de las Naciones Unidas habían reconocido, a finales de 2019, el retorno al aumento del hambre en el mundo en los dos últimos años, es decir, parecen alejarse los propósitos de alcanzar #HambreCero en el año 2030, alertó.

Según Rodríguez Ruíz, no puede aceptarse que se alegue carencia de recursos para resolver el hambre en el mundo, un conflicto mucho más lacerante y mortífero a nivel global que los provocados con el tradicional uso del lucrativo negocio de las armas.

En estas circunstancias, especial atención requieren los pequeños estados insulares en desarrollo, afectados por el cambio climático y con limitadas posibilidades de producción alimentaria; es fundamental mantener la cadena de suministros de alimentos, para garantizar la seguridad alimentaria para todos, remarcó.

El Caribe, aseveró, requiere de atención especial y diferenciada, pues al reto de preservar la vida humana en condiciones de pandemia se añade la necesidad de reactivar las economías, muy afectadas por la crisis económica internacional, el severo perjuicio provocado por la COVID-19 a uno de los sectores pilares de la mayoría de sus países, el turismo.

Agregó que esos países están agobiados además por la insostenible carga de la deuda externa y del injusto sistema financiero internacional.

Denunció las medidas económicas coercitivas motivadas además por razones políticas, como es el bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba, que provoca, aún en la actual coyuntura de crisis mundial provocada por la COVID-19, una presión extraordinaria para garantizar los insumos médicos y alimentos a toda la población.

"Es imprescindible que cesen las hegemonías y los egoísmos. Ninguna nación debe ser superior a otra. El mundo es frágil y tiene ante sí desafíos enormes.

En vez del odio y el irrespeto a la coexistencia pacífica entre las naciones, por encima de las diferencias políticas y de cualquier otro orden, debe estimularse la práctica real de la solidaridad y la cooperación internacional", afirmó.

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