El camino de Ramiro Guerra

El camino de Ramiro Guerra
Fecha de publicación: 
29 Junio 2020
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Los que transitan, con más o menos luz, por un camino abierto, les deben mucho de su viaje a los que trazaron ese camino. Ramiro Guerra, quien nació hace hoy 98 años, fue un pionero. En su arte, en su país, fue, de hecho, el pionero. Todos los que hoy viven de y para la danza moderna en Cuba son sus herederos. Y en esa afirmación no hay polémica, no hay discusión.

En los Estados Unidos se acercó a nuevas maneras de la danza, que alumbraban una renovación formal y conceptual, nacida de la práctica y de otras necesidades de expresión, del diálogo y la ruptura con la tradición.

Y regresó a Cuba. Un tiempo antes antes de que se fundara aquella primera compañía, ya Ramiro montaba interesantes espectáculos en pequeñas salas de La Habana. Algunos no comulgaban con esa estética, pero otros aplaudieron la singularidad del empeño. Con el Conjunto de Danza Moderna, que surgió en los salones del Teatro Nacional, Ramiro consolidó su legado.

No se contentó con trasplantar una manera de hacer la danza, quiso sembrar una semilla. Fue al pueblo a buscar las esencias de una cultura, y con el espíritu entusiasta de aquellos primeros años de una Revolución total, le encontró cauce a un caudal creativo. Lo modeló. Ramiro fue el padre de la danza moderna cubana, que es un movimiento perfectamente reconocible en el panorama universal. En ese complejo cultural confluyen técnica, método, escuela, compañías, acervo coreográfico.

La que con el tiempo sería Danza Contemporánea de Cuba fue la base, terreno fértil, el comienzo de una historia. Ahí estaba Ramiro: fundador, maestro, coreógrafo, animador cultural.

Fue más que un pionero, fue un adelantado. Lo que pretendía hacer (y de alguna manera hizo) con su frustrado Decálogo de la Apocalipsis, vislumbraba algunas de las tendencias que florecerían en Europa años después.

Cuando dejó su compañía, tras la prohibición dogmática de ese estreno, se consagró a otra de sus pasiones: la investigación. Legó una interesante bibliografía, básica en los estudios teóricos de la danza en Cuba.

Ramiro Guerra nunca dejó de ser el hombre apasionado por su arte, sediento siempre de cultura. Tuvo la dicha de apreciar la consolidación y el reconocimiento de su obra. Pero siempre fue un insatisfecho. Como los grandes artistas, que buscan todos los días la perfección, aunque sepan que es humanamente imposible.
      

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