Pedro Beritán: No morirá la trova
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Como en El principito, a Pedro Beritán sus abuelos le dijeron que la guitarra no era un buen camino para subsistir, que cantar no era carrera y que debía pensar en tener un título y un trabajo y olvidarse de las musarañas.
Ante estos consejos, muchos abandonan, decaen, se alejan, olvidan, pero Pedro no abandonó los arpegios de guitarra y siguió apostando por la buena música. Aun así entró al mundo de la culinaria y fue en la búsqueda del esperado título.
Desde el preuniversitario, a los 17 o 18 años, ya sentía una sensibilidad tremenda por el arte, catalizada por la llegada a su vida de una guitarra, su mayor tesoro en ese entonces.
Desde esa época empezó a escuchar a Silvio y a Pablo y toda la música cubana por la que se inician aquellos que saben que en sus raíces encontrarán las respuestas a los enigmas más recónditos de su mente.
Pedro cree en la trova y en los jóvenes, en mantener los sueños a cualquier costo y en luchar por los ideales. Las temáticas de sus canciones van desde el amor y la amistad hasta lo social, porque la juventud padece por los problemas de la sociedad y la música siempre ha sido tribuna de denuncia.
La universidad le sirvió como escenario para tocar toda la música que lleva dentro. Llevaba a cuestas su guitarra y cualquier esquina era propicia para desatar los fantasmas de la trova, para poner a correr las melodías por los oídos de quienes siempre estaban dispuestos a acercarse al sonido de los dedos desgarrando las cuerdas y para tocar.
Contrario a lo que muchos creen, los trovadores se han ganado su espacio en el ambiente cultural cubano y los medios de comunicación los acogen, aunque sobre todo en la televisión se hace oportuno darle mayor cabida a este género musical.
Canta y toca la guitarra con la garantía de saber que todavía importa, que siempre existe quien consume esta música y que los que vienen detrás, no dejarán morir las notas que nacen del fondo de la guitarra.
Pedrito Beritán sabe que la trova no morirá porque los jóvenes no la dejarán caer, porque hay muchos muchachitos de 16 y 17 años haciendo buenas cosas y Silvio y Pablo son escuchados con la misma devoción que los escuchó él, por quienes reciben y atesoran una guitarra por primera vez.
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