Los marines imperiales contra la pesca del atún

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Los marines imperiales contra la pesca del atún
Fecha de publicación: 
16 Septiembre 2025
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Nunca imaginó el cabo Jason Lee Dunham, del ejército estadounidense, cuando murió se dice que heroicamente en Iraq en el 2004, que su nombre se colocaría en el buque DDG-109, conocido en efecto como USS Jason Dunham, fabricado en el complejo militar industrial por Bath Works en Maine, siendo botado un primero de agosto del 2009.

Mucho menos podía suponer el cabo Dunham, que el susodicho destructor se dedicaría a obstaculizar la pesca de especies marinas como el atún, de parte de una pequeña embarcación venezolana, con un nombre tal vez menos “heroico” pero mucho más bello, Carmen Rosa. 

Más allá de la ironía que puede haber en estos primeros comentarios, lo cierto es que en efecto un destructor con 160 metros de eslora, 20 de manga y un desplazamiento de 9 200 TM, armado hasta las encías, realizó una operación hostil contra una pequeña lancha pesquera, que apenas mide 21 metros de eslora y 5,8 de manga, y desde luego no tenía ningún arma. 

Este buque, el USS Jason Dunham, está dotado de tecnología de combate avanzada, incluyendo el sistema Aegis y el radar multifunción AN/SPY-1D. Su arsenal contiene cañones de varios tipos y potencias, lanza misiles con 96 celdas, cohetes Tomahawk, Standard y otros; también torpedos y dos helicópteros.

El USS Jason Dunham forma parte del dispositivo desplegado por el Imperio en el Caribe, en zafarrancho de combate, con el objetivo de amedrantar a la revolución venezolana y si las circunstancias se lo permiten, proceder, por fin diría Mr. Rubio, al tan buscado “cambio de régimen”, cuya recompensa es hacerse con el control del petróleo y otros enormes recursos de Venezuela.

La acción denunciada por Venezuela, que bordea otra vez el tipo de ridículo del que es casi imposible regresar, consistió en el asalto a Carmen Rosa con 18 aguerridos us marines, como siempre se recuerda, útiles para nada, que abordaron el pesquero y secuestraron a los 9 pescadores tripulantes; ocho horas después los liberaron, convencidos de que no tenían nada que ver con el narcotráfico. 

De esta operación podrían sacarse varias consideraciones. La más obvia, tal vez superficial, es que el sistema de inteligencia que porta el USS Jason Dunham resulta  insuficiente para evaluar con certeza los peligros contenidos en una simple barca pesquera. Sus radares y sensores del tal Aegis, confundieron un cardumen de bonito con pacas de cocaína.

Otro razonamiento conduce a pensar que, después del hundimiento de la narco lancha, la que nunca existió o nunca hundieron, da igual el contenido del embuste, ahora se requiere justificar los multimillonarios gastos del operativo anti drogas con alguna que otra escaramuza, hasta que los políticos, dígase por caso Mr. Rubio, logren convencer a los militares del Pentágono que hay que concretar algún tipo de acción militar contra Venezuela.

Y los militares del Pentágono, que obedientes han llenado de barcos, aviones, super cazas, helicópteros, submarinos amarillos, dígase de propulsión nuclear, etc, sacan sus cuentas y entienden que el “enemigo” venezolano ya movilizó cuatro millones de milicianos enardecidos. Y está visto que semejante resistencia provocaría una colosal reducción de la plantilla de los mencionados us marines. Y los del Pentágono lo saben bien, Viet Nam mediante.

Y en esa línea que mejor que fabricar un incidente, una provocación, no tiene que ser tan sofisticada, porque al fin y al cabo el interés por la veracidad, no está evidentemente en los propósitos del gobierno imperial. La orden es escalar las tensiones, como le dicen en cierta prensa extranjera de fines hegemónicos, a lo que es una vulgar agresión unilateral e injustificada de EEUU contra un pueblo de Nuestra América.

La historia parece reeditarse; contra la Revolución cubana, contra barcos pesqueros cubanos, se acumulan eventos de parecido tenor que costaron vidas, que se usaron también para provocar al pueblo cubano y justificar su obstinada política agresiva.

En este contexto viene al caso evocar los casos del secuestro del pesquero Jurelero 8 en 1963, de Alecrin en 1967, y en los años 70 el Celia Key en 1970, y el hundimiento del pesquero Jesús María en 1973, que faenaba al norte de la provincia de Camagüey, fue abordado y posteriormente hundido por un buque de la Guardia Costera de los Estados Unidos, el USCGC Vigilant (WMEC-617). En los otros casos mencionados, que no son los únicos, siempre un super destructor contra una humilde lancha pesquera, como ahora, como Carmen Rosa.   

En otras palabras, ni siquiera hay novedad en esta operación absurda; tampoco que los EEUU, sus unidades navales para la guerra, son sin dudas el peor peligro para la navegación en las tibias aguas del Caribe que quieren incendiar. 

Asimismo, los EEUU son el principal, mejor dicho, probablemente el único que viola con absoluta impunidad las principales normas internacionales, que rigen el orden en la mar océano de esta región del mundo, como la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR), la cual reconoce la existencia de las llamadas Zona Económica Exclusiva (ZEE) colindantes con Venezuela, y donde pescaba despreocupadamente la gente del Carmen Rosa.

Y como no podía faltar en este circo, uno de los malhechores de siempre, que representa al sur de la Florida en el Congreso, el Díaz Balart que va quedando de una familia de bandidos con corbata, ya dictaminó que al presidente venezolano le quedaban 3 opciones, todas acomodadas a sus deseos. Le faltó mencionar la única viable, que el USS Jason Dunham regrese sin pena ni gloria a su base de Mayport, ubicada en Florida, cerca de Jacksonvill, acompañado desde luego del resto de los potenciales invasores. 

En ocasiones como esta insistir en la solidaridad con el pueblo y con la Revolución bolivariana, que es decir lo mismo. Como hizo Cuba de inmediato y otros países, que rechazaron la última operación contra la pesca del atún. 

Como mismo se repite en todas partes y con toda razón, no dejar de hablar de Gaza, tampoco hoy ¡no se puede dejar de hablar de Venezuela! En ello le va la vida a la América de los Andes, la que queda al sur del Rio Bravo, la misma del Amazonas, la de los glaciares cerca del Polo Sur y los volcanes centroamericanos. 

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