Wassily Kandinsky (Rusia, 1866-1944) es un artista que me llama la atención por el colorido de su arte y porque en su evolución como pintor nos dejó muchísimas obras de valor, pero de estéticas diversas.

Mientras encontraba su estilo, Kandinsky incursionó y experimentó con las tendencias de moda hasta llegar al arte abstracto, movimiento del cual es precursor y que le proporcionó una libertad de creación total que, según afirmó, fue una inquietud que tuvo desde su niñez, cuando le obsesionó el color.

Influenciado por creadores impresionistas, se interesó también por la pintura simbolista, el expresionismo y el fovismo. En su catálogo podemos encontrar escenas figurativas y paisajes inspirados en el folclore ruso realizados con el empleo de tonos vibrantes y formas simplificadas, hasta que sus pinturas comenzaron a ser distorsionadas, guiadas por las emociones a través de la improvisación del color y la estructura.

Lentamente se alejó de la figuración y llegó al arte abstracto porque sintió la necesidad de transmitir emociones y no situaciones. Quería apartarse de lo concreto, y de ese modo transitó por sus distintas vertientes como geométrico y lírico. Fue prolífero y pintó hasta su muerte, tres días antes de cumplir los 78 años de edad.

Aunque entró al mundo de la creación pasados los 30 años, Kandinsky dejó un legado fundamental. Fue un revolucionario del color y la forma, pionero en liberar el arte de la representación literal y tradicional. Trascendió por su interés en demostrar que se puede transmitir emociones sin ser preciso.

Puerto de Odesa (1898)
Imagen tomada de https://www.wassilykandinsky.net/