Chavela Vargas, con la mirada en el recuerdo

Tal como dijo el escritor mexicano Carlos Monsiváis, la cantante, Chavela Vargas supo expresar la desolación de las rancheras con la radical desnudez del blues. Con su muerte ocurrida en el 2012 se fue una de las grandes leyendas musicales del último siglo.

Se llamaba realmente María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano. Nacida en 1919, en Costa Rica, muy joven Chavela, necesitada de afectos, viajó a México sin saber qué le depararía el destino. Por esa época, vagabundeaba por las calles y cantaba en los bares, donde su voz llamó la atención. Las rancheras de su amigo José Alfredo Jiménez la situaron en primer plano.

En México se presentó en los más reconocidos teatros, emisoras de radio, y la TV. Brilló en el Olympia de París y España la recibió con los brazos abiertos. Sus discos son un  tesoro musical. Amó, polemizó; su vida es una novela con muchos capítulos interesantes. Lo cierto es que nunca la subordinó al qué dirán, simplemente se llevó por los mandatos de su corazón.

De sencillo atuendo realzado por el poncho rojo, su personalidad se impuso. También tuvo malos momentos como cuando enfermó e incluso estuvo en silla de ruedas, aunque siempre contó con la lealtad de amigos que la respaldaron.

Mucho se ha hablado de su relación con Frida Kahlo. La cantante confesó: "Me invitaron a quedarme con ellos a vivir y aprendí todos los secretos de la pintura de Frida y Diego. Secretos muy interesantes que nunca develaré. Éramos muy felices en todo. Una gente que vivía día a día sin un centavo, tal vez sin qué comer, pero muertos de risa todo el tiempo. Me fui acostumbrando a ellos".

Música y cine

Chavela trabajó en varios filmes. Para la cinta de plata lo hizo en Grito de piedras, del alemán Werner Herzog. Además, en Frida, de Julia Taymor, donde interpretó piezas claves de su repertorio como La llorona y Paloma negra.

Cantó Tú me acostumbraste, del cubano Frank Domínguez, en la multipremiada película Babel, de Alejandro González Iñárritu.

La voz, su estilo la hicieron triunfar plenamente. Su acento tan distinto fue llevado al disco. Joaquín Sabina y Álvaro Urquijo la inmortalizaron en Por el bulevar de los sueños rotos.

A Chavela la aplaudieron en numerosos países donde conquistó fans y notables personalidades ovacionaron su arte. Un momento especial en su vida se produjo cuando ya alejada de los escenarios y a petición del cineasta Pedro Almodóvar cantó en los filmes Tacones lejanos, La flor de mi secreto y Carne trémula.

Entre sus discos destaca el titulado Macorina, dedicado a la cubana de igual nombre que la Vargas contaba había conocido en La Habana. Otro memorable: Por mi culpa, lanzado en 2010 con duetos con Lila Downs, Joaquín Sabina, Mario Ávila y Eugenia León.

Chavela siempre manifestó su amor por el poeta granadino Federico García Lorca al que reverencia en su disco libro Luna Grande, presentado durante su concierto en abril de 2012 en España. La artista regresó de nuevo a México, donde vivió gran parte de su existencia.

Obtuvo numerosos reconocimientos. Nombrada Ciudadana Distinguida por el gobierno de Ciudad de México; Gran Cruz de Isabel la Católica; Medalla al Mérito de la Universidad de Alcalá de Henares, Medalla de Oro de la Universidad Complutense de Madrid, Huésped de Honor de Buenos Aires, Argentina. Una calle del pueblo español de Burgos lleva el nombre de la artista.

En 2007 fue distinguida con el Premio Grammy a la excelencia musical de la Academia Musical y Artes de la grabación.

Genial intérprete de los corridos mexicanos, el sonido arrabalero del tango, el bolero y la copla, ella extrajo a las canciones fervores y rencores, tal como lo expresó Monsiváis.

Con el corazón enfermo, pero deseosa de vivir gustaba asomarse a la ventana de su hogar en Tepoztlán, en Morelos, a contemplar el paisaje. A los 93 años, la inolvidable Chavela, falleció el 5 de agosto de 2012.