El gato desaparece

El gato desaparece
Fecha de publicación: 
8 Diciembre 2011
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Quien conozca la obra del cineasta argentino Carlos Sorín, podrá comprobar que su reciente filme El gato desaparece, que participa en este Festival de La Habana, es completamente diferente a cualquier película que él haya hecho antes.

 

Las historias de Sorín colocan siempre lo humano por encima de la ficción o el sensacionalismo. Sus películas relatan pasajes que aparentemente no son relevantes, pero que contados por él suelen tener una carga emocional en nosotros.

 

El gato desaparece no se aleja de esta necesidad del director de hablar sobre las relaciones interpersonales. Esta vez no se trata de gente humilde, como en la mayoría de los personajes de Historias mínimas o Bombón el perro, que además fueron interpretados por aficionados. Aquí los dos protagónicos encarnados por actores profesionales, son un matrimonio de clase alta en Argentina: él, catedrático y ella, traductora.

 

Beatriz recoge a su esposo Luis en la clínica siquiátrica donde este ha estado internado luego de un ataque de violencia. Ella, quien está muy enamorada de su esposo, ansía regresar a la vida normal con él. Sin embargo, persiste el temor a que Luis tenga una recaída.

 

Desde el primer día en que él regresa a la casa, el gato Donatello, mascota distinguida por la pareja, le hace rechazo al convaleciente y llega a arañarle la cara.

 

Encima de eso, Luis advierte pequeñísimos cambios en la vida cotidiana con Beatriz que le hacen sentir extraño, ajeno a su ambiente habitual, como el cambio de color en la pintura de las paredes, la organización de la biblioteca, la cuenta del banco, y otras inocentes medidas que su esposa tomó, simplemente para que todo funcionara mejor. Ese mismo día Donatello desaparece.

 

El matrimonio comienza a hacer planes para romper la rutina. Aparentemente Luis está bien, así lo creen sus alumnos de la universidad y su hija. Pero la obsesión de Beatriz con respecto a que se pueda repetir el día del arranque de paranoia sigue latente y es fácil deliberar que será ella quien termine enferma.

 

No voy a contar, por supuesto el desenlace, pero puedo adelantar al espectador que por muy predecible que eso parezca, será todo lo contrario. El final es totalmente inesperado.

 

Como dije al principio, esta es una película diferente dentro de la cinematografía de Sorín, que siempre me ha parecido muy original, pero me alegra verlo en otra faceta.

 

El gato desaparece parece una historia sacada de un cuento de Poe, tiene de drama sicológico y de suspenso. La misma arquitectura de la casa de Beatriz y Luis, la inseguridad de ella, la desaparición del gato y la mirada perturbada del esposo nos trasmiten toda la incertidumbre de la historia con diversas escenas de tensión muy bien logradas.

 

El guión no tiene necesidad de insistir en nada porque todo fluye, las sugerencias son suficientes, cada cosa está en su lugar, cada detalle en la naturaleza de los personajes tiene un significado. Es una película redonda.

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