Sudáfrica en crisis

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Sudáfrica en crisis
Fecha de publicación: 
24 Abril 2020
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Aun no repuesta del anterior mal gobierno del corrupto Jacob Zuma, Sudáfrica enfrenta la epidemia del coronavirus con un sistema de salud desigual, independientemente de la ayuda internacionalista –que incluye la cubana- recibida luego del triunfo sobre el apartheid.

En general, las calles de las principales ciudades están tranquilas, pero se nota la nerviosidad de la gente, que sale poco a las calles, aunque los negocios siguen abiertos en la segunda nación africana con el mayor número casos de coronavirus, sólo superada por Egipto.

Realmente, se ha perdido tiempo para mejorar el sistema de salud en una nación con grandes riquezas, integrante del BRICS, junto con Brasil, Rusia, China y la India.

Y es que la mitad del Producto Interno Bruto dedicado a la salud está controlada por el sector privado, que comprende sólo al 20% de la población, con muchas personas vulnerables que aún no están recibiendo la ayuda que necesitan.

A ello se añade que falta apoyo para quienes se ven afectados económicamente por las medidas de restricción, el confinamiento no es estricto, no han sido considerados todos los lugares de trabajo que no son esenciales y el sector privado no se une al esfuerzo para evitar la muerte muchos sudafricanos.

A veces las simpatías a ultranza por quienes han luchado tanto para preservar el espíritu dejado por Mandela, puede nublar la razón ante males que se acumulan a pasos agigantados, por falta de una política adecuada, principalmente en este sector que tanto representa para la ciudadanía en general.

De los 58,3 millones de habitantes, sólo el 9% está en riesgo de muerte ante el coronavirus, por ser extremadamente joven la población sudafricana, pero el país tiene cifras récord de enfermos de tuberculosis y de SIDA, esta última con siete millones, dos millones de los cuales no tienen tratamiento alguno.

Lo cierto es que los buenos momentos que hicieron llevar a la nación a un plano estelar, avalada por el sacrificio y ejemplo de Mandela, comenzó a declinar en el 2008 con la asunción de Zuma, quien antes de ser destituido, superó ocho mociones de confianza.

Ahora, bajo la gobernanza de Ciril Ramaphosa se intentará llegar al sueño de Nelson Mandela de llegar a una Sudáfrica sin desigualdades.

MUCHA POBREZA EN UN PAÏS MUY RICO

Sudáfrica es el país más rico del continente africano, pero cuenta con más de un cuarto de habitantes demasiado pobres para comer a su gusto (en torno al 26%) y más de la mitad vive bajo el umbral de la pobreza (52%). El 62% de las familias negras y el 33% de las mestizas son pobres.

El desempleo, casi del 30%, es crónico, principalmente en las provincias rurales como Cabo Oriental, la región natal de Nelson Mandela, donde la mayoría de los habitantes depende cada mes de un puñado de cientos de rand procedentes de ayudas para los mayores o para los niños.

Muchos de esos problemas son la herencia de la política de exclusión económica llevada a cabo por la minoría blanca bajo la tutela británica, y bajo el apartheid a partir de 1948, pero, como ya acotamos, se agudizaron bajo el manto de la corrupción en el régimen anterior. 

La enseñanza pública, que Mandela consideraba la clave del desarrollo de su pueblo, es un fracaso, a pesar de un importante presupuesto estatal. “Mandela lloraría si supiera lo que ocurre en las escuelas", aseguraba hace dos años el arzobispo Desmond Tutu, otro héroe de la lucha anti-apartheid, en tanto compañeros del héroe, lamentaban el abandono del importante sector.

Así las cosas, en un ambiente desigual, el pueblo sudafricano se enfrenta a males que rebrotan y subsisten, que requieren de unidad y sacrificio del pueblo y de un consecuente gobierno fiel al legado de Nelson Mandela.

 

 

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