Hong Kong: Para atajar al Imperio

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Hong Kong: Para atajar al Imperio
Fecha de publicación: 
1 Junio 2020
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La gravedad de la situación creada por el imperialismo en Hong Kong ha llevado a las autoridades de Beijing a la disposición de medidas de extrema seguridad contra la planificada y largamente sostenida acción para desgajar a esa región administrativa especial de China, donde se aplica el principio conocido como “Un país, dos sistemas”.

Hong Kong se integró a China al cesar en 1997 la gobernanza colonialista británica, y –al igual que Macao- se estableció ese concepto básico para la reunificación nacional que forma parte de la teoría sobre un socialismo con características chinas, que admite la continuidad en esos territorios de políticas económicas propias del capitalismo.  

Ahora con Trump -y como parte de su política para tratar de reelegirse presidente- se han intensificado las acciones para desestabilizar la región de uno de los países molestos para Estados Unidos, porque está gobernado por un Partido Comunista, amenaza con superar su supremacía económica, se fortalece desde el punto de vista militar y va a la vanguardia —junto a Rusia— en la construcción de un mundo multipolar. 

En este contexto, no puede sorprender que allí se apliquen métodos de guerra no convencionales para promover la desestabilización interna y el cambio de régimen, frente a lo cual legisladores chinos han aprobado una ley de seguridad nacional, con el cuidado de no violar los derechos humanos y sí atajar el vandalismo desatado por los grupos que utilizan métodos terroristas y otros desestabilizadores del modo de vida de la inmensa parte de la población.

La formación de supuestos “líderes naturales” forma parte del esquema injerencista que describe la Circular de Entrenamiento TC 18-01 del Pentágono, cuyo principal objetivo es acabar con los gobiernos que no se avienen a los intereses geopolíticos y transnacionales de EE.UU. al menor costo posible y, preferiblemente, sin la participación directa de sus tropas.

Esta estrategia incluye la organización de campañas mediáticas de cuestionamiento u oposición a los gobiernos considerados “indeseados”, que enseguida provocan respuesta popular. Los manifestantes frecuentemente son infiltrados por elementos entrenados desde el extranjero o mediante las denominadas organizaciones no gubernamentales para generar algún nivel de violencia que despierte la reacción dura de los gobiernos y así provocar aún mayor tensión.

PROMOVIENDO LA SUBVERSIÓN

De acuerdo con varios medios chinos que han investigado las figuras claves del movimiento separatista, existen vínculos entre los manifestantes y entidades estadounidenses que cuentan con extensos historiales en esa región bajo soberanía de China.

Entre esas organizaciones está Hong Kong-America Center (HKAC, por sus siglas en inglés), cuyo objetivo declarado consiste en “promover el entendimiento mutuo entre los chinos y los americanos”.  

No obstante, según el periódico “Huanqiu Shibao”, lo que realmente busca este centro, supuestamente sin fines de lucro, es incitar a los que a él acuden a “promover cambios democráticos” en la región, prometiendo apoyo de Washington e incluso la oportunidad de estudiar y vivir en Estados Unidos.

El rotativo chino afirma también que a los eventos convocados por el HKAC asisten miembros del Consulado General estadounidense. Durante las reuniones, se enseñan tácticas de acciones de protesta y estrategias de negociación con las autoridades durante manifestaciones, acentuando las exigencias políticas a las que en ningún caso hay que renunciar, añade.

Según el “Huanqiu Shibao”, las agencias de inteligencia estadounidenses están tratando de exportar la experiencia de las “revoluciones de colores” y la guerra no convencional a Hong Kong.  

El director del HKAC, Morton Holbrook, es “un espía importante” que trabajó cerca de 30 años en las agencias de inteligencia de Estados Unidos, esencialmente para la CIA.

Otros medios destacan que famosas organizaciones políticas estadounidenses como la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés) y el Instituto Nacional Demócrata para los Asuntos Internacionales (NDI) tienen presencia en Hong Kong desde que concluyera el dominio británico en 1997. Ambos tienen también un historial de subversión en América Latina, donde han trabajado para derrocar gobiernos progresistas, como es el caso de Venezuela.

Además, señalan que existe “supervisión de EE.UU. sobre los líderes de las protestas”.

China, no obstante, es conocida por la fortaleza de su Partido Comunista y sus instituciones de Gobierno y por el apoyo de la mayoría abrumadora de su pueblo a las exitosas transformaciones económicas que el país ha llevado a cabo. Las nuevas medidas emprendidas por el gobierno chino para resguardar la seguridad en Hong Kong apuntan en ese sentido.

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