El boxeo: Nuevamente bujía incombustible del deporte cubano

El boxeo: Nuevamente bujía incombustible del deporte cubano
Fecha de publicación: 
17 Diciembre 2017
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Se hace camino entre puños. Esa ha sido una divisa incuestionable del boxeo cubano desde la década del 70 del pasado siglo, cuando Orlando Martínez (48 kg), Emilio Correa (67) y Teófilo Stevenson (+81) irrumpieron dorados en la palestra olímpica aquel 10 de septiembre de 1972 en Múnich.

Desde entonces a la fecha, nuestra escuela de pugilismo se ha encargado de establecer un feudo universal, desafiando al resto de las potencias de esta disciplina. Tal es así, que bajo los cinco aros atesoran 37 oros, 19 platas y 17 bronces, mientras en citas del orbe, el botín asciende a 76-34-25.

Justamente, la legión antillana mantuvo en Hamburgo este año (cinco vellocinos y dos subtítulos) la hegemonía reconquistada en Doha, Catar, 2015. Esas, de hecho, fueron las únicas preseas doradas de nuestro movimiento deportivo en Mundiales absolutos del 2017, aderezadas con igual número de plateadas y bronceadas.

Haciendo un análisis muy preliminar, resulta más que justo que nuestro elenco de boxeo haya sido seleccionado el mejor deporte individual, así como también la franquicia Domadores haya merecido la distinción entre los elencos de mayor contundencia.

Para tirar del carro nuevamente, los Domadores en la VII Serie Mundial se proclamaron subtitulares, rendimiento que, en el plano personal, me dejó un sinsabor que aún padezco. Recuerdo que me desperté a las 5:00 a.m., como otros miles de cubanos, para disfrutar del cartel final. Casi acariciábamos el éxito, tras el paso inicial arrollador, pero poco a poco nos fuimos diluyendo, hasta que se desmoronaron los nuestros en la segunda mitad de la batalla.

De cualquier manera, como aliciente, queda el hecho de haber sido el conjunto más ganador de la justa, airoso en 43 de 61 pleitos efectuados.

Por si esto no bastara, otro argumento sólido recala en que tenemos ubicados a cinco de nuestros púgiles en el primer o segundo escaño del ranking Mundial de la AIBA, otros dos son terceros y uno, cuarto, del total de diez divisiones en las que se pugna en la actualidad. Igualmente, a este lado del Atlántico, dejaron claro quién manda, con ocho títulos en la cita continental, además de dos subcampeonatos.

Cualquier otro país del mundo con semejante palmarés boxístico estuviera con la autoestima por las nubes, pero en nuestro caso, si bien despediremos el año sobre el ring con el Playa Girón y con una satisfacción notoria, el rol de bujía incombustible del pugilismo hace que siempre pretendamos colocar la varilla de rendimientos más alto, para mantener contenta y fiel a una afición en extremo exigente y, en ocasiones, poco conocedora de todos los esfuerzos y variables que deben conjugarse para escalar un podio de premiaciones en el nivel supremo.

La «encrucijada» de dos Cruz endemoniados

Julio César La Cruz y Andy Cruz. Solo mencionar esos dos nombres, en la actualidad, inspira respeto y sumo cuidado para cualquier rival que se les enfrente entre las cuatro cuerdas. Al punto de que, desde la esquina, aun cuando no lo hagan manifiesto, los timoneles de esos adversarios casi seguro saben que sus pupilos irán a una batalla perdida versus los «crucificadores» de la Mayor de las Antillas.

Julio César accedió a su cuarto vellocino del planeta en línea. Muy pocos púgiles en la historia del boxeo han materializado semejante hazaña. Con un estilo que le ha merecido el mote de «La sombra» por su velocidad felina para entrar, golpear y burlar los ataques de sus rivales con  esquivas, danzar sobre el encerado, y wavings de torso indescifrables, La Cruz transitó por un año en el que emergió airoso en 12 de sus 13 combates desarrollados.

Por cierto, en la definición de Hamburgo, como calco de lo acontecido en suelo catarí en el 2015, volvió a hacer hincar las rodillas al irlandés Joe Ward.

Si bien su estilo de pelea aún no convence a toda la afición, no cabe duda de que posee una efectividad elevadísima. Precisamente el hecho de acceder a su cuarto título del orbe le mereció la distinción de mejor atleta de deporte individual este año.

Andy Cruz está valorado como uno de los mejores púgiles libra por libra de la actualidad, criterio al cual me sumo. Seleccionado como el boxeador más destacado en el Mundial de Hamburgo, el matancero despachó sin piedad a los 18 oponentes con los que se vio las caras en el 2017; de ellos, seis de forma impecable en la VII Serie Mundial de Boxeo.

A su primer título universal sumó la corona panamericana, por lo que no resulta muy coherente el hecho de que aparezca segundo en el escalafón del planeta en los 64 kg, como tampoco lo es el hecho de que haya sido seleccionado como novato del año, cuando, vistiendo la casaca tricolor, ya se había proclamado monarca de los 56 kg en los Panamericanos de Toronto.

Ahí recabó la fundamentación de la Federación Cubana de Boxeo, en el hecho de que por primera vez Andy enfrentó todo un año en la categoría de los 64 kg. En lo personal, considero que de eso a ser novato va un trecho.

Incluso para mí, de no haber sido por el cuarto título del camagüeyano La Cruz, Andy hubiese merecido la condición de mejor deportista individual. Baste radiografiar uno por uno sus pleitos, sin distinción del contrincante, para atestiguar que estamos en presencia de uno de esos púgiles que exhiben el llamado boxeo total: buen dominio de las distancias, efectividad con su golpeo, ya sea en jab, swing, oper… velocidad, excelente defensa y esquiva.

Para mí es un deleite verlo boxear, además de la sensación de victoria casi 100% que inspira. Traigo al presente a Stevenson, Ariel Hernández, Héctor Vinent, Mario Kindelán, Guillermo Rigondeaux, y otros tantos históricos a lo largo de más de cuatro décadas de esplendor.

Definitivamente, una agradable encrucijada en la que nos colocaron estos dos púgiles. De cualquier manera, sobre el boxeo nadie tiene un ápice de duda. De ahí el hecho de que entre la decena de mejores atletas del año, cinco corresponden a esta disciplina. Son los casos de Johannys Argilagos (49 kg), Yosbany Veitía (52), Lázaro Álvarez (60), Roniel Iglesias (69) y Erislandy Savón.

Cierro con un dato estadístico del Mundial en tierras germanas: los nuestros se impusieron en 27 actos y solo sucumbieron en cuatro. Eso sin llevar, en definitiva, exponente en la división de +91 kg. No es difícil concluir sobre nuestro poderío con semejantes credenciales.

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